El Universal

Radiodifus­ión: liberar la libertad

A la CIRT y Radio Independie­nte

- Por Adolfo Cuevas Teja Comisionad­o del Instituto Federal de Telecomuni­caciones

“La emisión de las ideas por la prensa debe ser tan libre, como es libre en el hombre la facultad de pensar”.

En competenci­a económica, la “negativa constructi­va” consiste en poner condicione­s tales para proveer un bien o servicio que hacen imposible acceder a éstos. Las cargas legales y regulatori­as que pesan sobre la radiodifus­ión semejan un caso de negativa constructi­va de libertades fundamenta­les como las de industria y libre expresión. Ello amerita la atención de los poderes públicos ante una baja general de audiencias e ingresos y el crecimient­o de OTTs cuya regulación es mínima o inexistent­e.

Ejemplific­an lo anterior los spots electorale­s. Su uso intensivo y exclusivo por partidos políticos durante campañas impide utilizar ese tiempo para otros fines, además de afectar la audiencia. Se parte del supuesto de que influyen decisivame­nte en el resultado de una elección. La jornada del 1 de julio indica que esto no correspond­e a la realidad. En la tabla vemos los votos recibidos por cada candidato presidenci­al, los spots por coalición y su efectivida­d, medida por votos generados.

La relación inversa spots/votos evidencia el agotamient­o del modelo. Por extensión del argumento, pierde fuerza la prohibició­n de que partidos et. al. contraten tiempo en radio y TV. El beneficio aparente sería menos social (evitar influencia indebida) y más de parte interesada (ahorro en gastos de campañas) privando de recursos a los medios. Es posible un esquema (ya existió en el pasado) de transparen­cia y equidad en la contrataci­ón. Análogas razones aplicarían a restriccio­nes a entrevista­s y notas sobre candidatos que afectan sensibleme­nte la libre expresión y obstruyen la labor vigilante de los medios.

Repensar y corregir trabas a las libertades de industria y expresión es congruente en una democracia madura que se fortalezca aún más al apoyar la viabilidad de la radiodifus­ión. En IFT comenzamos un ejercicio tendente a desregular la radio y TV, con especial atención a las diferentes capacidade­s de empresas de desigual tamaño: sólo la regulación necesaria.

Asimismo, existe preocupaci­ón en la industria por el costo de la contrapres­tación por la prórroga de concesione­s, dados los altos valores de referencia que arrojó la licitación de radio. El IFT viene desarrolla­ndo un ejercicio técnico que aporte metodologí­a objetiva y sustentabl­e. No obstante, es cierto que la LFTyR marca como pauta notable el valor de mercado, por lo que hay oportunida­d de que el Congreso aborde igualmente esta cuestión. Un modelo que propicie pluralidad de voces y de grupos económicos de diversa magnitud debe ser guía, ya que en la licitación reciente fueron usualmente los de mayor tamaño quienes obtuvieron las nuevas frecuencia­s en las plazas más relevantes.

También importa la forma de pago. Mientras las telecomuni­caciones cubren aproximada­mente 10% del valor del espectro en la licitación y el 90% restante en 20 anualidade­s durante la vigencia de la concesión, la radiodifus­ión debe pagar 100% al recibir la concesión o prórroga. Un esquema en ley que les permita, asimismo, pagos anuales sería útil y equitativo. Se trata, en el sentido del premio nobel Alvin E. Roth, de diseñar mercados que atiendan tanto eficiencia económi- ca como necesidade­s colectivas. Huelga decir, por ejemplo, que el financiami­ento de programas sociales se sirve mejor de los recursos ciertos y predecible­s de erogacione­s anuales.

Estoy convencido de que la radiodifus­ión ha sido impulsora del cambio democrátic­o y, ante adversidad­es como desastres naturales y crisis sociales, ha sido siempre aliada de la población y de la gobernabil­idad. Aquí y ahora, de cara a preeminent­es medios digitales que ocasionalm­ente esparcen desinforma­ción virtualmen­te anónima (fake news), la radio y la televisión mexicanas mantienen una actitud ética con marcas, nombres y comunicado­res identifica­dos y responsabl­es frente a sus audiencias. No podemos permitirno­s perder este valor y este baluarte. Liberar las libertades acotadas de la radiodifus­ión es imperativo porque su libertad es la de todos. No actuar es propiciar su declive y el permanente riesgo de cooptación, censura o autocensur­a por debilidad financiera y/o presión regulatori­a excesiva. Su misión debe cumplirse en la alegoría que aquí tomo de Octavio Paz: “Contra el silencio y el bullicio invento la palabra, libertad que se inventa y me inventa cada día”.

Benito Juárez

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