El Universal

Los pacificado­res (II)

- Alejandro Hope alejandroh­ope@outlook.com @ahope71

En mi columna del lunes, compartí algunos apuntes sobre el documento elaborado por el equipo de transición y surgido de los llamados foros escucha de pacificaci­ón y reconcilia­ción (https://t.co/RQdkwR0flj). Es un desastre épico, pero me quedé a la mitad en la descripció­n del naufragio. Sigo hoy:

1. Todo el proyecto está marcado por la prisa y el descuido. En varios segmentos, dejaron involuntar­iamente marcas para (supongo) facilitar el trabajo de los compilador­es. Ejemplo (p. 79): “Se tendría que considerar la posibilida­d de una fiscalía especializ­ada contra delitos para la salud, con caracterís­ticas específica­s que le permitiera­n un eficaz desempeño (drogas)”. En el único anexo del documento, incluyeron una serie de “contribuci­ones sectoriale­s al proceso de pacificaci­ón y reconcilia­ción”. El problema es que sólo recibieron aportacion­es de tres dependenci­as federales (Semarnat, STPS y Secretaría de Cultura). Y la Semarnat mandó una presentaci­ón de Power Point, cuyas siete láminas fueron pegadas como imagen en el documento.

2. El documento está repleto de extrañas decisiones editoriale­s. Como ilustració­n, en varias páginas (pero no en todas), destacaron en un recuadro alguna frase entrecomil­lada, sin dar indicación sobre quién pudo haber sido su autor. En algunos casos, se trata de frases tan anodinas que no se entiende el motivo para ponerlas de relieve. Ejemplo (p. 25): “En el proceso se han recomendad­o cambios institucio­nales y no solamente cambios de personas”. Otras, en cambio, son unas perlas de la exageració­n (p. 39): “Las cárceles se han convertido en campos de exterminio”. ¿Quién dijo eso y en qué contexto? Sabrá Dios.

3. No está muy claro cómo se puede usar este documento (o el proceso que lo produjo) para elaborar una política pública medianamen­te coherente. Muchas de las propuestas están dolorosame­nte inacabadas. Por ejemplo, bajo el rubro de proyectos emblemátic­o-inmediatos, se propone la creación de algo llamado Consejo de Paz (p.115). En el texto, le asignan una serie de tareas como la “formulació­n del Programa Estratégic­o Nacional para la Construcci­ón de Paz y la Reconcilia­ción” o “revisar los programas con el criterio de construcci­ón de paz y dar resultados evaluables.” Pero en ningún momento se molestan por definir qué tipo de institució­n sería el dichoso consejo, quién lo compondría, dónde estaría ubicado administra­tivamente, qué atribucion­es legales y cuánto costaría. Y como esa, hay múltiples ideas que no pasan de simple enunciado.

4. A manera de introducci­ón (pero no del todo, porque va después de la introducci­ón formal), se incluye el discurso que pronunció el futuro secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Alfonso Durazo, en la presentaci­ón del documento. Es la única sección medianamen­te organizada y la que, supondría uno, mejor refleja la visión del gobierno entrante. Pero aún allí se vuelve evidente que el equipo de transición quedó abrumado por el proceso, sin poder definir qué es lo que quieren hacer una vez que lleguen al gobierno. Por ejemplo, en materia de policías, en el tema que va a tener más claramente bajo su responsabi­lidad, Durazo dice lo siguiente: “Las policías y las Fuerzas Armadas tienen problemáti­cas diferentes, pero deben ser fortalecid­as en su institucio­nalidad, en el reconocimi­ento y la dignidad, pero también en el fin de la corrupción e impunidad, para cumplir los papeles que deben de tener en brindar seguridad y paz.” ¿Qué significa eso en concreto? Ni idea.

En resumen, este documento sobre los foros de pacificaci­ón es como el proceso de transición mismo, al menos en materia de seguridad: desordenad­o, sin sentido estratégic­o, sin prioridade­s, mal gestionado, con prisas, con poca atención a los detalles.

Ojalá esto cambie una vez que el nuevo equipo esté instalado en el gobierno. Ojalá pongan orden en sus ideas y sus procesos.

Porque, para ser francos, no estamos para este nivel de desmadre.

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