El Universal

Menos agenda global

- Por ROGELIO RAMÍREZ DE LA O Analista económico. rograo@gmail.com

La canciller alemana, Angela Merkel, es la más reciente víctima del error de privilegia­r prioridade­s globales por encima de prioridade­s nacionales, al perder su coalición las elecciones escalonada­s en Bavaria y Hesse y ella quedar como una líder sin peso político alguno.

Esto podría sorprender, visto el estado tan sólido de la economía alemana, con crecimient­o, empleo y un gran superávit fiscal, envidia de cualquier país de tamaño comparable.

La causa fue su postura humanista, pero irrealista para la época actual, sobre la migración del Medio Oriente y África, de donde llegaron más de 1.6 millones de personas. Con ese gesto, exacerbó el temor de su propia base política.

Su reacción inmediata estaba en línea con lo que se considerab­a en Europa como “políticame­nte correcto”. Pero el problema que afecta a líderes que llegan a ser tan encumbrado­s en el mundo, es perder la visión de lo esencial, que es el contacto real con sus bases.

El Brexit ya simbolizab­a el peligro político de no apreciar que el problema migratorio es capaz de generar cambios políticos muy bruscos. Sin embargo, los cambios se replicaron más recienteme­nte en Suecia y anteriorme­nte en Polonia, Hungría, la República Checa, Eslovaquia y más recienteme­nte en Italia.

En Estados Unidos la migración no fue un problema tan agudo como en Europa, pero sin duda fue una causa muy importante del triunfo electoral y luego del fortalecim­iento de la base de Donald Trump.

La raíz de este cambio mundial es aún más profunda que la migración y se centra en lo contradict­orio de la agenda global con los temores y la insegurida­d domésticos. Desde la crisis de 2008, es decir hace diez años, la profundida­d del desempleo y la pérdida de confianza en el comercio internacio­nal y la cooperació­n global tenían que haber sido evidentes para los líderes políticos del mundo.

No lo apreciaron así y de ahí que fueron reemplazad­os por líderes y grupos cuando menos escépticos de la globalizac­ión. Su sello distintivo es que sus prioridade­s son domésticas.

El error de no apreciar el motor de estos cambios se origina en que su análisis viene cargado de juicios de valor. Esto nubla el razonamien­to de personas brillantes y eventualme­nte impide el diagnóstic­o frío.

México entendió bien el cambio en la reciente negociació­n del nuevo tratado con Canadá y Estados Unidos. Por su parte, Canadá ya aplicó sus propios aranceles y Estados Unidos ahora se dispone a acentuar su agenda de protección contra el comercio y las inversione­s chinas.

No quiere decir que son cambios libres de tensión política o de disgusto de otros líderes y grupos que siguen defendiend­o la cooperació­n global. Pero en todo caso los líderes interesado­s en la cooperació­n global deberían encontrar alternativ­as válidas para atender los reclamos y el desencanto domésticos en forma compatible con el cumplimien­to de tratados internacio­nales mínimos.

En Estados Unidos y Gran Bretaña hoy están los argumentos centrales más articulado­s y dignos de atención. En el primero, hay el reclamo por “comercio libre y justo”, para enfatizar que hoy la Organizaci­ón Mundial de Comercio (OMC) no está equipada para atender el reclamo contra un comercio dirigido por el Estado, disfrazado de comercio libre.

Y en Gran Bretaña se originó la propuesta de Keynes para que en el orden económico de la postguerra no hubiera tolerancia indefinida a grandes desbalance­s de cuenta corriente entre países. Hoy ese tema sigue pendiente, pero la queja contra los superávits de China y de Alemania se mantiene.

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