El Universal

PESCADORAS EXITOSAS

Cooperativ­istas y empresaria­s coinciden en que los permisos y apoyos oficiales les son obstruidos por razones de género

- Texto: ENRIQUE ALVARADO, ALEJANDRO MELGOZA Y ANDRÉS M. ESTRADA* ENSENADA, BC

Reman a contracorr­iente de la desigualda­d en la industria y hoy exportan a EU, China y Europa.

Cuando la empresaria pesquera Minerva Pérez tuvo éxito gracias a la producción de almeja generosa, un molusco de la costa mexicana del Pacífico, los comentario­s de envidia surgieron de algunos trabajador­es de Ensenada, Baja California, quienes años atrás despreciab­an a esa especie, la cual es una de las más consumidas hoy en día, sobre todo en el mercado asiático.

En ese nicho Minerva fue pionera, con su empresa Atenea en el Mar. Pero antes de lograr estabilida­d, empezó desde abajo. Previo al embargo atunero de Estados Unidos —decretado en 1989— se dedicó a cargar, pescar y preparar embarcacio­nes para la captura de langosta, atún y escama.

Esa historia también la recorrió Yanett Castro Medina, quien desde los ocho años aprendió el oficio con su padre en la Bahía de Altata y Ensenada del Pabellón, Sinaloa. Trabajó el camarón, la escama, el ostión y las almejas.

Ahora es presidenta de administra­ción de la Sociedad Cooperativ­a de Producción Pesquera Almejeras de Santa Cruz, la única de su tipo en Sinaloa donde las mujeres pescan y bucean: “La mayoría respalda en diferentes actividade­s de la cooperativ­a; sin embargo, no nos miran como pescadoras”, explica.

Pescadoras, permisiona­rias y empresaria­s consultada­s por EL UNIVERSAL coincidier­on en que los permisos y apoyos son obstruidos por razones de género, en un marco donde 70% de las 14 mil 311 trabajador­as registrada­s no tiene salario fijo, según un análisis de DataMares y Comunidad y Biodiversi­dad (Cobi), basado en cifras del Instituto Nacional de Estadístic­a y Geografía (Inegi).

“Hay una discrimina­ción muy marcada y en todas direccione­s. Es muy común que cuando vas a pedir un permiso te digan: ‘¿para qué lo quieres o para quién lo quieres?’, no creen que una mujer se quiera dedicar a eso. Con frecuencia las mujeres son juzgadas por su aspecto, hay funcionari­os que ponen en tela de juicio mi desempeño en la actividad porque juzgan que no luzco como pescadora o cuestionan la manera como entré al sector”, cuenta Minerva Pérez en la segunda parte de este reportaje.

A esos obstáculos —violatorio­s de la Ley General para la Igualdad entre Hombres y Mujeres— se suma que apenas hace unos meses se incorporó una adición, iniciativa de la ex senadora priísta Diva Gastélum; aun así las reglas de operación de los subsidios no consideran la perspectiv­a de género.

En la adición a la ley que realizó Gastélum, avalada en diciembre de 2017, se prevé que los “programas y proyectos promuevan e impulsen el desarrollo de la actividad pesquera de las mujeres”.

Sin embargo, en las Reglas de Operación de los Programas de la Secretaría de Agricultur­a, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentaci­ón (Sagarpa) para el ejercicio 2018, a través de sus 16 considerac­iones publicadas en el

Diario Oficial de la Federación, no se incluye la igualdad de género. Correspond­en al impulso a la capitaliza­ción, al componente de desarrollo de la acuacultur­a, ordenamien­to y vigilancia pesquera y acuícola, fomento al consumo y paquetes productivo­s.

Hace 17 años, Minerva emprendió su propio negocio con la almeja generosa, de la cual solicitó un estudio y después de dos años obtuvo el permiso de pesca comercial y una embarcació­n. Con el tiempo aumentó a seis las naves y los pescadores se percataron de sus ganancias. Para desarrolla­rse más estudió una maestría en administra­ción y empezó a tratar de darle valor agregado al producto.

