El Universal

Con sabor norteño

- Por DIANA FÉITO @Gastrobite­s diana@gastrobite­s.com.mx —Diana Féito es periodista gastronómi­ca, apasionada por descubrir historias. Siempre la encontrará­s comiendo algo rico y compartién­dolo en sus redes.

El Cine Ópera es una de las referencia­s inmediatas a la hora de pensar en la colonia San Rafael y, justo a unos pasos de la abandonada sala cinematogr­áfica de estilo art decó, habita La Tonina, un modesto merendero que abrió sus puertas en 1946. Aunque su mobiliario relata su antigüedad en silencio, la afluencia de comensales no envejece. El local toma el nombre del personaje que lo fundó: Héctor Garza Lozano Vela, mejor conocido como La Tonina Jackson.

Chilorio, machaca y cochipecho -en un momento hablamos de esta maravilla-, son tres de los guisados que abanderan tierras norteñas; de donde era originario el luchador de la triple AAA. Pero si algo ha hecho longevo a este local, son las suaves frazadas de trigo que los acompañan: las tortillas de harina. Dignas de reconocimi­ento, las tortillas de La Tonina son hechas en casa, adictivas, y las preparan por montones. Es habitual encontrar alguna de las mesas del restaurant­e tapizada de ellas, como pequeños objetos que componen una pieza de arte, esperando ser admiradas por quien pase a su lado. Así de épicas son.

La dinámica del menú es sencilla, por taco o por plato. La opción a escoger ya depende del hambre que traiga uno. Para apetitos inquietos, están los paquetes que pueden ser dos tacos a elegir o algún guisado: picadillo, chorizo con papas, tinga y filete con rajas, todos de estilo norteño. Se acompañan por un consomé con arroz -de esos que saben a hogar- y tortillas de harina. El cochipecho no tiene nada que ver con ningún capo, más bien es otro de los motivos para visitar este lugar. Se trata de carne de res deshebrada, combinada con cerdo y un adobo que solo necesita algunas gotas de limón para encontrar el equilibrio perfecto entre especias y acidez.

Los frijoles meneados son mención aparte. Basta imaginar unos frijolitos bayos refritos con algunos pedazos de queso tipo manchego bien derretido, para olvidarse de los modales e impulsivam­ente arrancar un pedazo de tortilla para cucharear el plato. Por cierto, tienen cerveza, pero la costumbre dicta una agua fresca de jamaica, mango o el sabor del día.

Hay que dejar espacio para las gorditas de nata, ya sea para darles una mordida en el local o llevar una docena a casa. Estas esponjosit­as delicias serán lo primero que vean tus ojos al entrar al lugar y lo último al salir. No hay manera de resistirse a ellas.

Para ir a La Tonina no hay horario. La carta es la misma durante todo el día, pero los antojos del comensal pueden variar. Por la mañana es común ver desfilar chilaquile­s tamaulipec­os, enchiladas verdes o de mole y menudo norteño por eso de las crudas mortales. Si ven a doña Paty —la propietari­a del local—, salúdenla, es un encanto.

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