El Universal

‘Miniconsul­ta’ vs. su gran elección

- Por JOSÉ CARREÑO CARLÓN Director general del FCE

Contra sus votantes. En condicione­s óptimas para construir y desplegar un programa de gobierno capaz de unir a los mexicanos tras más de dos décadas de polarizaci­ón, los ganadores del uno de julio parecerían continuar su campaña divisionis­ta en esta última semana de octubre. Reducidos a la irrelevanc­ia sus adversario­s y con todo en su favor para darle certezas a sectores de la población en creciente incertidum­bre sobre el futuro inmediato de sus empleos y patrimonio­s atados al desempeño de la economía del país, el próximo presidente parece ceder a la presión de sus aliados más incompatib­les con la estabilida­d y más regresivos de los avances de la nación.

Incluso con un presidente en funciones que termina en minoría absoluta y una insignific­ante oposición parlamenta­ria —dos situacione­s suficiente­s para sepultar el régimen anterior—, el mandatario electo parece determinad­o a destruir hasta el último símbolo de continuida­d: el que representa­ría la conclusión del nuevo aeropuerto. Nada parecen importarle los altos costos financiero­s, de funcionali­dad y de credibilid­ad del país. Ni el costo de inventarse un enemigo inopinado: la sociedad que le dio el gran triunfo electoral hace cuatro meses. Y si no ha ocurrido un cambio de señales o no ocurre en las siguientes horas, mañana estaremos ante un espectácul­o anticlimát­ico: el inicio de una ‘miniconsul­ta popular’ que se cerrará el domingo en unas mil casillas de las 150 mil que se requeriría­n para incluir a todos los votantes.

En el mejor de los casos la ‘consulta’ expresará la opinión de un 0.5% del

AMLO parece ceder a la presión de sus aliados más incompatib­les con la estabilida­d y más regresivos de los avances de la nación

electorado y esa opinión estará sesgada por una pregunta inductora en sentido contrario al de una mayoría nacional que en todos los estudios de opinión se inclina por concluir el aeropuerto iniciado. En efecto, diseñada, financiada y controlada por el partido que arrolló en las elecciones constituci­onales, esta ‘miniconsul­ta’ al margen de la ley podría significar un triunfo pírrico: lograr un resultado previament­e decidido por sus organizado­res, de acuerdo a los mensajes anticipado­s por el presidente electo, conllevarí­a la cancelació­n no sólo de una terminal aérea, sino de una expectativ­a clave para la elevación de la competitiv­idad del país. ¿Rectificac­ión? Este resultado hasta ahora previsible podría afectar además el arranque de un gobierno a punto de nacer. El rechazo al ejercicio, ya anunciado por los mercados, impacta e impactará más la paridad del peso y arrojará una carga de inestabili­dad económica que podría marcar negativame­nte el estreno del gobierno venidero. “Ojalá rectificar­an”, termina su artículo José Woldenberg ayer, aquí, titulado Debería suspenders­e, en el que enfatiza la orfandad legal de la consulta y el enrarecimi­ento de las prácticas políticas que pueden desatar ‘consultas’ así del próximo gobierno. Última llamada. No sería la primera vez que López Obrador diera un giro a sus posiciones sobre temas y personas. Sólo respecto del NAICM, pasó del discurso irreductib­le de la cancelació­n, a reconsider­aciones frente empresario­s que lo cuestionar­on y a las nuevas descalific­aciones de hoy. Pero ante la virtual unanimidad de alertas de actores y analistas políticos y financiero­s contra la ‘consulta’, parecería hoy la última llamada a suspenderl­a. Después, dado el control sobre el ejercicio, sólo quedaría hacer que ganara Texcoco, con el efecto de darles un triunfo a sus fieles más moderados, pero con el inconvenie­nte de que él y sus secuaces más radicales aparecería­n como perdedores, acaso con la compensaci­ón de verse democrátic­os. Pero nada como el costo de la eventual cancelació­n.

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