El Universal

El riesgo de una dictadura simulada

- Por Fernando Neira Orjuela —Investigad­or CIALC-UNAM

Brasil se encuentra en el proceso electoral más importante de su historia reciente, en medio de una grave crisis económica, política y social.

Luego de una primera vuelta quedó como ganador el ultraderec­hista Jair Bolsonaro y, en segundo lugar, Fernando Haddad, del PT, quienes disputan hoy la presidenci­a. Pero lo que dejan estas elecciones, donde además se elegía el congreso nacional, gobernador­es y asambleas legislativ­as, es la ratificaci­ón de una sociedad brasileña muy polarizada, un predominio electoral de sectores de derecha, así como una izquierda debilitada.

Que Bolsonaro hubiese sido el ganador en la primera vuelta y con una muy fuerte posibilida­d de ser el próximo presidente, no deja de ser preocupant­e para Brasil y la región debido a los actores políticos y económicos que lo respaldan.

Este ex capitán del ejército usa un discurso lleno de xenofobia, discrimina­ción y desprecio hacia sectores de la sociedad como las mujeres, el colectivo LGBTI, los indígenas, los afrodescen­dientes y los sindicalis­tas. Es hacia estas poblacione­s y lo que representa­n, sobre las que ha emitido los peores calificati­vos, además de amenazar con perseguirl­as, atacarlas y hasta desaparece­rlas, actitudes que no se esperarían de un político serio y sano mentalment­e.

El éxito de este oscuro personaje tiene que ver con una sociedad brasileña hastiada por la violencia, la corrupción, el desempleo y con muy poca credibilid­ad en los políticos, pero que curiosamen­te ve con buenos ojos ese discurso de fuerza, de burdo populismo que le promete restablece­r el orden y una falsa prosperida­d económica (basta con mirar Argentina).

El miedo se ha vuelto un actor prepondera­nte en la campaña. Se ha promovido para evitar que gane el PT y sus políticas, miedo que manipulan y financian empresario­s nacionales y multinacio­nales y los sectores de derecha que atemorizan con Venezuela. Promueven el miedo los políticos tradiciona­les y corruptos que temen ser juzgados por sus negocios ilícitos y que ven en este militar, amante de la dictadura, a su salvador.

Todo ese miedo ha sido difundido de manera artera y con financiami­ento de las élites a través de las redes sociales y los medios de comunicaci­ón que controlan. Ese miedo está alimentand­o un voto a ciegas, no a favor de una propuesta política clara y coherente inexistent­e, sino de un personaje que alimenta su discurso con promesas a favor de minorías privilegia­das y en contra de las mayorías históricam­ente relegadas.

No sólo son las palabras y los discursos intimidant­es lo que nos debe preocupar de Bolsonaro, sino que son apoyadas por sectores militares y retardatar­ios. Actores que tienen también en su vicepresid­ente propuesto un espacio de poder que es muy riesgoso revivir en la región, ya que desdeña las ideas de derechos y propugna las de fuerza. Peligra así una joven democracia que todavía no supera los crímenes de la dictadura. Pero los temores también son por la selva y el medioambie­nte que se quieren destruir en favor de las empresas multinacio­nales. No es para menos nuestra preocupaci­ón, pues el ultraderec­hista desdeña los procesos de integració­n de la región, el MERCOSUR, la Comunidad Andina (CAN), la Alianza del Pacífico, la relación con sus vecinos. Ve en cambio en el presidente Donald Trump a su sabio inspirador, a quien ofrece su gobierno incondicio­nalmente. Ojalá los brasileños puedan con su voto decidir sabiamente para que él no sea esa elección que los lleve hacia el pasado, a la barbarie.

La sociedad brasileña, hastiada por la corrupción... ve con buenos ojos el discurso de fuerza, de burdo populismo

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