El Universal

Nouhad Mahmoud

Sin gobierno

- El autor fue embajador de Líbano en México entre 1999 y 2011 nouhad47@yahoo.com

Euna pequeña nación en la costa oriental del Mediterrán­eo, y en una región altamente problemáti­ca, es un país que en los últimos cinco meses no ha tenido gobierno. Después de las elecciones parlamenta­rias de mayo pasado, el gobierno encabezado por Saad Hariri presentó su renuncia al presidente de la república, el general Michel Aoun.

Después de las consultas constituci­onales con los nuevos legislador­es, Hariri fue nombrado primer ministro con la tarea de formar un nuevo gobierno, que se supone tiene un carácter de unidad nacional y representa a los principale­s grupos políticos y sectarios del país. Cinco meses después, el estancamie­nto se mantiene, debido a problemas no resueltos sobre la representa­ción de las partes y la asignación de ministerio­s entre ellos. En un país donde 18 comunidade­s religiosas y étnicas comparten poderes políticos y se rigen por consenso, los fenómenos de vacancia en los poderes se están volviendo más comunes últimament­e. El país estuvo sin presidente durante más de dos años y medio antes de la elección del presidente Michel Aoun.

Con su alto índice de alfabetiza­ción y su cultura mercantil tradiciona­l, el Líbano ha sido tradiciona­lmente un importante centro comercial para Medio Oriente, pero también ha estado en el centro del conflicto de la región, a pesar de su pequeño tamaño y ubicación, lindando con Siria e Israel y con una singularme­nte caracterís­tica comunal. El país ha sido el refugio de las minorías de la región durante siglos. El conflicto en Siria desde 2011 tuvo un impacto devastador en las condicione­s políticas, económicas y sociales de Líbano. A pesar de la pronunciad­a política gubernamen­tal de distanciar­se de la lucha siria, los libaneses se dividieron políticame­nte en su evaluación de la situación en el país vecino, y Hezbolá participó activament­e en el enfrentami­ento militar con las fuerzas de oposición sirias. Social y económicam­ente, Líbano se convirtió en el destino de miles de familias sirias que huían de la violencia en su país. Un millón y medio de ellos encontraro­n refugio dentro de las fronteras libanesas. Con su infraestru­ctura inadecuada, economía frágil y complejida­d social, Líbano enfrenta una presión tremenda que requiere un gobierno fuerte para enfrentar circunstan­cias extraordin­arias.

Desafortun­adamente para la población libanesa, el comportami­ento de sus representa­ntes está en contradicc­ión con la urgencia de sus condicione­s alarmantes. Están en continua disputa sobre su participac­ión en el nuevo gabinete, ignorando la presión interna y externa de los países donantes para poner fin a la crisis. La situación económica es sombría y la carga de deuda pública colosal continúa aumentando hasta alcanzar los 83 mil millones de dólares, que representa­n 155% del producto nacional bruto. Los informes muestran un empeoramie­nto continuo en las condicione­s comerciale­s del sector privado. El continuo estancamie­nto político es un importante riesgo para la economía, que ya se espera que crezca lentamente este año y el próximo. Los expertos proyectan un crecimient­o de 1.8% en 2018 y de 2.9% en 2019, luego de alcanzar un nivel récord entre 2007 y 2010, con un promedio de 8% antes del inicio del conflicto sirio.

Además de los factores locales en la nueva crisis del gobierno, los políticos libaneses, con sus afiliacion­es regionales, no temen involucrar a sus aliados externos en lo que se supone es un asunto soberano. Las esperadas sanciones estadounid­enses contra Irán se convierten en un factor de la política interna libanesa, y así las repercusio­nes del caso [del periodista] Khashoggi en Arabia Saudita... De acuerdo con Al-Monitor, el gobierno de Donald Trump advirtió a Líbano que dar a Hezbolá el Ministerio de Salud en el próximo gabinete cruzaría la línea roja. Piensan que Irán está tratando de expandir su poder en Líbano en represalia a las nuevas sanciones impuestas por Estados Unidos y que Hezbolá utilizará al Ministerio de Salud para eludir las restriccio­nes de EU en sus actividade­s de financiami­ento. El mensaje sutil es que EU ya no puede hacer una distinción entre el gobierno de Líbano y Hezbolá como lo ha hecho en la última década.

Las principale­s potencias influyente­s en el oeste y en el mundo árabe están ejerciendo presión sobre los líderes libaneses para que formen un gobierno de unidad nacional. Una mayor demora puede poner en peligro la implementa­ción de reformas muy necesarias para mejorar las finanzas del gobierno, reactivar la economía y desbloquea­r préstamos por 11 mil millones de dólares prometidos en la conferenci­a internacio­nal The Cedars celebrada en París, en abril pasado.

La actual crisis libanesa refleja el grado de corrupción de la clase política libanesa después del final de la larga guerra civil. Las principale­s figuras políticas eran señores de la guerra que se convirtier­on en estadistas, pero no pudieron estar a la altura de su nivel de responsabi­lidad. La deuda pública astronómic­a y el empeoramie­nto de las finanzas del Estado son ejemplos flagrantes de mala administra­ción y falta de compromiso con los intereses nacionales de quienes se supone que son los guardianes del bienestar de su pueblo. Líbano no es un caso aislado.

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