PESCADORAS EXITOSAS
Cooperativistas y empresarias coinciden en que los permisos y apoyos oficiales les son obstruidos por razones de género
Reman a contracorriente de la desigualdad en la industria y hoy exportan a EU, China y Europa.
Cuando la empresaria pesquera Minerva Pérez tuvo éxito gracias a la producción de almeja generosa, un molusco de la costa mexicana del Pacífico, los comentarios de envidia surgieron de algunos trabajadores de Ensenada, Baja California, quienes años atrás despreciaban a esa especie, la cual es una de las más consumidas hoy en día, sobre todo en el mercado asiático.
En ese nicho Minerva fue pionera, con su empresa Atenea en el Mar. Pero antes de lograr estabilidad, empezó desde abajo. Previo al embargo atunero de Estados Unidos —decretado en 1989— se dedicó a cargar, pescar y preparar embarcaciones para la captura de langosta, atún y escama.
Esa historia también la recorrió Yanett Castro Medina, quien desde los ocho años aprendió el oficio con su padre en la Bahía de Altata y Ensenada del Pabellón, Sinaloa. Trabajó el camarón, la escama, el ostión y las almejas.
Ahora es presidenta de administración de la Sociedad Cooperativa de Producción Pesquera Almejeras de Santa Cruz, la única de su tipo en Sinaloa donde las mujeres pescan y bucean: “La mayoría respalda en diferentes actividades de la cooperativa; sin embargo, no nos miran como pescadoras”, explica.
Pescadoras, permisionarias y empresarias consultadas por EL UNIVERSAL coincidieron en que los permisos y apoyos son obstruidos por razones de género, en un marco donde 70% de las 14 mil 311 trabajadoras registradas no tiene salario fijo, según un análisis de DataMares y Comunidad y Biodiversidad (Cobi), basado en cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
“Hay una discriminación muy marcada y en todas direcciones. Es muy común que cuando vas a pedir un permiso te digan: ‘¿para qué lo quieres o para quién lo quieres?’, no creen que una mujer se quiera dedicar a eso. Con frecuencia las mujeres son juzgadas por su aspecto, hay funcionarios que ponen en tela de juicio mi desempeño en la actividad porque juzgan que no luzco como pescadora o cuestionan la manera como entré al sector”, cuenta Minerva Pérez en la segunda parte de este reportaje.
A esos obstáculos —violatorios de la Ley General para la Igualdad entre Hombres y Mujeres— se suma que apenas hace unos meses se incorporó una adición, iniciativa de la ex senadora priísta Diva Gastélum; aun así las reglas de operación de los subsidios no consideran la perspectiva de género.
En la adición a la ley que realizó Gastélum, avalada en diciembre de 2017, se prevé que los “programas y proyectos promuevan e impulsen el desarrollo de la actividad pesquera de las mujeres”.
Sin embargo, en las Reglas de Operación de los Programas de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa) para el ejercicio 2018, a través de sus 16 consideraciones publicadas en el
Diario Oficial de la Federación, no se incluye la igualdad de género. Corresponden al impulso a la capitalización, al componente de desarrollo de la acuacultura, ordenamiento y vigilancia pesquera y acuícola, fomento al consumo y paquetes productivos.
Hace 17 años, Minerva emprendió su propio negocio con la almeja generosa, de la cual solicitó un estudio y después de dos años obtuvo el permiso de pesca comercial y una embarcación. Con el tiempo aumentó a seis las naves y los pescadores se percataron de sus ganancias. Para desarrollarse más estudió una maestría en administración y empezó a tratar de darle valor agregado al producto.
“La manera que yo encontré de diferenciarme y de agregar valor a mis productos fue en las certificaciones sanitarias. Ya tenía la capacidad de llegar a los mercados internacionales, pero no había plantas certificadas para moluscos bivalvos, por lo que decidí invertir todo lo que había generado. De hecho, es la única planta certificada para exportar a Estados Unidos, China, Europa y Canadá con almacenamiento húmedo”, explica. Al notarlo, los pescadores y autoridades le decían: “Minerva, es que no pareces pescadora, no creo que lo seas. ¿Quién trabaja el permiso?”.
Lorena Ortiz, asesora de la Confederación Mexicana de Cooperativas Pesqueras y Acuícolas (Conmecoop), señala que si bien hay avances en términos de igualdad, existen dos factores negativos: el primero, que la misma mujer no valora su trabajo y el segundo, que hay autoridades que no las reconocen como pescadoras por carecer de registro oficial. “No le damos valor a nuestro trabajo y a los hombres no les agrada que sobresalgamos”, agrega Ortiz, ex funcionaria de la Comisión Nacional de Acuacultura y Pesca (Conapesca).
Según un análisis de la iniciativa DataMares, rebasaron los 13 mil millones de pesos en el periodo 2005-2017. La iniciativa hizo a la Conapesca 47 solicitudes de información de los subsidios y los permisos desglosados por sexo masculino y femenino —tal y como se registran en sus fórmulas de petición—, sin que de tallara de esa manera. Una de las razones de la falta de visibilización femenina se debe a sesgos en la captura de datos, como “no desagregarlos por género y no considerar la pesca de subsistencia [realizada sobre todo por mujeres]”, lo que incluye las labores previas y posteriores a la extracción.
Las mujeres consultadas en Sonora, Baja California, Sinaloa y Baja California Sur refieren que estos incentivos los reciben en mayor medida los hombres, mientras Conapesca indicó que otorgó 880 millones de pesos.
Pérez expone que “cuando hay vedas, por ejemplo, generalmente se da apoyo financiero a pescadores en la embarcación, a las mujeres no se les toma en cuenta”.
Uno de los subsidios que se entrega durante contingencias ambientales como huracanes —agrega la empresaria— no incluye a las mujeres de la cadena productiva, sino a la persona directamente relacionada con un permiso de pesca. Es una política que debe cambiar para incluir a todas las mujeres que frecuentemente son cabeza de familia y dependen de la actividad de pos producción de ese mismo permiso, puntualiza.
Castro Medina es una de las pescadoras sinaloenses más reconocidas, debido a que en su cooperativa la mayoría del personal es femenino. Recuerda que en su niñez conoció a mujeres jóvenes que hoy siguen en las mismas condiciones de pobreza, por lo que “es momento de dar la pelea (...). No tienen nada y siguen viviendo en las mismas condiciones. La mayoría no estudió, han sacado adelante a sus familias, no se sienten valoradas y no está bien porque debería ser un motivo de orgullo, no lo sienten así porque realmente nunca han ganado lo suficiente”, dice.
“Queremos cambiar la historia de las mujeres en la pesca, que no se sientan tan poca cosa; capacitándonos, buscando alternativas, ganar lo que se debe, conseguir los créditos para dar valor agregado a nuestros productos. Sí podemos cambiar nuestra historia”, asegura Yannet. *Iniciativa de Ciencia y Periodismo, DataMares http://datamares.org