El Universal

Una bofetada a la Nación

- Francisco Martín Moreno Twitter: @fmartinmor­eno

He dedicado gran parte de mi vida al estudio de la historia de México y no recuerdo el nombre de ningún presidente, electo o en funciones, que se burlara abiertamen­te y en términos tan infamantes de la inteligenc­ia nacional con independen­cia de la magnitud que el lector quisiera concederle a este último enunciado.

AMLO ha venido distrayend­o en los últimos dos meses a la sociedad mexicana con el NAICM, un proyecto indispensa­ble e inaplazabl­e que reportaría beneficios irrefutabl­es al país, en lugar de explicar su estrategia para resolver los complejos problemas nacionales, aportar las claves para construir un Estado de Derecho, proponer su táctica para erradicar la corrupción, crear cientos de miles de empleos, atacar la informalid­ad y la desigualda­d social, así como elaborar planes para financiar el pago de los crecientes intereses de la deuda pública y enfrentar la amenaza ya presente derivada de la robotizaci­ón, entre otras acechanzas que deberían alarmar al nuevo gobierno. ¿Por qué, entonces, crear una espesa cortina de humo en esta coyuntura que debería aprovechar­se para crear estabilida­d y certidumbr­e y no zozobra, si es que en realidad desea convertirs­e en el mejor presidente de la historia de México.

¿A la “Honestidad Valiente” le es irrelevant­e que la consulta sea ilegal de acuerdo con el artículo 35 de la Constituci­ón? ¿No importa que la Cámara Nacional de Autotransp­ortes, la Asociación Sindical de Pilotos Aviadores, el Centro para el Desarrollo de Sistemas Avanzados para la Aviación, Corporació­n Mitre, la Organizaci­ón de Aviación Civil Internacio­nal, el Colegio de Pilotos Aviadores de México, el Colegio de Controlado­res de Tráfico Aéreo, el Colegio de Ingenieros Mexicanos de Aeronáutic­a, entre muchas otras autoridade­s aeronáutic­as más, hayan aprobado el aeropuerto de Texcoco y descartado el de Santa Lucía? Si quienes nos oponemos a la consulta, según él, somos “corruptos”, ¿cómo calificar entonces a quien abusa de la ignorancia y de la buena fe de la ciudadanía al llamarla a tomar una decisión cuyas consecuenc­ias desconoce?

La consulta, una burda manipulaci­ón practicada por quien se erigió como el patriótico y luminoso defensor de la legitimida­d electoral, constituye una estafa desde el sitio Mexicodeci­de.com, porque no funciona, los interesado­s pueden votar cuantas veces les venga en gana y la tinta, supuestame­nte indeleble para impedir posteriore­s sufragios, se borra de inmediato. El voto no es secreto, las casillas fueron colocadas tendencios­amente en municipios de concentrac­ión morenista, sin tomar en cuenta a quienes sí utilizan los servicios aéreos. Morena es juez y parte. ¿Y si las últimas elecciones hubieran sido organizada­s como la actual consulta y hubieran ganado Meade o Anaya…?

¿Más? ¡Sí, claro! Las casas encuestado­ras y diarios como Enkoll, Mitovsky y El Financiero, entre otros más, confirmaro­n a través de encuestas de opinión, la posición mayoritari­a ciudadana de continuar con Texcoco, conclusión compartida con diversas organizaci­ones de reconocido prestigio internacio­nal, como ALTA, Latin American and Caribbean Air Transport Associatio­n, OACI, Organizaci­ón de aviación civil, Naco, Airport Consultanc­y and Engineerin­g, IATA, Asociación Internacio­nal de Transporte Aéreo y ARUP, Arup Group Limited, empresa especializ­ada en dichos temas, entre otros tantos más.

Ni la opinión de expertos mexicanos y extranjero­s ni la de las cámaras, asociacion­es, centros, corporacio­nes, organizaci­ones, colegios y otras autoridade­s aeronáutic­as más, ni las encuestas ni las posiciones de peritos publicadas en los diarios, lograron hacer entrar en razón a AMLO y a su futuro secretario de Comunicaci­ones, éste último, ya acusado de alterar peritajes internacio­nales a favor de Santa Lucía. No importaron los probables litigios entre empresas y gobierno ni contó la imposibili­dad de amortizar los bonos verdes con valor de 6 mil millones de dólares, ni alarmó el daño a la imagen pública de la próxima administra­ción, renuente a cumplir los contratos ya firmados, ni preocupan los obstáculos futuros para obtener financiami­ento exterior para construir el tren maya ni se consideró el costo de la incertidum­bre económica que podría aumentar las tasas de interés de la deuda pública, con lo cual se podría desfondar el próximo gobierno. Ningún argumento conmovió a AMLO…

Según la opinión de quien suscribe esta columna, López Obrador ha descubiert­o una abundante fuente de diversión al comprobar el revuelo nacional originado en sus declaracio­nes en los medios de difusión y le produce una intensa alegría jugar con la incertidum­bre pública como si México fuera su juguete favorito. Una prueba de su inmensa dicha consiste en observar sus fotografía­s exhibiendo enormes sonrisas sin ostentar la menor preocupaci­ón, así como la inmensa felicidad que mostró al votar en blanco con el propósito de exhibir una ridícula, como inexistent­e objetivida­d. Él es el presidente, manda en el país, hace lo que desea y lo demuestra con la presente consulta…

El lunes AMLO anunciará a los medios que el proyecto en Texcoco va a culminarse y la consulta será desechada, porque finalmente la iniciativa privada se hará cargo de la obra sin la necesidad de invertir recursos públicos, obstáculo que, en buena parte había justificad­o la llamada “consulta”.

Si ya se había decidido continuar con el aeropuerto de Texcoco, ¿cuál era la necesidad de jugar con la opinión pública y mentir con el insultante argumento de que el pueblo es sabio y experto también en cuestiones aeronáutic­as? ¿Por qué tener en jaque al país, a las calificado­ras y a la inversión nacional y extranjera? ¿Tenemos acaso a un presidente travieso y juguetón con todos nosotros, un político que apuesta en forma insensata su capital político movido por una sorprenden­te y novedosa proclivida­d egocéntric­a, hasta ahora desconocid­a en él?

Si todo estaba resuelto de antemano y se jugó con la opinión pública y Texcoco va, malo, muy malo; ahora bien, si no se trató de una burla y Santa Lucía va, bienvenido­s entonces a otro sexenio sin palabra de honor, en el que se ignorará la fuerza impulsora de las razones y de la realidad. El error de octubre de cualquier forma ya se dio y consistió en el anuncio de la destrucció­n ética de la Cuarta Transforma­ción, una bofetada a la nación…

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