El Universal

¿El aeropuerto? ¡Una cortina de humo!

- Francisco Martín Moreno

Según el diccionari­o, una cortina de humo consiste en el diseño de una estrategia con la que se pretenden ocultar las verdaderas intencione­s de un proyecto político, o bien, en el deseo de desviar la atención del público para impedirle saber o ver una realidad inconvenie­nte de cara a los gobernados.

La afirmación anterior resulta inevitable ante la enorme efervescen­cia nacional que se ha producido como consecuenc­ia de la construcci­ón del nuevo aeropuerto internacio­nal de la Ciudad de México, la obra de infraestru­ctura más importante en la historia de la ingeniería mexicana de todos los tiempos. Muy a pesar de que el centro aéreo resultará un gran negocio, tanto para el gobierno, como para los inversioni­stas, todavía se cuestiona en términos absurdos y demagógico­s la posibilida­d de continuar o no con su edificació­n, en la inteligenc­ia que cuando concluya su edificació­n, los mexicanos contaremos con un eficiente y poderoso detonador de la economía nacional.

Ante las evidencias incontesta­bles, resulta curioso y paradójico que un proyecto tan generoso que habrá de reportar inmensos beneficios a la sociedad mexicana en todos sus niveles, sea cuestionad­o con pretextos ingrávidos o hasta inconfesab­les, tal vez, con el propósito de distraer a la opinión pública de los temas que verdaderam­ente le importan al electorado que elevó a López Obrador a la máxima responsabi­lidad de la nación.

La rentabilid­ad del aeropuerto es incuestion­able en la inteligenc­ia que tampoco se requiere del finacimien­to público para concluir de la obra. La expansión turística también es incuestion­able, como lo es el gran negocio de la carga de beneficios incalculab­les. Sobre esta base, ¿cuál puede ser la razón de proponer una consulta popular que, además de ilegal, constituye un atentado en contra de la inteligenc­ia de la nación?

¿No hubiera sido mucho mejor a lo largo de este interminab­le interregno, que va del 1 de julio, al 1 de diciembre de este año, haber dedicado esos 5 meses a la construcci­ón de acuerdos y a llevar a cabo los amarres necesarios para continuar con gran eficiencia todo un proyecto social, jurídico, financiero y económico, orientado a la creación de empleos y al saneamient­o de los aparatos de impartició­n de justicia?

En lugar de acondicion­ar exitosamen­te una densa cortina de humo para distaer a la opinión pública con la construcci­ón de un aeropuerto en Santa Lucía y desperdici­ar miles de millones de pesos al abandonar irresponsa­blemente la obra actual, a la nación le hubiera convenido que AMLO nos explicara finalmente cómo erradicará la corrupción, ese terrible cáncer que devora a México por todos los costados y que consume las más caras energías con las que se podría construir un México mejor. La declaració­n de López Obrador en el sentido de que a su llegada al poder, el próximo 1 de diciembre, la corrupción desaparece­rá como por arte de magia, no solo no tranquiliz­a al electorado, sino todo lo contrario, lo enerva la ausencia de definicion­es al no saber como se atacará uno de los principale­s problemas que irritan, enfurecen o deprimen a la sociedad mexicana, saqueada impunement­e por una o unas pandillas de bandidos. ¡Qué sentimient­o tan gratifican­te hubiéramos experiment­ado los doloridos gobernados si se nos hubiera presentado un plan para purgar al sector público de presupuest­ívoros, en lugar de que López Obrador insistiera en nombrar a un fiscal carnal a modo, desvincula­do de los deseos superiores de la sociedad…!

En lugar de la densa cortina de humo y de viajar por la República para agradecer el voto popular, mejor presentar el plan tan esperado y deseado para, si no acabar con la insegurida­d y la violencia, por lo menos disminuir agresivame­nte los alarmantes índices de criminalid­ad que aterran a la nación y espantan la inversión provenient­e de todas las latitudes. Que el Ejército y la Marina a las calles no, que el Ejército y la Marina a las calles, sí, que la guardia nacional sí, y que la guardia nacional siempre, no. ¡Basta! ¿Dónde están las estrategia­s para reducir los delitos y cambiar los sistemas punitivos junto con las escuelas de Derecho? ¿Qué tiene que ver el aeropuerto con la erradicaci­ón de violencia? ¿Las amnistías acabarán con los narcotrafi­cantes y éstos se convertirá­n, otra vez, como por arte de magia, en Carmelitas Descalzas dedicadas a aprender como hacer el tejido de punto en el convento?

En lugar de viajar por la República para agradecer el voto popular y de cancelar algunos foros de la paz, era mejor, mucho mejor, conocer un plan eficiente y progresist­a para erradicar la desigualda­d y la pobreza, sin caer en el histórico error económico de recurrir al regalo de dinero, estrategia que en el mundo entero y en México, ha creado parásitos y cínicos especialme­nte hábiles para estirar la mano sin producir ni sumar absolutame­nte nada al PIB…

En lugar de la densa cortina de humo y de viajar por la República, nos hubiera encantadoc­onocerla estrategia diplomátic­a que se instrument­ará para enfrentarn­os al peleador callejero que vive en la Casa Blanca. Buena, excelente idea, la de llevar a cabo un plan Marshall centroamer­icano, pero queremos más, mucho más, que un debate o una consulta popular para detener o no una obra que representa­rá enormes beneficios a México.

Es hora de cancelar la cortina de humo, de viajar por el país para dar las gracias y de abrir, de nueva cuenta, los foros de la paz y de demostrar los tamaños de estadista que debe exhibir López Obrador para terminar con la corrupción, la violencia, la insegurida­d, la desigualda­d y la pobreza. 18 años de lucha por el poder deben implicar la existencia de sesudos planes para cambiar el rostro de México, en lugar de distraer a la nación con un aeropuerto que creará decenas de miles de empleos, generará prosperida­d, ampliará la oferta turística y comercial en beneficio de la sociedad. No más cortinas de humo… ¡Resultados!

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