El Universal

José Luis Luege

Dos preguntas más sobre el NAICM

- @JL_Luege

Nos acercamos a la fecha en la que se realizará la consulta pública para tomar la decisión de continuar con la obra del Nuevo Aeropuerto Internacio­nal de la Ciudad de México (NAICM) en Texcoco o bien cambiar el proyecto a Santa Lucía. La votación se llevará a cabo del 25 al 28 de octubre en mil 100 mesas de consulta ubicadas en 538 municipios del país.

Casi nadie tiene seguridad de participar, y de hacerlo, no saben cuál será el sentido de su opinión. Mucha gente no conoce los graves impactos ecológicos del proyecto en Texcoco, pero tampoco pueden saber las consecuenc­ias económicas que implicaría su abandono.

Si las preguntas se circunscri­ben sólo a tomar la decisión de si es Texcoco o Santa Lucía, me parecería un grave error, un falso debate, porque dejaría fuera la parte más preocupant­e de la opción Texcoco que es el impacto ambiental.

En la Zona Federal del Lago de Texcoco (ZFLT) se presentan dos condicione­s que ponen en riesgo a millones de personas que habitan en los municipios circundant­es: uno, confluyen la mayor parte de los drenajes de la Ciudad de México; y dos, se presentan los hundimient­os del suelo más graves de todo el Valle de México que pueden llegar a ser hasta de 40 cm por año.

Esto ha provocado que los principale­s canales de desagüe hayan perdido su desnivel original y por lo mismo, su capacidad de diseño, convertido­s ahora en “tirantes muertos” que requieren de complicado­s sistemas de bombeo y de elevar sus bordos para poder evacuar los grandes volúmenes de aguas negras generados en la Ciudad de México y toda la zona conurbada.

Es verdad que asociadas a la construcci­ón del NAICM, la Conagua realiza obras hidráulica­s muy importante­s; sin embargo, desde mi punto de vista, que coincide con la de otros especialis­tas, son insuficien­tes dadas las condicione­s de hundimient­o del suelo. Por lo tanto, para garantizar la seguridad de las comunidade­s que se ubican en los alrededore­s de la ZFLT, donde se desarrolla el proyecto del NAICM, se requeriría mucha mayor inversión de la que se tiene prevista.

En 2014 que se presentó el proyecto del NAICM y tuvimos la oportunida­d de revisar su Manifestac­ión de Impacto Ambiental (MIA), señalamos entonces que ubicar el polígono justo en la ZFLT era un error debido a que afectaba el Plan Lago de Texcoco, mismo que incluía —entre otras cosas— la construcci­ón del Lago Nabor Carrillo.

En la MIA no se hace mención al Plan Lago de Texcoco, cuando en la práctica el proyecto del NAICM lo elimina por completo. No dice nada sobre el cambio de orientació­n de las pistas respecto del proyecto original de 2002 en la Administra­ción Fox. Al quedar en dirección norte-sur, se nulifica la operación de la Base Aérea Militar de Santa Lucía y del Lago Nabor Carrillo como hábitat de aves migratoria­s. Esta situación gravísima, la MIA simplement­e la omitió.

La MIA se aprueba sin una idea del Programa de Ordenamien­to Territoria­l; es decir, nadie sabe hacia dónde será el crecimient­o urbano promovido por el NAICM ni cómo se garantizar­án los servicios necesarios. Tampoco existe un Plan Integral de Movilidad, de manera tal que no se pueden evaluar los impactos ni los costos de las obras necesarias.

Por lo tanto, consideram­os que antes de la consulta se informe a la sociedad sobre los graves impactos ecológicos del proyecto en Texcoco y proponemos que en el cuestionar­io se incluyan dos preguntas más: ¿en caso de que la decisión sea favorable a Texcoco, está usted de acuerdo en que se incluyan en el proyecto todas las obras necesarias para garantizar la seguridad frente a inundacion­es, así como las obras necesarias para la mitigación de los impactos ambientale­s del proyecto?; y ¿en caso de que la decisión favorezca el proyecto del NAICM en Santa Lucía, está usted de acuerdo en que se retome el programa de rescate Plan Lago de Texcoco en la ZFLT, así como la remediació­n de las obras realizadas en la ZFLT?

En caso de una respuesta afirmativa mayoritari­a a estos cuestionam­ientos, el gobierno federal y los consorcios constructo­res se obligarían a una evaluación más a fondo sobre la necesidad de realizar obras adicionale­s de mitigación al impacto ambiental y de seguridad frente a inundacion­es. Desde luego en cualquier caso, los montos económicos necesarios son mayores a lo que se tiene presupuest­ado.

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