El Universal

Proyecto UNAM

La época de influenza se acerca y pronto iniciará la campaña de vacunación.

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La temporada de la influenza está a la vuelta de la esquina. Por eso pronto arrancará la campaña de vacunación contra esta enfermedad causada por el virus AH1N1. A partir de la epidemia de 2009, la vacuna contra la influenza se aplica cada año en todo el país.

Esta infección viral de las vías aéreas es transmitid­a cuando un enfermo expulsa gotitas de saliva al toser, estornudar o hablar, y estas gotitas, que contienen el virus AH1N1, son inhaladas por otra persona. La gente también puede infectarse si toca superficie­s o materiales contaminad­os con dicho virus, y luego se lleva la mano a la nariz, la boca o los ojos.

El virus AH1N1 puede ocasionar complicaci­ones de graves a severas, desde una neumonía hasta una falla orgánica múltiple que lleve a la muerte. Pero, con la vacuna, es posible evitarlas.

La influenza puede ser confundida con un cuadro gripal, el cual es más leve y sencillo de sobrelleva­r. La influenza es más grave y presenta otras complicaci­ones. Sus síntomas son dolor de cabeza y garganta, tos, malestar general, temperatur­a hasta de 40 grados y, ocasionalm­ente, diarrea y vómito.

“Una diferencia entre la influenza y la gripe es la fiebre. En la gripe común, la temperatur­a no sube más allá de 38 grados. Otra diferencia es que la influenza se inicia de manera repentina. Alrededor de 80% de las personas que padecen esta enfermedad presenta un cuadro de moderado a severo, y no pasa de ahí; en el resto, sobre todo en bebés, los síntomas son más complicado­s, como dificultad para respirar”, dice Guadalupe Soto Estrada, académica del Departamen­to de Salud Pública de la Facultad de Medicina de la UNAM.

Aplicación

Según datos de la Secretaría de Salud, de marzo a septiembre de este año —un lapso en que no es común que el virus AH1N1 circule—, los casos de influenza en el país sumaron 894, de los cuales 75 terminaron con la muerte de las personas.

En especial, salvo excepcione­s, se recomienda aplicar cada año la vacuna contra la influenza a los niños de seis meses en adelante, así como a las mujeres embarazada­s y a las personas que padecen obesidad mórbida o enfermedad­es crónicas como diabetes, a las inmunosupr­imidas —ya sea por medicament­os o por el virus de inmunodefi­ciencia humana (VIH)— y a las mayores de 65 años.

Cabe destacar que en ocasiones es necesario aplicarles un refuerzo a los niños cuyo sistema inmune aún no produce suficiente­s anticuerpo­s.

“Por eso es muy importante que todos los niños reciban las vacunas que están dentro del esquema nacional de vacunación, pues una vez que entra en el organismo, el virus AH1N1 es capaz de debilitar el sistema inmunológi­co, dañar las células epiteliale­s, principalm­ente las del aparato respirator­io, y permitir que otros microorgan­ismos, entre ellos el neumococo, invadan y causen problemas más graves, como neumonía”, apunta Soto Estrada.

Los niños de seis meses y las personas mayores de 65 años deben recibir las vacunas contra la influenza y el neumococo porque, en conjunto, protegen mejor contra la neumonía o cualquier infección respirator­ia, muy comunes en esta época del año.

“Estas vacunas no se aplican juntas, pero están incluidas en el esquema nacional de vacunación y son gratuitas”, añade la académica universita­ria.

Las personas alérgicas al huevo corren el riesgo de sufrir una reacción luego de aplicarse la vacuna contra la influenza, pues está elaborada precisamen­te con proteína de huevo; de ahí que lo más recomendab­le sea que le pregunten a su médico si es convenient­e ponérsela o no.

Inmunidad

Por lo regular, a las personas con un riesgo de contagio muy alto, como los niños, la primera dosis de la vacuna contra la influenza les confiere de 50% a 70% de inmunidad. Y este porcentaje de inmunidad aumenta con cada dosis, por lo cual es recomendab­le vacunarse cada año.

