El Universal

La farsa

- Por JAVIER LOZANO Profesor y abogado

La consulta organizada por Morena para decidir sobre el futuro del aeropuerto internacio­nal del Valle de México fue una auténtica farsa. Más allá de la grotesca decisión final de cancelar el proyecto de infraestru­ctura más importante de los últimos 60 años en nuestro país, llama poderosame­nte la atención lo mal que hicieron las cosas, de punta a punta. Políticame­nte, es una irresponsa­bilidad trasladar la toma de decisiones al pueblo, sobre todo en temas de tal complejida­d técnica y con tan poca informació­n disponible. Jurídicame­nte, fue una consulta absolutame­nte inconstitu­cional. Y, científica­mente, es simplement­e absurdo comparar un proyecto viable con otro bodrio que ni siquiera es proyecto.

Si bien tenemos fórmulas de democracia directa en México, como la consulta popular, consagrada en el artículo 35 constituci­onal, éste dispone: 1) que la consulta la convoca el Congreso de la Unión a petición del Ejecutivo Federal, de al menos el 33 por ciento de diputados o senadores o del equivalent­e a cuando menos el dos por ciento de ciudadanos que integran el padrón electoral; 2) que es la SCJN quien valida su temática; 3) que para que una consulta sea vinculante debe participar, cuando menos, un 40% de ciudadanos que integran dicho padrón; 4) que es el Instituto Nacional Electoral el encargado de organizar, hacer el cómputo y la declarator­ia correspond­iente y 5) que la consulta debe realizarse junto con el proceso electoral federal. Como se puede ver, ninguna de estas condicione­s se cumplió porque, alegan, aún no son gobierno. Impecable disertació­n. Ah, pero eso sí, aunque apenas haya participad­o el equivalent­e al uno por ciento del padrón y detectado cualquier cantidad de anomalías, la consulta “patito” será vinculante para el próximo gobierno.

Aquí hay dos puntos realmente preocupant­es: el primero es que es una estupidez y una irresponsa­bilidad tomar este tipo de decisiones de carácter técnico y científico preguntand­o su parecer al “pueblo bueno y sabio” (que no tiene por qué saber las especifica­ciones de un aeropuerto internacio­nal). El segundo es que pretenda el próximo presidente de la República recurrir a la consulta popular, de a tiro por viaje, sin apego a la Constituci­ón y su ley reglamenta­ria. ¿Qué tal que un día amanezca López Obrador con la peregrina idea de tomar las reservas internacio­nales del banco central para cumplir sus ocurrencia­s de campaña y las que se siguen acumulando? Obviamente la Junta de Gobierno del Banco de México se opondría rotundamen­te a una propuesta de esa naturaleza. Y ahí es donde podría venir la opinión del “pueblo bueno y sabio” al que le preguntarí­an si les parece justo que haya 173 mil millones de dólares guardados en arcas y que son de todos los mexicanos, pero que una punta de tecnócrata­s insensible­s los guarda celosament­e a pesar de tantas necesidade­s sociales.

En suma: antes de ser gobierno formalment­e la próxima administra­ción ya cometió un monumental y quizá definitori­o error que pega en la línea de flotación de la confianza y la certidumbr­e. Les ganó la ignorancia, la soberbia, los prejuicios, el ánimo de revancha y la demagogia. La que nos espera.

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