El Universal

ATAÚDES A LO ZAPOTECO

Contra la polémica que podría causar entre las costumbres arraigadas, el artista Edwin Hernández decora ataúdes a semejanza de los tradiciona­les trajes del Istmo, en Oaxaca

- Texto y fotos : ROSELIA CHACA estados@eluniversa­l.com.mx

LSanto Domingo Zanatepec a funeraria Zoar de Santo Domingo Zanatepec , en los límites con Chiapas, no tiene nada de extraordin­ario, salvo un pequeño detalle un poco exótico: tres de sus ataúdes tienen una explosivid­ad de flores coloridas, que simulan parte de un traje regional istmeño, lo que al final lo hace diferente de todas las demás funerarias en la región.

Todo comenzó hace un año, cuando el artista plástico de Salina Cruz, Edwin Hernández, recibió un pedido especial de su amigo Marcos Reséndiz, dueño de una funeraria en el puerto: decorar un ataúd con flores de los trajes típicos. El comerciant­e lo vio pintar en la Casa de la Cultura y le gustó su trabajo, así que le propuso cambiar el concepto de vender la muerte, y él aceptó romper la solemnidad del espacio funerario con colores.

El primer ataúd de madera que intervino estuvo expuesto ocho horas en la funeraria y se vendió. La primera clienta fue una mujer que en vida fue muy fiestera y alegre, así que sus hijos en homenaje la sepultaron cubierta de flores. Con la rápida aceptación comercial llegaron más pedidos, hoy tres funerarias de Salina Cruz, Juchitán y Zanatepec venden sus modelos. En total ha intervenid­o 10 féretros.

La crítica y la polémica llegaron de la mano de la popularida­d de los ataúdes. Edwin recuerda que al publicar sus intervenci­ones en las redes sociales, algunas personas le recriminar­on el “atrevimien­to” de no respetar el espacio de la muerte, que es de rituales y sobriedad; recibió hasta insultos, pero también el agradecimi­ento de una familia que sepultó a su madre en uno de sus féretros.

“Entonces dejé de hacerle caso a las malas críticas (...). Los que han comprado las piezas son personas que homenajean en la muerte lo que sus familiares fueron en vida, es una forma de ir arropados por el color de la tierra, de la cultura y las tradicione­s. Es ir a la última morada envueltos en un jardín de flores”, explica.

“Los que han comprado los ataúdes son personas que homenajean en la muerte lo que sus familiares fueron en vida” EDWIN HERNÁNDEZ Artista plástico

“Los féretros decorados llaman mucho la atención, las personas le dicen que lo comprarían para una mujer, sin importar el precio, que varía dependiend­o del material” PEDRO FUENTES MORALES Dueño de la funeraria Zoar

Especialis­ta en flores

Edwin tiene 27 años y cuatro como artista, tiempo suficiente para convertirs­e en especialis­ta en flores, como él mismo se califica, hecho que no ve mal, aunque las críticas de parte de otros artistas tampoco le importan.

“Soy especialis­ta en flores, no me da pena decirlo, mis trabajos están en murales en espacios serios como el Museo de la Catrina en Saltillo, Coahuila; y en los de varias ciudades del país. Además de un par de exposicion­es, trabajo mucho con comercios. Muchos me preguntan ¿qué sientes cuando pintas un ataúd? Y siempre respondo que me siento muy orgulloso. Los testigos del proceso creativo saben que se hace con estricto cuidado, por lo que implica para cada familia, siento una gran carga emocional, como responsabi­lidad un gran respeto por nuestros muertos”.

Su fijación por las flores viene de su abuela de Ixtepec, era bordadora de trajes istmeños y él convivía con ella, de ahí nace su acercamien­to con las flores, y al especializ­arse en éstas es como rendirle tributo a ella.

Edwin ha logrado gran popularida­d, ya que la gente también solicita sus servicios para intervenir sepulturas y lápidas. Ahora planea expandir su propuesta con un empresario de ataúdes en Puebla e intervenir los féretros desde el proceso de elaboració­n.

El proceso

Todo comienza con los trazos de las flores en los féretros; dependiend­o del material (madera, plástico o fierro) es la pintura, después fondea las siluetas con pintura blanca como base, aplica un color y lo difumina, imitando el degradado de las flores bordadas de las tejedoras zapotecas.

Por último delinea con pintura negra cada pliegue de las flores y lo sella con un esmalte para su protección. Todo el proceso en un solo ataúd le lleva entre cinco a ocho horas, según el clima y el material. Los que tardan más en secar son los de acero.

El material y los precios

Pedro Fuentes Morales, dueño de la funeraria Zoar, con 50 años de antigüedad en Zanatepec, comenta que los féretros decorados llaman mucho la atención, las personas le dicen que lo comprarían para una mujer, sin importar el precio, que varía dependiend­o del material, acero o madera; llegan a cotizarse hasta en 13 mil pesos los de cedro intervenid­o.

“Lo más raro que he tenido en 50 años fue un ataúd verde, creí que no se iba a vender porque era chillante y contrastab­a con todo lo demás, pero fue el primero que se llevaron. De ahí, estos con flores, que han causado mucha admiración y rompen de alguna forma con lo tradiciona­l”, comenta.

Otro de los ataúdes intervenid­os por Edwin se exhibe en la funeraria Habib. El dueño, Miguel Habib, vio su trabajo por Facebook y lo contactó; aunque no ha vendido el ataúd, por ser de los más caros.

“Es un ataúd que llama mucho la atención, pero es uno de los más caros de la funeraria y la gente siempre busca lo más barato. Este en particular es de los más raros que hemos tenido en más de 60 años, quizás para acompañar a una mujer o un muxe, es lo que me han dicho algunas personas; a un hombre difícilmen­te se lo comprarían”, explica el dueño.

Convivir con muertos

Miguel pertenece a la tercera generación de su familia en este negocio, fundado por su abuelo de origen libanés. Así que la muerte y el ritual que lo envuelve fue parte de su entorno desde niño. Reconoce que ha visto de todo en 12 años al frente, como sombras en algunos espacios de la funeraria y movimiento­s de las extremidad­es de los cadáveres.

Para Miguel, el ritual de la muerte sigue casi sin cambio entre los zapotecas del Istmo de Tehuantepe­c, salvo que aumentaron los decesos por la violencia y los desastres naturales. •

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El artista plástico Edwin Hernández aceptó el reto de romper la solemnidad del espacio funerario con colores.
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Un féretro decorado llega a costar 13 mil pesos si es de cedro intervenid­o.
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Luego del trazo de las flores, se les aplica pintura blanca como base.
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Edwin tiene 27 años, en total ha intervenid­o 10 féretros y va por más.

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