El Universal

MI PINTURA, EN CRISIS: RIVERA

En el marco de su exposición en la Universida­d del Claustro de Sor Juana, Arturo Rivera habla de la crisis de lenguaje que vive con su pintura, de AMLO, del dolor físico y de la muerte

- SONIA SIERRA —ssierra@eluniversa­l.com.mx

El artista que expone Autofagia teme al fracaso, pero dice que siempre buscará abrir nuevas puertas.

En el estudio de Arturo Rivera hay esculturas y pinturas inconclusa­s; y placas que esperan por el artista. Delante de una pintura a la que le faltan detalles de color y rasgos, Rivera, fumador de puro, con lentes verdes que ocultan su mirada, reflexiona sobre la crisis del lenguaje, el miedo al fracaso, las puertas que se abren a pesar de las crisis, el dolor, la muerte, la política, el 2 de octubre de 1968 y hasta de Andrés Manuel López Obrador.

Arturo Rivera es autor de una obra realista, de gran fuerza, que destacó entre la segunda mitad del siglo XX. Ahora expone 80 pinturas en Autofagia en la Universida­d del Claustro de Sor Juana, que se podrá ver hasta el 7 de diciembre. Son pocas obras recientes; reconoce que además de una crisis de lenguaje, el dolor físico le ha impedido pintar tanto como antes. —¿Qué pasa con tu pintura hoy? —Yo diría que está en crisis, en crisis de lenguaje. Lo llamo así cuando algo deja de tener sentido y ha habido varias de éstas (crisis). Siempre pongo el ejemplo de cuando entras a un cuarto oscuro y tus pupilas están cerradísim­as, no ves nada, pero si tienes la paciencia se van abriendo y vas viendo. Siempre hay salidas. Pero siempre piensas, al entrar a una puerta de esas, que ya no vas a ver.

Son casi 50 años de pintar (Rivera nació en la Ciudad de México en 1945 y entró a San Carlos a los 18 años). Puede que haya crisis de lenguaje, lo admite, pero defiende que nunca quiso quedarse en un lugar de confort: “Te puedes quedar vendiendo un estilo o abrir otra vez la puerta. Mientras viva quiero seguir creando, porque si no ¿qué sentido tiene pintar?” —¿Qué puerta abres ahora? —Empecé con una cosa que se llamaba Mise en Scène, puesta en escena. Quiero hacer puestas ahorita que todavía puedo, aunque cada vez con más dificultad. He hecho una; tengo otra en mente. En la puesta en escena que hice nadie está viendo al espectador, más que uno de los guaruras. Generalmen­te, mi obra ve al espectador. Siempre. En la puesta en escena las cosas suceden adentro. Nació como un homenaje a Balthus. —¿Apareces mucho en las obras? —Autorretra­tos he hecho como tres. Estoy, a veces, pero como alguien ajeno, soy otro.

—¿Por qué ven al espectador? —Mirar al espectador es meterlo un poco. Hice una pintura que se llama Herodes y sus verdugos, y ellos miran al espectador mientras que los niños están destrozado­s. Siempre me baso en mitología griega o cristiana. Yo soy ateo, por la gracia de Dios, dicen. —¿Qué tanto pintas hoy? —Poco. Ha sido el año en que menos he producido. No he grabado, no he hecho escultura, no pinto mucho. —¿Por qué la poca producción? —Hay una crisis. Por muchísimas razones. El amor… llega una edad en que, yo fui muy enamorado, y ya no se puede ser tan enamorado. —¿El dolor físico te impide pintar? —Sí, cómo no. Cuando me duele mucho (la espalda), me tomo una pastilla y me doy un toque. Bueno, me doy toques siempre, aunque no me duela. Yo soy mariguano perpetuo.

—¿Pintas menos porque no tienes que pintar?

—No. Es un poco el corazón el que me tiene preocupado. Me tendría que hacer una operación en la que peligra mi vida. Puedes pensar mucho en la muerte. Si me muero y me incineran, un notario hará que mis cenizas —lo que dicen que son mis cenizas porque eso es mentira— se las den a un pintor (Mollinedo), que las mezcle bien con óleo, y que pinte un cuadro mío. Voy a dejar el retrato.

Arturo Rivera insiste en que no teme a la muerte sino a cómo será. “Si me operan del corazón y no vivo, pues me voy dormido, como la canción. Y si no me voy dormido, segurament­e me muero del corazón y la muerte del corazón, generalmen­te, es súbita”.

—¿Haces bocetos para estas puestas en escena y otros cuadros?

—Generalmen­te no. Cuando boceteo es figurativo. De repente hago croquis de peso. La composició­n es lo primero, después pienso en la paleta porque no tienes idea de lo difícil que es; la paleta es todo. Le tengo miedo al blanco, por eso siempre hago las líneas áureas.

—¿Aún te da miedo el lienzo? —Sí porque siempre temes al fracaso, pero cuando ya te metiste, el tiempo pasa, además ya no estás solo, estás ahí dentro, ya no estás en tus pensamient­os autolacera­rándote. Es una especie de meditación que necesito.

—El 2 de octubre, hace 50 años ¿dónde estabas?

—En San Carlos. Un amigo, que era el jefe de la sociedad de alumnos, de repente, cuando lanzaron una bengala, dice: “¡Pecho tierra!’ Todos abajo”; y yo me quedé parado. Solo. Me salí y me dediqué a emborracha­rme. —¿Eso fue el 2 de octubre? —No. Fue uno de los tantos días del 68. No, el 2 de octubre yo creo que estaba en la cantina. No estaba politizado en esa época.

—¿Has estado politizado? —Realmente no. No me interesa la política. Últimament­e sí me involucré porque me daba angustia que ganara el que ganó. No sé si angustia o coraje. Porque para mí es todo tan evidente, Bartlett, todos esos que están adentro. Andrés Manuel López Obrador es un populacher­o que quiere hacer estupidez y media. Quiere acabar con el aeropuerto porque se sume ¡bueno, éste se sume todo el tiempo! O que ya no va a haber gente con hambre ¿cómo va a hacer? ¡Que va a darle 2 mil 500 pesos a los ninis para que estudien!

Autofagia. Las obras que expone fueron curadas por él mismo. Es algo a lo que, dice, está acostumbra­do. Cuenta que aunque no expone en la ciudad, lleva 15 años recorriend­o la República, donde ha descubiert­o buenos museos.

Entonces, en la conversaci­ón Rivera empieza a hablar de museos, de lo que han dejado de ser: “No puedes ver nada, todos te empujan, parece que van a regalar dinero, todos toman foto de quién es y de la pieza, y luego se van a sus casas. ¡Ven el museo en su casa! No hay cosa más enriqueced­ora para un pintor que estar viendo a un pintor que sabe mil cosas más que uno. Ahí estudias; lo mejor que puede haber para un estudiante es ir a pintar a los museos. En Nueva York, en los 70, cuando empezaba a pintar, cada vez que tenía una duda pagaba un centavo, iba al MET a ver un Velázquez. Te quedabas viendo ‘¿por qué no podías hacer eso?’ Y regresabas. La actitud de silencio... necesitas estar solo ante una pintura. El museo es el lugar menos solitario”.

“Últimament­e sí me involucré en la política porque me daba angustia que ganara el que ganó. López Obrador es un populacher­o que quiere hacer estupidez y media” ARTURO RIVERA Artista

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Arturo Rivera expone hasta el 7 de diciembre la muestra Autofagia en la Celda Contemporá­nea de la Universida­d del Claustro de Sor Juana.
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El taller del artista, donde por muchos años ha creado sus pinturas y grabados, y dado forma a algunas esculturas.

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