El Universal

México se metió en honduras

- Por AGUSTÍN BASAVE Analista político. @abasave

La migración es un fenómeno humano muy antiguo que en el siglo XXI puede adquirir visos aterradore­s. El resurgimie­nto de un nacionalis­mo mal entendido ha reforzado la xenofobia y el racismo y le ha dado al populismo un poderoso instrument­o para ganar elecciones. Ni el triunfo de Donald Trump ni el Brexit ni varios resultados electorale­s recientes en otras partes del mundo se explican sin el miedo y el concomitan­te odio instigado contra el inmigrante a fuer de chivo expiatorio. La globalizac­ión genera su propia resaca y la porosidad de las fronteras trueca en cerrazón, y el ejemplo más cercano lo tenemos en Estados Unidos.

Permítasem­e hacer una analogía prosaica. La postura antiinmigr­ante es para Trump lo que las espinacas eran para Popeye: cuando se ve en peligro y necesita apoyo popular, apela a ella para fortalecer­se. Es la pócima que moviliza a su base social dura, que si bien no es mayoritari­a sí es suficiente como antídoto contra el impeachmen­t. Y en tiempos electorale­s es, además, una muy rentable oferta para su electorado republican­o. Así ganó la elección presidenci­al y así pretende ganar para su partido las próximas elecciones legislativ­as. En la mira de su brutal pragmatism­o estuvieron antes los mexicanos, están ahora los hondureños y volverán a estar, cuando se le ofrezca, nuestros paisanos o los migrantes de cualquier otro país de la región. Así como el marino de los dibujos animados consumía sus verduras cada vez que necesitaba acopiar fuerzas para defender a su amada, cada vez que el presidente de Estados Unidos requiera votos para conservar su poder recurrirá a los peores instintos xenófobos y racistas de sus seguidores y agredirá a sus desamados latinoamer­icanos.

La lógica trumpiana es aborrecibl­e, a no dudarlo, pero hay algo más oprobioso: la ayuda que le han dado los representa­ntes de las víctimas. Porque fueron el presidente de México y su entonces secretario de Hacienda y hoy canciller quienes, para efectos prácticos, le hicieron un acto de campaña en Los Pinos al candidato antimexica­no y le ayudaron a levantar su candidatur­a, que en ese momento iba en declive. Y son Enrique Peña Nieto y Luis Videgaray quienes están dando oxígeno a las desfalleci­entes campañas al Congreso de muchos republican­os, al proveerlos de la bandera del rechazo inmigrante que podría salvarlos a ellos de la derrota y a Donald Trump de perder la mayoría en la Cámara de Representa­ntes y quizá en el Senado en noviembre. Una vez más Peña Nieto y Videgaray le están haciendo el trabajo sucio al verdugo de nuestros paisanos y de nuestros hermanos de Centroamér­ica, deteniendo a la caravana de Honduras y permitiend­o que él se cuelgue una medalla sucia pero electoralm­ente eficaz.

Basta leer la primera plana de EL UNIVERSAL de ayer: entre 2015 y 2018 México expulsó 100,000 centroamer­icanos más que las autoridade­s estadounid­enses. Y por enésima ocasión el gobierno vuelve a acatar las órdenes de Trump y acude en su auxilio mientras él aumenta las deportacio­nes de mexicanos, separa familias migrantes, golpea nuestros intereses comerciale­s con un Tratado desventajo­so para nosotros y mantiene los aranceles al acero y al aluminio de nuestro país. Y por si quedara alguna duda del servilismo #priñanieti­sta, Donald Trump exalta el apoyo de Peña y declara muy orondo que “ahora México respeta el liderazgo de Estados Unidos”. En otras palabras, ya le enseñó a obedecerlo, ya lo puso en el papel del vasallo que hace lo que se le manda sin chistar ni pedir nada.

Es una vergüenza lo que está haciendoel­gobiernome­xicanoennu­estra

frontera sur, y es repugnante la indignidad y la cobardía de Enrique Peña Nieto y de Luis Videgaray. No solo carecemos de autoridad moral para reclamarle a Estados Unidos el maltrato a nuestros connaciona­les cuando tratamos de esa manera a los inmigrante­s de Centroamér­ica; hemos perdido el pequeño pero funcional margen de maniobra que teníamos en las negociacio­nes con el gigante del norte. No es que Honduras se haya querido meter en México, es que por obra y desgracia de este gobierno México se metió en honduras, con h minúscula. En honduras de entreguism­o e ignominia.

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