Memorabilia de las Olimpiadas de 1968
En 2018, algunos de los objetos más buscados por los coleccionistas son de los Juegos Olímpicos de 1968. Un experto nos dice cuáles son los más difíciles de encontrar
La nostalgia juega un papel muy importante al coleccionar objetos, ya sea por los recuerdos de quien los colecciona -por la época, familia o profesión- o por el valor estético y comercial que llegan a tener.
En la actualidad, de los objetos más buscados son los relacionados a los Juegos Olímpicos de 1968, cuya comunicación visual se ha consolidado como una de las mejores de todas las justas olímpicas.
La creatividad del Comité Organizador de la XIX Olimpiada se vio reflejada en las instalaciones deportivas, en el transporte y arte público, en la vestimenta de los trabajadores y voluntarios, así como en la ornamentación de casas y calles.
Platicamos con Juan Ramírez, especialista en comunicación visual, quien también se dedica a comercializar objetos de diversas épocas.
Dice que los objetos del 68 tienen una carga en particular relacionada con el encuentro de emociones que vivió la ciudad aquellos meses: por una parte el miedo, el enojo y por otro lado la euforia, la fiesta. Los boletos es de lo más sencillo de conseguir.
Juan explica que sus clientes lo buscan por la mercancía oficial hasta por productos “pirata” o no oficiales: banderines, plumas, destapadores, ceniceros, broches, playeras, vestidos, timbres postales, gorras, llaveros, entre muchas otras cosas.
Define dos tipos de clientes, los que buscan el objeto por un interés personal (emocional o por alguna investigación profesional) o por la mera comercialización; alrededor de los años ochenta hubo un hallazgo muy importante de mercancía -principalmente souvenirs- de las Olimpiadas; algunas hasta empaquetadas y en el coleccionismo tiene un valor extra”.
Dice que con el paso del tiempo y, aunado a los múltiples festejos sobre los cincuenta años de las Olimpiadas, se ha vuelto más difícil encontrar las mercancías que la gente pide, “porque en aquella época se mandó a hacer “N” cantidad de productos y hubo gente que seguro los tiró, los guardó porque les interesa venderlos, o no se acuerdan que los tienen o simplemente son recuerdos valiosos, herencia familiar”. Prevee que sucederá lo mismo con la conmemoración de los 50 años del México 70.
En su experiencia, el souvenir más codiciado: la antorcha. Las hubo en cuatro versiones y tenían impreso el símbolo de la paloma de la paz en la parte superior. Eran reproducciones de las usadas en los relevos de la flama olímpica y también de la que portó Norma Enriqueta Basilio para encender el pebetero del estadio de Ciudad Universitaria. El precio está entre los 15 y más de 25 mil, explica.
Otra cosa difícil de encontrar son los uniformes de las edecanes, el precio podría ir entre los 5 y los 15 mil pesos. Más complicado son las insignias que les dieron a los jueces y casi imposible las medallas olímpicas.
Juan tuvo la oportunidad de trabajar para la exposición “La traza del 68. Una poética” que actualmente se exhibe en el Museo de la Ciudad de México, encontrando un par de objetos e inmobiliario. Luis Rodríguez, curador de la muestra, platicó ante los medios que el eje rector de la exposición era que el público conociera sobre la importancia que tuvo el año de 1968 para la sociedad mexicana.
“La Ciudad de México no sería la misma sin el polifacético legado de 1968, marcado por la búsqueda de libertad, autonomía universitaria y modernidad, auge arquitectónico, a partir de la creatividad y la fuerza de la juventud; en contraste con el autoritarismo y la respuesta represora del gobierno del entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz”, dijo.
Par lograr su cometido, la exposición cuenta con 14 ambientaciones donde se puede conocer, a través de recreaciones, la casa de un estudiante, las oficinas del Comité Olímpico y se explora sobre cómo los jóvenes retomaron la gráfica de las olimpiadas durante las protestas estudiantiles; pero ellos no fueron los únicos.
Al igual que hoy en día, la publicidad se hizo partícipe de los acontecimientos que en ese entonces dominaron la atención del público y, sumado al interés que el gobierno federal tenía para que en todas partes del país hubiera una imagen de las Olimpiadas, el diseño gráfico y la emoción por las competencias dominaron por semanas el imaginario de los ciudadanos mexicanos.