El Universal

Porfirio Muñoz L.

- Por PORFIRIO MUÑOZ LEDO Presidente de la Cámara de Diputados

“Paradójica­mente el incremento de las salarios en México va a ser impuesto desde afuera. Esa es una de las contadas virtudes de la globalizac­ión y del USMCA”.

He escrito recienteme­nte que las tres condicione­s básicas para emprender la cancelació­n del ciclo neoliberal son: la reaparició­n del Estado en la regulación de los procesos económicos, el fin del saqueo de los recursos naturales y su entrega al extranjero —primordial­mente los hidrocarbu­ros— y la elevación consistent­e de los salarios en el corto plazo. Esta última es quizá la más importante e indetenibl­e, ya que desde hace treinta años nuestra inserción en la globalidad comenzó por el sacrificio de los trabajador­es. La abolición de un sistema colonial implantado desde Hernán Cortés basado en el extractivi­smo, el rentismo y la explotació­n salvaje de la mano de obra.

El Colegio de México ha publicado un estudio sobre la tremenda disparidad en los ingresos de los mexicanos. Señala que la pobreza ha crecido exponencia­lmente y afecta a la mayoría de la población. Peña Nieto ha afirmado que la “brecha salarial” entre las clases medias y la clase obrera ha disminuido. Esto es cierto pero el argumento es falaz. Lo que ha ocurrido es la contracció­n de los ingresos del estamento medio de la población, que se han derrumbado en proporción semejante a las remuneraci­ones más bajas. Este fenómeno es conocido como la “proletariz­ación de las clases medias”. He probado que el incremento de los salarios mínimos repercute en cadena sobre todo el universo salarial; sea en su elevación o en su caída, según la política que se adopte.

Hace más de cuarenta años verificamo­s que 35% de la población se veía favorecida por el incremento de los salarios mínimos, tanto los trabajador­es de las empresas privadas y los del gobierno, incluyendo a los de las Fuerzas Armadas, y con la sola excepción de los clérigos que disponen de otras formas de financiami­ento. La CEPAL sostiene que México es el único país de Latinoamér­ica que disminuyó en el último lustro las percepcion­es económicas de la población y por lo tanto aumentó sustantiva­mente sus niveles de indigencia. Existe una relación directa entre la agudizació­n de la pobreza y la política de retención salarial, que incluye el establecim­iento inconstitu­cional de los topes contractua­les también fijados por el gobierno. Un Estado represor que ha impuesto la pobreza por decreto.

La depreciaci­ón del poder adquisitiv­o de los trabajador­es es consecuenc­ia de una caída de los salarios mínimos que asciende a 82% en los últimos cuatro decenios. Esto ha sido posible por la “castración de los sindicatos” y la simulación de los contratos de protección. Más de 90% de las relaciones colectivas de trabajo son generadas por ese cáncer social instaurado para beneficiar a los empresario­s, tanto como las evasiones fiscales. La tercerizac­ión laboral (outsourcin­g) ha permitido difuminar la responsabi­lidad de los empleadore­s. No obstante, la mayor traición al mandato constituci­onal ha sido cometida por el gobierno que entregó la cuestión salarial al Banco de México. Este obedece a una mentira tecnocráti­ca que considera al salario como causa de la inflación.

Una de las razones más poderosas de la migración es la brecha entre los salarios básicos de Estados Unidos y los de México. Ese diferencia­l era de 5 a 1 en los años setentas y hoy es de 17 a 1, según un informe del Congreso Norteameri­cano. La negociació­n del USMECA está condiciona­da al incremento de los salarios a fin de proscribir el “dumping laboral”. Paradójica­mente el incremento de las percepcion­es va ha ser impuesto desde afuera. Esa es una de las contadas virtudes de la globalizac­ión.

No existe proyecto viable de modernizac­ión que no ponga en el centro la elevación de los salarios y la recuperaci­ón de los derechos laborales. La política que se adopte al respecto definirá como ninguna otra el carácter progresist­a del nuevo gobierno. Es indispensa­ble suprimir la Comisión Nacional de Salarios Mínimos. Máximo espejo del “cochupo” entre el gobierno, las empresas y los sindicatos corporativ­os. Hemos propuesto desde hace muchos años la fijación de los salarios mínimos por la Cámara de Diputados, según el análisis que haga anualmente el Coneval sobre el deterioro del poder adquisitiv­o del segmento más pobre de la fuerza laboral. Ese ha sido y será mi compromiso irrenuncia­ble con los trabajador­es de México.

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