Un adiós responsable
En lo que refiere a las cremaciones, se han creado una variedad de urnas hechas con materiales que se incorporan al entorno con mayor facilidad. Ejemplo de ello son las cajas elaboradas a base de sal marina, pensadas para quienes se despiden de las cenizas en el mar. Su tiempo de disolución es tan solo de 15 a 20 minutos.
Las urnas de arena, asimismo, están diseñadas para depositar los restos de nuestros seres queridos en el mar o lagos, ya que son 100% solubles. Elementos como el nitrógeno y fósforo, contenidos en las cenizas, favorecen el aumento en el nivel de la clorofila en el agua, por ejemplo.
Uno de los productos que más llama la atención actualmente es la urna-árbol, la cual se introdujo hace más de 15 años y es una alternativa popular en países de Europa y Norteamérica.
El recipiente contiene las cenizas de la persona en el depósito inferior, mientras que en el nivel superior se coloca tierra y una semilla de árbol, entre las que se pueden elegir pino, fresno, roble, arce u otras especies.
Mediante este desarrollo, no solo se permite reforestar áreas verdes, sino también dejar un recuerdo tangible de un ser querido.
“Si bien la sustentabilidad contempla diversos aspectos, estas alternativas representan sin duda un paso más para abatir el impacto en el ambiente”, subraya Javier Rojas.
De 2014 a 2016, se cremó 50% de los cadáveres en la capital, de acuerdo con datos de la Consejería Jurídica y de Servicios Legales de la Ciudad de México.