Cuando el VIH llegó a México en los años 80
En 1983 se presentaron los primeros seis casos; para 1989 había 1,583. El sector salud comenzó intensas campañas para promover el uso del preservativo
“Algún día la investigación médica encontrará un medicamento para curar el sida, o una vacuna para prevenirlo”, era el eslogan de una campaña de salud que intentaba, sin gran éxito, frenar el avance de la epidemia de sida en México.
El sida es una de las etapas más avanzadas de la infección por el Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH), según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Este síndrome se caracteriza por disminuir la capacidad del organismo para combatir infecciones y otras enfermedades.
El Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirido (Sida) o también llamada “plaga del siglo XXI” cobró sus primeras víctimas en los años 80. Los primeros pacientes se diagnosticaron en Estados Unidos en 1981.
En esa década todavía no se tenían las investigaciones de hoy día y la sociedad mantenía prejuicios con respecto a este padecimiento.
Entre los síntomas aparecían manchas de color rosáceo en la piel, por ello la prensa llamó al sida “peste rosa” y la gente la atribuyó a los homosexuales, según la Coordinadora de Asociaciones de VIH y Sida de la Comunidad Valenciana.
Después, los síntomas se presentaron en inmigrantes haitianos en Estados Unidos, en usuarios de drogas inyectables y en receptores de transfusiones sanguíneas, por lo que estos grupos sufrieron discriminación.
La plaga del siglo XXI llegó a México en 1983, cuando se notificaron seis casos y para 1989 había mil 583, según cifras de Censida (Centro Nacional para la Prevención y Control del VIH/Sida).
Las ideas que se tenían sobre el VIH y el sida en los años 80 fueron variadas. A finales de la década el Sector Salud lanzó la campaña “Frente al sida preservativo o condón, el nombre es lo de menos, lo que importa es que sirve para proteger vidas”.
“El sida no es un problema de moral. Es un problema de salud pública”, decía un anuncio en este diario el 12 de abril de 1988.
El Consejo Nacional del Sida (Conasida), surgido en 1988, pretendía frenar la epidemia que había llegado a nuestro país cinco años antes.
Fue en 1989 que un grupo de padres de familia se manifestó sobre la Avenida Paseo de la Reforma para exigir mejoras en la educación de sus hijos, pero también denunciaron al titular del Conasida (Consejo Nacional del Sida), Jaime Sepúlveda Amor.
Según los padres, “(Sepúlveda) tiene una enfermiza obsesión para la promoción del condón como único medio para combatir el sida” y consideraban que se inducía a los jóvenes a tener sexo fuera del matrimonio.
Ese mismo año, en el espacio La Columna del Lector de este diario, una carta del señor Marcos Hernández a Jaime Sepúlveda decía que era mejor promover la abstinencia sexual y las relaciones hasta el matrimonio.
Sugería poner atención a homosexuales, lesbianas y prostitutas e invitarlos a alejarse de esa conducta.
En los años 80, la comunidad homosexual sufrió campañas de rechazo y exclusión cuando se creía que sólo ellos eran portadores del VIH. En ese tiempo, grupos conservadores exigieron que se aislara a los enfermos para evitar la propagación.
El doctor Sepúlveda afirmó: “No hay grupos de riesgo, sino prácticas riesgosas” en una nota de diciembre de 1989. Ese mismo año se decretó el Día Mundial del Sida para que todos los gobiernos se unieran en campañas de prevención.
Desde los primeros casos en 1983 hasta junio de 2018, el Sistema de Vigilancia Epidemiológica de VIH/Sida ha reportado 198 mil 598. Los más afectados son hombres y mujeres entre los 30 y los 34 años.
Se piensa que el VIH se originó a partir de un virus similar en chimpancés, escribe el especialista Eddy Martínez Zurita. De origen africano, pudo pasar al humano a través de heridas o por un mal manejo, entender su origen ayudaría a eliminarlo.
El sexto objetivo del milenio de la Organización de las Naciones Unidas es erradicarlo, pero la OMS reporta que 37 millones viven con VIH.
En 2010 se notificaron 8 mil 479 casos en México. Hasta junio de 2018, se han reportado 3 mil 442. Aunque la reducción es notable, la discriminación y los estigmas todavía impiden que las personas se hagan pruebas de VIH. Existe un número importante de mexicanos que ni siquiera están en el registro epidemiológico o que no saben que tienen este virus. Queda un largo camino por recorrer.