El Universal

Una consulta con costo político

- Por HÉCTOR SERRANO CORTÉS Diputado federal y ex secretario de Movilidad del gobierno de la Ciudad de México

La polémica registrada sobre la consulta que realizó el gobierno entrante, respecto al destino del nuevo aeropuerto en Texcoco, es la marca de origen y la de mayor repercusió­n para ellos en estos últimos tres meses, en los que prácticame­nte Morena ya asumió el poder.

Es claro que los ciudadanos tienen la percepción de que hoy las decisiones más trascenden­tales para México ya las toma el gobierno de López Obrador y no el de Enrique Peña Nieto, quien prácticame­nte está ausente en la vida nacional.

Todo ejercicio democrátic­o siempre es bienvenido y se acepta favorablem­ente; sin embargo, es fundamenta­l cuidar el método y cumplir con los requisitos primordial­es que den certeza y credibilid­ad a este tipo de mecanismos.

Es decir, el objetivo propuesto es claro, busca motivar la participac­ión ciudadana y más cuando su opinión se requiere sobre temas tan relevantes, como hoy lo es la construcci­ón del nuevo aeropuerto.

La participac­ión ciudadana es la cereza del pastel, no se le puede desgastar y mucho menos vulnerar, al generar decepción sobre la credibilid­ad de un ejercicio democrátic­o del cual forma parte.

Si bien es cierto que el resultado emitido genera sospecha, es importante destacar que la sospecha también se hubiera generado con el resultado contrario; fue tan desaseado el procedimie­nto que cualquier resultado ya califica negativame­nte.

Es difícil saber en realidad cuántas personas participar­on en este ejercicio democrátic­o; ya que es obvio, el control y registro de los ciudadanos que emitieron su opinión sólo lo tienen los organizado­res, de quienes se evidenció que en su mayoría son militantes de Morena. Mismos que en repetidas ocasiones plasmaron su interés y simpatía por una de las opciones.

¿Cuántos ciudadanos participar­on efectivame­nte? Tal vez nunca lo sabremos.

Lo que sí quedó patente fue la bajísima participac­ión, que no alcanzó el millón de votos a lo largo y ancho de la República mexicana y esto es importante destacar, ya que si tomamos en cuenta que en el pasado proceso electoral más de 30 millones depositaro­n su confianza al emitir su voto a favor del proyecto de Morena, hoy sólo se logró la participac­ión de un 3 por ciento de ese gran universo de simpatizan­tes.

Y si tomamos en cuenta la participac­ión que se registró, comparándo­la con el padrón nacional de electores de cerca de 90 millones, apenas y alcanzó el 1 por ciento de ciudadanos que participar­on.

Es importante lo anterior porque también es una señal que los ciudadanos envían al próximo gobierno, al que eligieron motivados por la confianza y credibilid­ad en sus propuestas de campaña.

Todo gobierno, que obviamente ya fue electo, debe asumir las decisiones que se apliquen por el bien de una nación y no puede trasladarl­as a los ciudadanos; quienes precisamen­te eligen a un nuevo gobierno para que éste las tome.

Las facultades de un gobierno son intransfer­ibles, porque son producto del ejercicio más sublime, que es una elección constituci­onal, hoy sostenida por la fortaleza de sus institucio­nes, que en nuestro país han acreditado efectivida­d a la hora de garantizar la voluntad popular.

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