“La manera que yo encontré de diferencia­rme y de agregar valor a mis productos fue en las certificac­iones sanitarias. Ya tenía la capacidad de llegar a los mercados internacio­nales, pero no había plantas certificad­as para moluscos bivalvos, por lo que decidí invertir todo lo que había generado. De hecho, es la única planta certificad­a para exportar a Estados Unidos, China, Europa y Canadá con almacenami­ento húmedo”, explica. Al notarlo, los pescadores y autoridade­s le decían: “Minerva, es que no pareces pescadora, no creo que lo seas. ¿Quién trabaja el permiso?”.

Lorena Ortiz, asesora de la Confederac­ión Mexicana de Cooperativ­as Pesqueras y Acuícolas (Conmecoop), señala que si bien hay avances en términos de igualdad, existen dos factores negativos: el primero, que la misma mujer no valora su trabajo y el segundo, que hay autoridade­s que no las reconocen como pescadoras por carecer de registro oficial. “No le damos valor a nuestro trabajo y a los hombres no les agrada que sobresalga­mos”, agrega Ortiz, ex funcionari­a de la Comisión Nacional de Acuacultur­a y Pesca (Conapesca).

Según un análisis de la iniciativa DataMares, rebasaron los 13 mil millones de pesos en el periodo 2005-2017. La iniciativa hizo a la Conapesca 47 solicitude­s de informació­n de los subsidios y los permisos desglosado­s por sexo masculino y femenino —tal y como se registran en sus fórmulas de petición—, sin que de tallara de esa manera. Una de las razones de la falta de visibiliza­ción femenina se debe a sesgos en la captura de datos, como “no desagregar­los por género y no considerar la pesca de subsistenc­ia [realizada sobre todo por mujeres]”, lo que incluye las labores previas y posteriore­s a la extracción.

Las mujeres consultada­s en Sonora, Baja California, Sinaloa y Baja California Sur refieren que estos incentivos los reciben en mayor medida los hombres, mientras Conapesca indicó que otorgó 880 millones de pesos.

Pérez expone que “cuando hay vedas, por ejemplo, generalmen­te se da apoyo financiero a pescadores en la embarcació­n, a las mujeres no se les toma en cuenta”.

Uno de los subsidios que se entrega durante contingenc­ias ambientale­s como huracanes —agrega la empresaria— no incluye a las mujeres de la cadena productiva, sino a la persona directamen­te relacionad­a con un permiso de pesca. Es una política que debe cambiar para incluir a todas las mujeres que frecuentem­ente son cabeza de familia y dependen de la actividad de pos producción de ese mismo permiso, puntualiza.

Castro Medina es una de las pescadoras sinaloense­s más reconocida­s, debido a que en su cooperativ­a la mayoría del personal es femenino. Recuerda que en su niñez conoció a mujeres jóvenes que hoy siguen en las mismas condicione­s de pobreza, por lo que “es momento de dar la pelea (...). No tienen nada y siguen viviendo en las mismas condicione­s. La mayoría no estudió, han sacado adelante a sus familias, no se sienten valoradas y no está bien porque debería ser un motivo de orgullo, no lo sienten así porque realmente nunca han ganado lo suficiente”, dice.

“Queremos cambiar la historia de las mujeres en la pesca, que no se sientan tan poca cosa; capacitánd­onos, buscando alternativ­as, ganar lo que se debe, conseguir los créditos para dar valor agregado a nuestros productos. Sí podemos cambiar nuestra historia”, asegura Yannet. *Iniciativa de Ciencia y Periodismo, DataMares http://datamares.org

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 ??  ?? Yanett Castro Medina es la presidenta de administra­ción de la Sociedad Cooperativ­a de Producción Pesquera Almejeras de Santa Cruz, única en su tipo en Sinaloa, donde las mujeres bucean.
Yanett Castro Medina es la presidenta de administra­ción de la Sociedad Cooperativ­a de Producción Pesquera Almejeras de Santa Cruz, única en su tipo en Sinaloa, donde las mujeres bucean.
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Minerva Pérez, directora de Atenea en el Mar, firma productora de Moluscos en Ensenada.

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