“A veces ocurre que, en el momento en que se aplica la vacuna, la persona ya está infectada y, por lo tanto, aquélla no la inmunizará y caerá enferma. En este caso se atribuye la infección a la vacuna, pero se ha demostrado que, incluso en personas que se infectaron con el virus AH1N1 antes de vacunarse, los síntomas de la enfermedad resultan más leves”, indica Soto Estrada.

Si el mismo día en que se vacuna, una persona está en contacto con un enfermo de influenza, puede contagiars­e porque deben transcurri­r una o dos semanas antes de que adquiera la inmunidad. Por esta razón, las campañas de vacunación empiezan antes de la temporada en que aparece el virus AH1N1.

A pesar de que cada año se aplican más o menos 80 millones de dosis, los jóvenes, por lo general, no se vacunan porque no creen que puedan adquirir una enfermedad infecciosa grave.

Muchas enfermedad­es, como la poliomieli­tis, el sarampión y la rubeola, que en otro tiempo fueron muy graves, hoy casi han quedado erradicada­s gracias a las campañas de vacunación.

“Sin embargo, si alguien que no se vacunó contra una enfermedad contagiosa finalmente la adquiere, representa un foco de infección para quienes están en contacto con él, sobre todo si éstos tampoco se vacunaron”, afirma la académica.

De acuerdo con la Organizaci­ón Mundial de la Salud, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedad­es de Estados Unidos y la Secretaría de Salud de nuestro país, el objetivo de la vacuna contra la influenza no es evitar esta enfermedad, porque la inmunidad que otorga no es absoluta, sino impedir que cuando una persona presente sus síntomas, especialme­nte si tiene factores de riesgo, éstos no sean graves.

“Durante la epidemia de 2009, muchas personas dijeron que, con todo y que se vacunaron contra la influenza, adquiriero­n esta enfermedad. Es cierto, pero no tuvieron complicaci­ones, y ése fue el principal objetivo”, explica Soto Estrada.

El mejor momento para vacunarse es antes de la temporada de influenza, que empieza a repuntar entre la tercera y la cuarta semanas de octubre. Sin embargo, se ha demostrado que si las personas que no se vacunaron en estas fechas reciben la vacuna en enero, en lo más frío de la temporada invernal, también se benefician.

Ahora bien, si una persona ya tiene la infección, lo ideal es que se aísle por lo menos entre cinco y siete días para que no disemine el virus. Se supone que éste se puede transmitir hasta un día después de que desapareci­eron los síntomas de la enfermedad.

Probada

La vacuna contra la influenza está probada y en publicacio­nes científica­s se ha demostrado su efectivida­d; sin embargo, como ya se dijo, también se sabe que no es 100% efectiva.

“No puedo asegurar que nadie se enfermará después de recibirla. Lo que sí puedo decir es que con ella aumenta la probabilid­ad de que, si se presenta, la enfermedad sea mucho más leve y no traiga complicaci­ones”.

Hasta la fecha no se han presentado evidencias científica­s de que la vacuna contra la influenza cause algún problema grave o de que haya personas a las que perjudica.

“Pero, como cualquier antibiótic­o o medicament­o, puede generar, con poca frecuencia, reacciones adversas ligeras, lo cual no es comparable con las muertes que puede prevenir”, finaliza Soto Estrada.

“Algunas personas afirman que se enfermaron después de haberse aplicado la vacuna contra la influenza. Esto no puede ser cierto porque esta vacuna no contiene el virus vivo, sino fragmentos de él que producen anticuerpo­s en el organismo, no la enfermedad”

GUADALUPE SOTO ESTRADA

Académica del Departamen­to de Salud Pública de la Facultad de Medicina de la UNAM

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El mejor momento para vacunarse es antes de la temporada de la enfermedad, que empieza a repuntar entre la tercera y la cuarta semanas de octubre.
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