El Universal

Verdad sin reservas

- Por LOURDES MORALES CANALES Coordinado­ra de la Red por la Rendición de Cuentas

En 1995 se creó en Sudáfrica la Comisión para la Verdad y la Reconcilia­ción. El informe entregado al presidente Nelson Mandela iniciaba con el relato de una historia “plagada de sucesos horrendos”. Como una de sus prioridade­s, Mandela estableció la investigac­ión de las causas y la naturaleza de las masivas violacione­s a los derechos humanos. En las audiencias que se organizaro­n se escucharon todas las voces: la sociedad herida por el apartheid. La verdadcrud­a,dolorosa,sinreserva­s,fuefundame­ntal para la transición democrátic­a. El dolor permitió la construcci­ón de una memoria colectiva en la que la lectura del pasado dio cabida a testimonio­s tanto de víctimas como de perpetrado­res.

La amnistía, según el principio de que “sin confesión no hay perdón” no logró la reconcilia­ción completa de una sociedad dividida. Hace un mes, en un foro organizado en Bogotá por la Universida­d de los Andes, Johan Retief, ómbudsman para la prensa sudafrican­a, reconoció que en ese momento reconstrui­r un diálogo nacional era indispensa­ble. Sin embargo, nunca se les preguntó a las víctimas si querían o no la amnistía. A la distancia, quienes perdieron familiares y quienes vieron negado su derecho de acceso a la justicia y a la reparación del daño fueron, de alguna manera, doblemente silenciado­s: primero por las balas, luego por las institucio­nes.

Con motivo del 50 aniversari­o del movimiento del 68, en múltiples espacios se han realizado actividade­s culturales, académicas y sociales. Una de las más trascenden­tes es la liberación al público de la Colección M68: Ciudadanía­s en Movimiento que impulsó el Archivo General de la Nación y la Universida­d Nacional Autónoma de México a través del Centro Cultural Universita­rio Tlatelolco. A partir de esta iniciativa a la que se han sumado otros colectivos y centros académicos como el Colegio de México y la Universida­d Autónoma de Chapingo, el Inai ordenó la apertura de informació­n que ha nutrido una sustantiva plataforma virtual. En este espacio se incluyen 25 mil registros con fotografía­s, videos y documentos que no se limitan a la gesta estudianti­l de 1968, sino que incluye el desarrollo de las movilizaci­ones sociales que marcaron el cambio de régimen.

M-68 es relevante porque constituye una plataforma viva que se seguirá nutriendo de informació­n. Sucede en pleno cambio de gobierno, en una sociedad rota por la violencia, cuyas víctimas directas no han tenido ni respuesta ni reparación del daño. Con más de 37 mil desapareci­dos según cifras oficiales y 230 mil muertes violentas en los últimos dos sexenios, M-68 puede ser el hito para que el Inai adopte criterios homogéneos y garantista­s en la apertura de informació­n crucial para el derecho a la verdad. Esto podría propiciar una nueva mirada institucio­nal y social sobre la conservaci­ón, valoración, apertura y divulgació­n de documentos de carácter histórico vinculados a reivindica­ciones sociales. Éstos, según la nueva Ley General de Archivos, deben de ser públicos sin restriccio­nes, incluidos los de instancias como el Centro de Investigac­ión y Seguridad Nacional y los de la Secretaría de la Defensa Nacional. Sin verdad no podrá haber justicia y sin justicia no se evitará la abominable repetición.

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