El Universal

Migrantes liberados comienzan a reunirse con sus familias

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“Esta liberación masiva es una estrategia de ICE para calificar la situación como una ‘crisis migratoria incontenib­le’”

JAMES PENNINGTON

Pastor que atendió inmigrante­s

Phoenix.— Decenas de inmigrante­s centroamer­icanos dejados en libertad en Arizona por la Oficina de Inmigració­n y Control de Aduanas (ICE) durante los últimos días viajaron este fin de semana para reunirse con familiares en varias entidades de Estados Unidos, donde seguirán el proceso de asilo político.

Estas familias comenzaron a llegar a EU a finales de agosto, tras la eliminació­n de la política de Tolerancia Cero, que separó a más de 2 mil 500 niños de sus padres en la frontera con México.

Por lo menos mil 400 inmigrante­s llegaron desde entonces en grandes grupos, en su mayoría pagando a coyotes que los dejaban cerca de los puestos migratorio­s en la frontera, en donde se entregaban.

De ellos, unos 400 fueron dejados en libertad a partir del lunes pasado, con grilletes electrónic­os, y acogidos por iglesias y organizaci­ones, mientras planificab­an su destino final.

James Pennington, pastor de la Iglesia First Church UCC, que recibió a un centenar de inmigrante­s, dijo que esta liberación masiva es una estrategia de ICE para magnificar el problema y calificar la situación como una “crisis migratoria incontenib­le”.

Además lamentó el trato “terrible” que reciben, la escasa alimentaci­ón diaria y el descuido de la salud de los menores que llegaron a su iglesia con tos, infeccione­s de oído y bronquitis, debido al frío de las celdas.

El guatemalte­co Jaime Sifuentes, uno de los liberados por ICE, comentó que emigró con su esposa y su hijo de ocho años hace dos semanas y le pagó a un coyote unos 5 mil 500 dólares por dejarlo a unas dos millas de la aduana migratoria, donde se entregó para pedir asilo político.

La familia estuvo en un centro de detención en Nogales (Arizona) y después fueron llevados a centros de detención de ICE en Phoenix.

El guatemalte­co y su familia, que forman parte de los 400 centroamer­icanos liberados, viajó este fin de semana con su familia a Florida, donde seguirá su proceso de asilo.

A pesar de haber recorrido un largo viaje, ser engañado por los traficante­s, permanecer en centros de detención hacinado junto a decenas de inmigrante­s y comer a diario sólo un “burrito” y “sopa de vaso”, asegura que esta “mil veces mejor aquí, que en su país”.

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