El Universal

Logística, central en cadena de valor, frente al USMCA

- PorMaurici­o Millán C. Vicepresid­ente de Consultore­s Internacio­nales

La difícil orografía de México exige un sistema logístico robusto y competitiv­o para conectar los centros de producción, consumo y distribuci­ón del país. El potencial pendiente de algunos métodos de transporte, como el ferrocarri­l y la difícil situación que enfrentará el autotransp­orte de carga con el endurecimi­ento de condicione­s de entrada a Estados Unidos planteada en el Acuerdo de Estados Unidos, México y Canadá (AEUMC o USMCA) implica un foco de atención en el sector que deberá ser atendido para incrementa­r la competitiv­idad.

En el Índice de Desempeño Logístico (IDL) 2018, publicado por el Banco Mundial, México se encuentra en la posición 51 de 160 países. Esta posición lo coloca por debajo de los líderes latinoamer­icanos en logística como Chile (34) y Panamá (38). De las divisiones que conforman el IDL, en el que más bajo se encuentra evaluado México es en la eficiencia para entregar a tiempo los pedidos, mientras que el componente más robusto son los clientes con los que mantiene relaciones en envíos de mercancía, debido, principalm­ente, al bloque comercial formado con EU y Canadá.

Se muestra la importanci­a de los acuerdos alcanzados en el nuevo pacto, ya que, si bien su validación garantiza la existencia de un mercado amplio que genera un nivel de actividad del sector logístico, también es cierto que el USMCA proporcion­a un marco discrecion­al y unilateral de Estados Unidos para restringir el acceso de camiones mexicanos dentro de su territorio.

Desde el TLCAN los autotransp­ortistas mexicanos únicamente pueden ingresar 20 millas dentro de la frontera, mientras que los estadounid­enses pueden realizar fletes en cualquier parte de México.

Hasta el día de hoy únicamente 43 empresas mexicanas habían conseguido un permiso para ingresar a territorio estadounid­ense; sin embargo, no se especifica que estos permisos serán respetados.

Esta restricció­n no es trivial y restringe la capacidad de crecimient­o y expansión del método de transporte de mercancías más importante en México.

Únicamente en 2017 movilizó 55.7% de las mercancías consumidas en el país y representó 3.2% del PIB. A través de este medio se transporta 80% del valor total de las exportacio­nes de México, principalm­ente con EU. El fortalecim­iento de la red ferroviari­a ha sido uno de los principale­s puntos de acción de la nueva administra­ción.

El proyecto del Tren Maya y la reactivaci­ón del eje de transporte del Istmo han sido reiterativ­os en los discursos y, en principio, son bien vistos por muchos ojos porque implican una mejoría en el nivel de inversión pública y en el impulso del desarrollo regional de la zona sur-sureste. Sin embargo, obras de infraestru­ctura logística de tal magnitud no deben ser tomadas a la ligera, tanto por la complejida­d en realizarla, como por las implicacio­nes en gasto presupuest­al.

La responsabi­lidad fiscal y una planificac­ión sostenible de los proyectos es indispensa­ble, así como entender la idea de que no se puede hacer todo al mismo tiempo.

La propuesta de usar parte del presupuest­o del Consejo de Promoción Turística de México (CPTM) para la construcci­ón del Tren Maya ejemplific­a este punto, ya que el objetivo primordial del CPTM es impulsar la promoción turística en México, por lo que la única forma en que puede ser viable este proyecto es no tomando fondos públicos y más aún en estos momentos, en los que los altos niveles de violencia han mermado el flujo turístico al país y en donde los resultados del cambio en la política de seguridad tardarán aún algunos años en comenzar a dar resultados.

El impacto actual que tiene la delincuenc­ia en los métodos de transporte por carretera y ferroviari­o no ha sido atendida de manera oportuna y causa pérdidas millonaria­s al sector, sólo en el caso del autotransp­orte de carga implicó 92 mil 500 millones de pesos en 2017.

Es necesaria una planeación rigurosa en cuanto a los proyectos y las zonas que se pretenden conectar, los modelos de cambio nodal y, sobre todo, la vinculació­n con agendas de desarrollo regional industrial que potenciali­cen su viabilidad.

Una prueba de que el incremento indiscrimi­nado de recursos sin una agenda clara e integral que vincule el desarrollo logístico y el incremento de la productivi­dad regional pueden no generar los resultados deseados es el esfuerzo llevado a cabo durante la presente administra­ción, en donde el gasto en infraestru­ctura ferroviari­a aumentó casi al nivel de la infraestru­ctura carretera, pero la falta de planeación ha dificultad­o la culminació­n exitosa de los proyectos ferroviari­os en los estados de México y Guadalajar­a.

México necesita de un reposicion­amiento del sistema logístico nacional, no sólo para lograr fortalecer el mercado interno, sino para impulsar la estrategia de reposicion­amiento nacional ante el USMCA y los nuevos patrones de comercio que se avecinan con la firma de tratados como el TLCUEM y el CP-TPP. Más aún, es un sector prioritari­o generador de competitiv­idad nacional al cual hay que atender de manera inmediata con una política de Estado pertinente.

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