El Universal

Tres rutas para comenzar a mejorar el empleo

- Por HORACIO DUARTE OLIVARES Diputado federal y propuesto como subsecreta­rio del empleo de la STPS para el gobierno federal 2018-2024

México es un país de muchos retos, por ello requiere de resultados concretos para romper barreras sexenales como la corrupción, el uso clientelar de la política social, y sobre todo, escuchar las necesidade­s reales de la población en la integració­n de las nuevas políticas públicas. En lo que respecta al derecho al trabajo, el primer déficit es la falta de participac­ión plural de la sociedad en el diseño, implementa­ción y evaluación de la política sectorial, cuando debe ser una condición necesaria para revisar los objetivos e instrument­os de dicha política, con el propósito de ir cerrando las brechas de desigualda­d y asegurar el acceso a un empleo digno. (Coneval, 2018).

Si bien es cierto que la población mexicana pudiera desconocer el derecho al trabajo digno en la letra, sí tiene una opinión muy acertada de lo que sucede en la realidad al pronunciar­se en cuestiones como: tener un trabajo bien remunerado y ser tomado en cuenta para la toma de decisiones (CESOP, 2014). Por ejemplo, ocho de cada 10 mexicanos percibe que tener un trabajo bien remunerado nunca o casi nunca se cumple. Una opinión similar tiene siete de cada 10 mexicanos sobre ser escuchados por las autoridade­s o el acceso a la seguridad social.

De acuerdo con el Estudio Diagnostic­o del Derecho al Trabajo 2018 del Coneval, México tiene varios pendientes que atender en materia de empleo, que tienen que ver con su acceso, calidad y disponibil­idad.

En cuanto a medios de acceso, toca mejorar la capacidad y alcance de los servicios de intermedia­ción laboral, ya que los servicios de vinculació­n, orientació­n e informació­n son muy limitados y con el tiempo ha tendido a disminuir. Esto es debido a que los recursos mayormente utilizados por los solicitant­es son medios informales como redes sociales, contactos personales o la visita directa a los lugares de empleo, teniendo la desventaja de reproducir las desigualda­des iniciales, especialme­nte cuando los solicitant­es se desenvuelv­en en medios precarios. Para muestra, en 2016 se recibieron 2 millones de solicitude­s de vinculació­n laboral, a través del Servicio Nacional del Empleo, de las cuales sólo lograron insertarse laboralmen­te 477 mil personas, ocho de cada diez solicitant­es no lograron colocarse.

Algo similar sucede con los empleadore­s, ya que los latinoamer­icanos recurren muy poco a los servicios públicos de empleo para su labor de reclutamie­nto. Entonces, será importante fortalecer­la intermedia­ción, informació­n, orientació­n, vinculació­n y otros servicios de apoyo, para aumentar la probabilid­ad de encontrar trabajos de mejor calidad, con mejores ingresos y formales (OIT, 2016).

Por otro lado en lo referente a la calidad del empleo, es muy común que el “bajo desempleo” encubra situacione­s de precarieda­d laboral por falta de seguridad social, incertidum­bre en la corta duración del empleo, bajos ingresos y la carencia de prestacion­es, donde los jóvenes se encuentran sobrer representa­dos en más del doble que el resto de los grupos de edad, por lo que tienen que focalizars­e los esfuerzos de política pública para favorecer su incursión laboral. Aunado a que la calidad del empleo también se ve mermada por otros factores como el impacto del outsourcin­g irregular, ya que el gobierno mexicano deja de recaudar alrededor del 90 por ciento por impuestos, IMSS e Infonavit. En 2015, el porcentaje de los trabajador­es con contrato que tuvo acceso a prestacion­es disminuyó de 66.9 por ciento a 63.4 por ciento, confirmand­o la tendencia al aumento de la precarieda­d laboral registrada.

Y finalmente deben buscarse mecanismos para mejorar la disponibil­idad del empleo, consideran­do la heterogene­idad de regiones, así como los grupos en situación de desventaja. Está demostrado que el costo que se debe invertir en tiempo para llegar a un lugar de trabajo puede ser un factor que dificulte el acceso al empleo, en 2015, el porcentaje de los ocupados que destinaron más de media hora para trasladars­e al lugar de trabajo era de 55.1 por ciento en el caso del transporte público y 27 .1 por ciento en caso del transporte privado. También es importante cerrar las brechas en el acceso a empleos de calidad en los grupos en situación de desventaja, como en el caso de las mujeres, cuya principal brecha está en la tasa de participac­ión en el mercado laboral, siendo la mitad que la de los hombres.

Por estas razones, será fundamenta­l que el próximo gobierno federal promueva una nueva gobernabil­idad, y eso implica tomar en cuenta lo que está demandando la población (inputs) y lo que será su capacidad de respuesta (outputs).

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