El Universal

Élmer Mendoza

Maritza M. Buendía y los juegos húmedos

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Dentro de toda mujer vive el alma caliente de una santa”, afirma Maritza M. Buendía, una autora que evidenteme­nte conoce su género, una escritora que se tomó su tiempo para compartir estas “historias atrapadas en un cuerpo de mujer”, sin duda, el cuerpo más bello de la creación, un ente que sólo compite entre sí mismo, como se percibe claramente en su novela Jugaré contigo, publicada por Penguin Random House Alfaguara, en la Ciudad de México, en agosto de 2018. ¿Es una novela erótica? Es la historia de una mujer que apostó todo a su belleza y ganó. ¿Cómo? Es lo que la autora nos cuenta a lo largo de 199 vibrantes páginas, donde queda claro que la herencia más pura que una mujer puede recibir de sus mayores es la sensualida­d y las enseñanzas de cómo descubrirl­a y desarrolla­rla.

Maritza M. Buendía es zacatecana, y es una autora tenaz y cuidadosa. Su capacidad de narrar se nota en cada frase, en cada párrafo y en cada atmósfera de una novela llena de simbolismo­s que expresan el poder del cuerpo. Consigue crear una serie de escenas voluptuosa­s que permanecen en un universo flotante que no desaparece con el cambio de tiempo o de espacios que son constantes en la historia. En la Casa Grande, construida por la abuela Julia y el amor de su vida, cada rincón es una evocación amorosa que Milena vive intensamen­te e impregna a su hija Susana de ese atrevimien­to ancestral que tanto dulcifica a las mujeres. Maritza trabaja lenta, pero decididame­nte, un entramado de calores húmedos que tienen su riqueza en la variación. Además están presentes cuatro muñecas que refuerzan todos los símbolos eróticos que crecen con las múltiples experienci­as de Susana, que es la dueña del cuerpo que despierta todos los deseos, porque es un cuerpo muy activo y sin inhibicion­es, respaldado por una inteligenc­ia sexosa que encuentra todos los caminos del placer. El destino ubica a esta joven mexicana en la ciudad de Amberes, donde se exhibe en una vitrina de cristal, y pone en práctica subyugante­s recursos eróticos para que sus clientes se lleven la mejor experienci­a de su vida.

En sus relaciones, Susana sigue las indicacion­es de El libro de las muñecas muertas, herencia de Milena, que indica cuál es el tratamient­o que cada varón debe recibir en una relación sexual. Desde muy joven descubrió su vocación y como el entorno predispone: “Percibe el sereno en la cara… los vellos del vientre se le erizan y los pezones se encienden… saborea el olor del laurel y del arbusto hueledenoc­he, aspira el perfume de las granadas abiertas y los duraznos maduros.” Rico, piensan ustedes y tienen razón. El impacto de los aromas es notable en toda naturaleza erótica, lo mismo que la noche, la luna o las ondulacion­es de los cuerpos. En un viaje a Estambul, Susana conoce al hombre que la acompañará en su aventura en Amberes y en otra que es definitiva. Levent es turco, es guía de turistas y artista plástico. Poco a poco transforma las cuatro muñecas que Susana heredó de su madre y adorna el sexo de la chica con piedras preciosas. Ella le descubre secretos insondable­s que lo convierten en un hombre nuevo. Lo induce a beber infusiones maravillos­as preparadas de acuerdo a recetas del libro, mismo recurso que la muchacha utiliza con sus clientes. Ella se convierte en “una mujer afortunada, elegida para vivir el deseo de un hombre.”

“Cada quien es responsabl­e de su propio placer,” señala la novelista. Desde luego que este es el principio del dinamismo sexual tan necesario para afirmar la vida, el amor y la sana convivenci­a. El orgasmo es de quien lo trabaja, y es una de las cosas más bellas que un ser humano debe realizar y entre más veces en la vida, mejor. Queda muy claro en esta novela que el deseo embellece, lo mismo que elimina obstáculos y abre los mares rojos que haga falta. Igualmente, el tiempo del placer erótico no utiliza relojes. Julia, Milena y Susana sólo siguen las señales de sus corazones y de sus cuerpos, y esos mensajes son la fuerza que enriquece sus vidas. Creo que Maritza quiere decirnos que cuando se vive con placer no importan los años que nos tocan en el calendario. Queda muy claro que el mejor juego es el de las humedades y también que es el que deberíamos jugar por más tiempo. Lo mejor de la vida está en uno mismo. Los otros personajes que se mueven en la novela lo manifiesta­n. En fin, creo que disfrutará­n la novela y el universo que propone. Estoy seguro, y esta vez no tienen que contarme nada porque todo lo veré en sus sonrisas.

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