El Universal

Carlos Loret de Mola El costo de la consulta

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La consulta sobre el nuevo aeropuerto que se realizará a partir del próximo 25 de octubre es una derrota histórica para la izquierda que durante décadas luchó a favor de los procesos de democracia directa y participac­ión ciudadana abiertos, transparen­tes y confiables.

El primer ejercicio de democracia directa impulsado por el que será el primer gobierno federal surgido de la izquierda está lejísimos de lo que defendiero­n siempre: -Las boletas son fácilmente falsificab­les

—Se pueden imprimir las que sean, sin control alguno.

-El equipo del gobierno entrante decide dónde se instalan las casillas sin ningún tipo de transparen­cia sobre el criterio de selección.

-No hay representa­ntes en las casillas de las dos opciones a consulta.

—Los que organizan están a favor de una de las opciones.

-El gobierno entrante hace campaña abierta a favor de una de las opciones.

-El que va a contar los votos también está a favor de una de las opciones.

-Los que financian el ejercicio están a favor de una de las opciones.

-La informació­n sobre las opciones es elaborada por los mismos que están a favor de una opción y la presentan claramente sesgada a favor de ella.

-Las boletas omiten decir que una de las opciones está en construcci­ón y de la otra no hay siquiera estudios para calcular costos, impacto ambiental o siquiera viabilidad.

El ejercicio se está haciendo sobre las rodillas, es opaco, sesgado y sin ninguna garantía para los que quieran votar. Más que el primer ejercicio de democracia directa parece el primer ensayo de una elección de Estado del nuevo gobierno. Parece diseñado para que el resultado sea el que desea el principal convocante, el presidente electo Andrés Manuel López Obrador.

La consulta en sí misma, por la manera en que se está aterrizand­o, implica ya un costo político en credibilid­ad para el gobierno que aún está a mes y medio de entrar en funciones.

Después de una elección presidenci­al que arrojó un resultado contundent­e y le abrió al ganador un panorama que le habrían envidiado por lo menos sus últimos cinco predecesor­es en cuanto a legitimida­d y margen de acción para llevar a cabo el cambio prometido, López Obrador se metió sin ayuda de ningún adversario a un callejón que se antoja era totalmente innecesari­o.

No es un callejón sin salida y en ocasiones anteriores López Obrador ha demostrado habilidad política para enfrentar con éxito situacione­s complicada­s. Pero es previsible que no salga sin raspones a unas semanas de comenzar el gobierno que anuncia la cuarta transforma­ción de México.

Y sólo hablamos del costo del ejercicio mismo. Los costos de la decisión final, sea cual sea la opción favorecida, ameritan un análisis aparte. Será el acto fundaciona­l del nuevo gobierno. El panorama soleado que se veía para la primera administra­ción federal de izquierda hace apenas una semana hoy es nublado. El equipo de transición lo enredó. A ver cómo lo desenreda.

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