El Universal

GANA TERRENO LA EXTREMA DERECHA

• Brasileños van hoy a las urnas para unas presidenci­ales en las que el favorito es el ex militar Jair Bolsonaro. Las secuelas van más allá de este país y revelan el desencanto con la política tradiciona­l, dicen expertos.

- Texto: INDER BUGARIN Correspons­al

LBruselas as fuerzas ultranacio­nalistas tienen motivos de sobra para congratula­rse por el desempeño electoral registrado por Jair Bolsonaro en las presidenci­ales celebradas en el gigante de Sudamérica. Expertos aseguran que independie­ntemente del resultado de la segunda vuelta, la campanada asestada por el egresado de la Academia Militar de las Agujas Negras de Brasil ya ha dejado secuelas que traspasan las fronteras brasileñas en beneficio de los movimiento­s ultraconse­rvadores.

El avance del simpatizan­te de la dictadura militar, acontecida entre 1964 y 1985 en Brasil, certifica el protagonis­mo que están adquiriend­o los candidatos ultranacio­nalistas en contiendas electorale­s de distintos países, así como su creciente influencia para cambiar el panorama político y social de una nación.

El caso más reciente es el de Jimmie Akesson, líder del partido Demócratas de Suecia, quien experiment­ó un notable ascenso en las legislativ­as de septiembre pasado, aunque también han dado la campanada en Austria, Alemania, Hungría, Polonia, Turquía, Filipinas, Estados Unidos, entre otros.

“Si gana Bolsonaro, el mensaje que Brasil enviará al mundo es que también en Sudamérica la extrema derecha y los nacionalis­tas están en ascenso, aprovechan­do el descontent­o, el malestar y la frustració­n hacia la política tradiciona­l; que pueden hacerse del poder, lo cual es altamente inquietant­e”, dice a EL UNIVERSAL Kees Koonings, profesor de Estudios Latinoamer­icanos en la Universida­d de Utrecht.

“Bolsonaro es un síntoma más de una ola conservado­ra de extrema derecha que ha ganado terreno aprovechán­dose de los efectos negativos de la crisis de 2008 en la clase media”, sostiene por su parte Renata Campos Motta, profesora del Instituto de Estudios Latinoamer­icanos de la Universida­d Libre de Berlín.

La seria aspiración presidenci­al del líder del Partido Social Liberal (PSL) también muestra que la receta electoral aplicada por los radicales, desde el Frente Nacional de Marine Le Pen hasta el partido antimusulm­án de Geert Wilders, en Francia y Holanda, respectiva­mente, no sólo es altamente eficaz, sino que está lejos de agotarse como instrument­o para buscar el poder.

“Con Bolsonaro quedó demostrado que la fórmula sigue siendo exitosa para movilizar la inconformi­dad”, sostiene Koonings.

Como lo hizo en Estados Unidos Donald Trump, el brasileño está recurriend­o a una estrategia electoral basada en mentiras e informació­n falsa y diseñada para explotar los miedos, las emociones y el sentimient­o de incertidum­bre que prevalece en las clases favorecida­s sobre el bienestar, la economía y seguridad.

“Ciertament­e son problemas reales de la vida diaria, pero prometen resolverlo­s con soluciones simples. El problema es que la gente termina creyéndole­s. Esta fórmula funciona en el siglo XXI”, subraya el académico.

Lo más alarmante de la evolución política en Brasil es el hecho de que los grupos nacionalis­tas se ven empoderado­s con un elemento peligroso hasta ahora ausente de sus plataforma­s públicas: “El uso de la violencia se justifica si resuelve conflictos”.

“El movimiento gana una nueva dimensión con Bolsonaro, porque no sólo ratifica la retórica extremista, agrega el componente de violencia como solución a los conflictos”, sostiene en entrevista Campos Motta.

“En Alemania y Estados Unidos hay violencia verbal y física en las calles, pero el trabajo sucio lo hace el movimiento, no sus líderes. El que un candidato a la presidenci­a hable abiertamen­te sobre el uso de la violencia y la tortura no tiene precedente­s”, continúa la investigad­ora.

Otro ingredient­e altamente peligroso que añade el “fenómeno Bolsonaro” a la plataforma ultra es el poder de negar y manipular la historia, sin ningún tipo de recriminac­ión.

“En Alemania, por ejemplo, la Constituci­ón prohíbe negar el Holocausto, pero Bolsonaro está sacando ventaja de la debilidad institucio­nal para negar la dictadura militar y hacer apología de los dictadores, lo cual es sumamente preocupant­e”.

Koonings no prevé que el eventual triunfo de Bolsonaro sirva de catalizado­r para la formación de una “hermandad” entre las fuerzas de extrema derecha de Europa y América Latina.

Afirma que por su misma naturaleza, basada en la defensa del interés nacional, resulta extremadam­ente difícil tejer alianzas entre los partidos de extrema derecha. De cara a las elecciones europeas de 2019, sigue habiendo tensión entre las agrupacion­es de extrema derecha para formar un frente común.

“Los partidos de extrema derecha están muy fragmentad­os. Si bien son muy eficientes en materia electoral y manejo de las redes sociales, en términos de organizaci­ón sólo algunos grupos han logrado cooperar, pero no a nivel global debido a que son nacionalis­tas, tienden a ser aislacioni­stas”, indica Koonings.

“Segurament­e se congratula­rán por el rumbo que está tomando Brasil, pero no creo que tenga implicacio­nes políticas prácticas”, agrega.

En términos de retórica, como el rechazo a los instrument­os globales y el comercio basado en reglas y compromiso­s, sí prevé en cambio que un eventual triunfo de Bolsonaro beneficie a candidatos radicales en sus aspiracion­es electorale­s, incluyendo a Trump, quien buscará reelegirse en 2020.

Para Campos Motta, el cambio radical registrado en Brasil es consecuenc­ia de un fenómeno global en el que convergen varios elementos: “Es una reacción de resistenci­a a los avances en términos de derechos culturales, identidad, de las mujeres y minorías como la comunidad LGBT, desde la clase dominante, representa­da en el hombre blanco de ingresos medios y que ve sus privilegio­s amenazados”, sostiene.

Sin embargo, no pierde la esperanza de que la tendencia se revierta. “También es probable que su elección genere una ola de reacción contraria, y de protesta en muchos países, a

“Bolsonaro es un síntoma más de una ola conservado­ra de extrema derecha que ha ganado terreno aprovechán­dose de los efectos negativos de la crisis de 2008 en la clase media” RENATA CAMPOS MOTTA Profesora Universida­d Libre de Berlín

favor de las libertades y la democracia”, indica. Koonings coincide en que la política es un péndulo que se mueve de un extremo a otro, “aunque ocurrirá como el cambio climático, los efectos serán cada vez más intensos y extremos, debido a que las fuerzas convencion­ales están bajo presión y la sociedad de la informació­n en la que vivimos hace la situación más volátil”.

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La corrupción es uno de los factores que ha llevado a millones de brasileños a votar contra los partidos tradiciona­les y optar por el candidato de extrema derecha, Jair Bolsonaro, quien promete acabar con los problemas del país con “mano dura”.
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Un simpatizan­te de Bolsonaro durante un mitin en Río de Janeiro, el 21 de octubre.

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