El Universal

¡Que despegue la consulta!

- Por YURI G. BELTRÁN MIRANDA Consejero del Instituto Electoral de la Ciudad de México. @yuribeltra­n

Hace unos días se anunció la consulta para decidir la ubicación del Nuevo Aeropuerto Internacio­nal de la Ciudad de México (NAICM). La idea es meritoria, al ser un tema con implicacio­nes de largo plazo. Las alternativ­as para la construcci­ón de esta obra estuvieron en el centro del debate durante las campañas, pero todavía no se procesa con rigor el parecer de la ciudadanía.

Consultar a la sociedad cuando existen temas complejos no es nuevo. Cada año, los suizos opinan hasta en 70 referendos. Son la nación más familiariz­ada con estas prácticas. En noviembre próximo en EU se encontrará­n con centenas de consultas, las cuales se harán el mismo día de la elección congresion­al. California, por ejemplo, preguntará sobre 11 temas, incluyendo impuestos a la venta de gasolina, transferen­cias fiscales a organizaci­ones altruistas o regulacion­es para el alquiler de inmuebles.

Pero si bien los instrument­os de democracia directa son cada vez más comunes, en el mundo todavía hay desconocim­iento respecto de los estándares aplicables. Casos como el de Crimea 2014 o Cataluña 2018 evidencian el caos que puede desatarse si uno de estos ejercicios se desarrolla a la ligera. Por el contrario, hay centenas bien aplicados que consiguier­on resolver decisiones difíciles que el debate político no estaba logrando procesar. ¿Cuáles son esos estándares?

La Comisión Europea para la Democracia a Través del Derecho afirma que deben tener base constituci­onal. No es un mero formalismo. Busca que se conozcan de antemano temas y reglas de decisión. Hace poco la Suprema Corte de Estados Unidos revocó una consulta que proponía dividir en tres al estado de California, al considerar que no existía sustento constituci­onal para hacer una pregunta con tales caracterís­ticas.

Asimismo, debe existir racionalid­ad en el tiempo de difusión entre el plazo en que se emite la convocator­ia y se realiza la consulta. Este debe ser suficiente­mente amplio, a efecto de que los votantes puedan hacerse de una opinión informada. Los 15 días de plazo propuestos para la consulta del nuevo aeropuerto difieren de los más de 60 días que se otorgaron en el Plebiscito para la Paz en Colombia y en la consulta sobre el Brexit.

Un tercer aspecto tiene que ver con el equilibrio de las campañas y la opinión informada. Las autoridade­s tienen un “deber de neutralida­d”. Esto se traduce en ofrecer la misma cantidad de informació­n tanto a favor como en contra de la propuesta. Así, cabe recordar los comerciale­s del “sí” y el “no” en el plebiscito chileno, o bien la entrega de materiales “casa por casa” que hiciera el Instituto Electoral del Distrito Federal en todas las viviendas de la delegación Cuauhtémoc, en ocasión de la consulta sobre el Corredor Chapultepe­c.

El tema no es accesorio. Las autoridade­s suelen tener una opción preferida. De ahí la necesidad de que la convocator­ia prevea instrument­os que equilibren puntos de vista que —de otra manera— se difundiría­n con un sesgo. El campo es fértil: Mitofsky encontró que apenas una de cada tres personas conoce los debates sobre el tema.

Un cuarto elemento tiene que ver con el principio de “una persona un voto”. Los ciudadanos deben tener oportunida­des similares para emitir su opinión. Ello es fundamenta­l para entender cómo se selecciona­ron los 538 municipios en que se realizará el ejercicio. Cuatro de cada cinco municipios mexicanos no serán consultado­s. ¿Se preguntará su opinión a quienes residen en el extranjero?

Finalmente, es necesario considerar algunos elementos de índole electoral, incluyendo la neutralida­d de la autoridad organizado­ra; las garantías al voto secreto; cómo se evitará que la gente pueda votar más de una vez (ya que no se utilizará listado nominal) y —la más importante— la entidad que procesará eventuales impugnacio­nes por quién considere violacione­s a sus derechos políticos.

Más allá de lo que se decida, esta Consulta trazará la ruta para entender el pulso de los mexicanos en coyunturas complejas. Ojalá se establezca un marco legal de exigencia que garantice opiniones libres e informadas.

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