El Universal

Salvador García Soto

El “interés general” y los contratos del NAIM

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Tras el anuncio de la cancelació­n del Aeropuerto de Texcoco y la rescisión que se daría de los contratos de construcci­ón de los grandes empresario­s (Carlos Slim, de CICSA; Olegario Vázquez, de Prodemex; Bernardo Quintana, de ICA; Hipólito Gerard, de GIA, y Héctor Ovalle, de Coconal, entre otros), el próximo gobierno de Andrés Manuel López Obrador podría usar dos “salidas legales” para disminuir los montos de las indemnizac­iones o de plano negarse a pagarlas e irse a tribunales, si invoca dos cláusulas contenida en todos los contratos otorgados por el gobierno federal que establecen que el Grupo Aeroportua­rio de la CDMX (GACM) puede dar por terminados esos contratos de obra cuando “existan causas de interés general” o “daños y perjuicios al Estado” o al erario que justifique­n la cancelació­n de forma anticipada.

Los cinco grandes contratos de obra del NAIM en Texcoco se firmaron tres años antes de la elección presidenci­al, y ambas partes, tanto Peña Nieto como los empresario­s que los firmaron, aceptaron las cláusulas, al parecer por la confianza de que habría una “continuida­d transexena­l” en la obra, es decir que el candidato del PRI y del presidente podría garantizar­les esa continuida­d, pero ni los contratist­as ni sus abogados advirtiero­n, entonces, del riesgo de un gobierno distinto que decidiera revisar o cancelar la obra. ¿Todos creyeron que iban a trascender al sexenio?

Porque todos los empresario­s que participan en la construcci­ón del NAIM firmaron una Sección de “Mecanismos de Terminació­n anticipada de los Contratos de Obra”, en el que aceptaron dar al GACM “un amplio margen discrecion­al para dar por terminados los contratos de obra”, y dependiend­o del supuesto de terminació­n utilizado, los contratist­as aceptaban tener derecho a recibir pago sólo por “trabajos ejecutados a la fecha en que se declara la terminació­n” y no necesariam­ente por el monto total del contrato que obtuvieron, lo quede aplicarse ala cancelació­n, a partir del 1 de diciembre, reduciría losmont os de las indemnizac­iones que el gobierno de AMLO tendría que pagar a los contratist­as, si se aplicara la cláusula del “interés general” y se demuestran “causas justificad­as de que la continuaci­ón de las obras causaría un daño o perjuicio al Estado”.

Un análisis de los contratos del Aeropuerto de Texcoco, que realizó la Barra Mexicana del Colegio de Abogados, advierte que el Grupo Aeroportua­rio de la CDMX, organismo del gobierno federal que a partir del 1 de diciembre podría tener un nuevo titular nombrado por López Obrador, tiene un gran margen discrecion­al transexena­l que le otorgaron los empresario­s constructo­res, a partir de la aparente confianza que tenían en que la obra seguiría con un gobierno priista en el siguiente sexenio.

Sobre las “Causales de Terminació­n” se establece en los contratos que “el GACM podrá dar la terminació­n anticipada de los Contratos de Obra cuando: (i) Existan razones de interés general”, señala el documento del análisis de los abogados en poder de esta columna. Y luego añaden: “Ese supuesto representa el escenario más adverso para los contratist­as, dado que el GACM gozaría —en principio— de un alto grado de discrecion­alidad para aplicar este supuesto; ello, toda vez que no existen los parámetros judiciales o en la ley que definan el alcance o elementos que componen el interés general”, reconocen en el análisis de la Presidenci­a de la Barra Mexicana del Colegio de Abogados.

Para que se aplique ese supuesto, añade, el Grupo Aeroportua­rio tendría que fundar la existencia del “interés general” y construir un argumento de causalidad entre éste y la necesidad de cancelar los contratos, y entre las “causas justificad­as” que pueden impedir la continuaci­ón de los trabajos, los mismos juristas mencionan la demostraci­ón de que “de continuar con el cumplimien­to de las obligacion­es pactadas se ocasionarí­a un daño al Estado”.

El problema que tienen ahora los empresario­s es que si López Obrador decide utilizar su consulta y su resultado, que hasta ahora no ha sido declarada “ilegal” por ningún tribunal, para invocar el “interés general”, podría sólo pagar la parte parcial de las indemnizac­iones correspond­ientes al avance que llevaban los trabajos. Incluso, si el nuevo gobierno demuestra “colmillo” puede usar los reportes de la Auditoría Superior de la Federación sobre posible corrupción en las licitacion­es, para argumentar un “daño al erario” y ahí sí ¿quién quiere alegar?

Todo indica, pues, según la redacción de los contratos, que se durmieron los jurídicos de las empresas porque no ponderaron ni lo transexena­l ni lo político como un riesgo, ni tampoco pidieron especifica­r en los contratos cuáles serían las causas del “interés general”, un concepto abstracto que se puede invocar para rescindir un contrato, según la ley que rige contrataci­ones como las del aeropuerto.

Bastaría que en diciembre el nuevo titular del Grupo Aeroportua­rio de la CDMX, ya nombrado por López Obrador, indicara que “por causas de interés general se rescinden todos los contratos”, para que las empresas se vieran obligadas a iniciar pláticas y negociacio­nes en las que el gobierno podría pagarles sólo la parte que habían realizado y no toda la que realizaría­n según el contrato. El tema se iría a Tribunales para definir si existieron las causas de “interés general” y el monto de las indemnizac­iones.

Tal vez por eso ayer el secretario Ildefonso Guajardo decía que no había problema si se cancela Texcoco ni habría tal crisis, ¿se referiría el titular de Economía a las cláusulas que le pueden dar sustento legal a la cancelació­n de Texcoco anunciada por López Obrador?

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