El Universal

“No podemos volver, nos van a matar”

- MARÍA DE JESÚS PETERS Correspons­al

Tapachula, Chis.— Con los pies llenos de ampollas por la caminata de más de 10 horas desde la frontera de México con Guatemala, Eskarlet, una madre de 16 años, llega a esta ciudad con su bebé de cuatro meses de nacida en brazos, padeciendo temperatur­a.

“Ya no daremos un paso más, estamos matando de cansancio a nuestros hijos”, señala mientras la amamanta.

La joven es una de las decenas de madres que viajan con sus hijos en la caravana que partió hace nueve días de San Pedro Sula, con la intención de llegar a Estados Unidos.

Eskarlet viaja con 13 integrante­s de su familia, entre ellos seis menores de entre cuatro meses y 15 años de edad, quienes tuvieron que huir de su natal Tegucigalp­a, tras la advertenci­a de pandillero­s de que matarían a los adultos por negarse a vender droga.

Dos meses antes, uno de los integrante­s de esa familia fue asesinado por los delincuent­es y, días después, el esposo de Eskarlet fue sacado de su casa por pandillero­s que lo atacaron con armas de fuego. Logró sobrevivir al ataque.

“No podemos regresar, nos van a matar, por eso decidimos unirnos a esta caravana, pero no pensamos que fuera tan difícil”, explica.

Refiere que en un principio sus planes eran llegar a Estados Unidos, pero ahora buscarán solicitar refugio en esta ciudad.

Enrique, otro de los integrante­s de esta familia, dice que entre la delincuenc­ia y la falta de empleo tanto para jóvenes y adultos, no les dejan otra opción que buscar mejores condicione­s de vida para sus hijos.

Esta familia, junto con más de 7 mil integrante­s de la caravana, inició la caminata desde las 6:00 horas desde el poblado de Ciudad Hidalgo, localidad fronteriza con Guatemala, luego de cruzar de forma irregular por el río Suchiate.

Bajó los intensos rayos del sol, la familia caminó 35 kilómetros hasta esta localidad, bajo la amenaza de la Policía Federal de detenerlos.

Rudis Esperanza, una madre soltera, viaja con su hija Alis de 11 meses de nacida. La joven mujer se encontraba desemplead­a y eso la orilló a emprender el largo viaja a Estados Unidos para reencontra­rse con un familiar. Dice que seguirá caminando con su hija, ya que es la única manera de brindarle una vida mejor.

Desde las 15:00 horas, la plaza empezó a ser abarrotada por los migrantes que se veían agotados. Mientras que paramédico­s de la Cruz Roja Mexicana brindaron atención médica y curaron las llagas que hombres, mujeres y niños presentaba­n por la caminata, además de deshidrata­ción.

“Allá [Honduras] siempre vamos a estar en la miseria y pobreza, y nuestras vidas en peligro por los pandillero­s” JOVEN HONDUREÑA

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Bajo los intensos rayos del sol, una familia de migrantes caminó 35 kilómetros hasta Tapachula, pese a la amenazas de ser detenidos.

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