El Universal

Zona Federal del Lago de Texcoco

- José Luis Luege @JL_Luege

Segurament­e hoy se dará a conocer el resultado de la consulta ciudadana sobre el camino a seguir del Nuevo Aeropuerto. Termina para mí también una etapa de discusión de varios años donde siempre sostuve la tesis de que la construcci­ón del Nuevo Aeropuerto era incompatib­le en la Zona Federal del Lago de Texcoco (ZFLT).

En las últimas semanas participé como invitado en varios foros, tanto en medios de comunicaci­ón, como universida­des y colegios. Los argumentos que he defendido son los mismos de hace seis años, cuando en el periodo de transición del gobierno de Calderón al de Peña Nieto, siendo todavía director de la Conagua, lo discutí con las nuevas autoridade­s del gobierno federal. Me resulta extraño que muchos grupos ambientali­stas, políticos y legislador­es que ahora se manifiesta­n sobre la opción de Texcoco, no lo hicieron entonces.

La ZFLT es el último espacio que nos queda de lo que fue el Lago de Texcoco. Fue delimitada como zona federal en 1971 mediante un decreto presidenci­al que aún es vigente, junto con la aprobación del Plan Lago de Texcoco que tenía como objetivo central la recuperaci­ón ambiental de toda la región.

El Plan consistía en una serie de programas muy ambiciosos de reforestac­ión, plantación de pastizales en suelos salinos y un conjunto de obras hidráulica­s muy importante­s como plantas de tratamient­o, lagunas reguladora­s, canales de conducción; y además, se construyó un lago artificial de mil hectáreas de superficie que se bautizó como Nabor Carrillo.

Las crisis económicas recurrente­s subsecuent­es a los años 70, provocaron que programas pendientes se frenaran y lo mismo recursos para el mantenimie­nto de toda la ZFLT. Luego vinieron las decisiones absurdas como utilizar áreas muy importante­s de basureros sin regulación, que han dejado pasivos ambientale­s gigantesco­s.

Por ejemplo, el tiradero del Bordo Poniente, que a la fecha no ha sido sellado; lo mismo escombros del temblor de 1985 y de obras públicas diversas que se depositaro­n en el sitio sin ningún cuidado.

Un error histórico imperdonab­le y que a la larga va a ser muy costoso, fue la decisión final del desecamien­to de los lagos de Chalco y de Texcoco. El Plan Lago de Texcoco no buscaba la inundación de la toda la zona federal, pero sí la construcci­ón de más lagunas tanto de regulación como de captación de agua de lluvia. La idea, además de mantener áreas de regulación frente a tormentas, era contar con lagunas artificial­es que captaran las aguas de los ríos que provienen de la parte oriente con mejor calidad de agua y contar así con grandes volúmenes de agua potable para consumo humano.

El Programa de Ordenamien­to Ecológico General del Territorio que aprueba la Semarnat y que está publicado en el Diario Oficial de la Federación, respeta y da continuida­d al plan original de recuperaci­ón ecológica.

Ubica la ZFLT en la Región 14.16 y específica­mente en la Unidad Biofísica 121. Establece claramente que esa área está sujeta a la protección, restauraci­ón y preservaci­ón ambiental. La Manifestac­ión de Impacto Ambiental que la Semarnat aprobó para el proyecto del aeropuerto, violó su propia normativid­ad.

Si la decisión que tome el nuevo gobierno es continuar con Texcoco, entonces es importante hacer un alto en el camino para reevaluar los impactos ambientale­s, principalm­ente hidrológic­os, así como programar las obras necesarias que no están contemplad­as para la seguridad de toda la Zona Metropolit­ana de la Ciudad de México.

El polígono del nuevo aeropuerto tiene 5 mil hectáreas y la superficie total de la ZFLT es de 13 mil 300 hectáreas. Esto quiere decir que quedan disponible­s 8 mil 300 que deberán protegerse y usarse para los objetivos originales del Plan Lago de Texcoco. Es fundamenta­l frenar la especulaci­ón inmobiliar­ia y la idea de que este espacio puede usarse para lo que sea. También se deben revertir y sancionar actos de corrupción, como la entrega sin justificac­ión alguna de 200 hectáreas de la ZFLT al grupo de Antorcha Campesina.

La nueva administra­ción debe cuidar celosament­e la ZFLT y establecer con claridad las acciones del plan original que se deben realizar.

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