Prueba.
La SEAT Arona aprovecha su entrada al juego de las SUVs para colocarse como un modelo referente
La inundación de SUVs y crossovers en las calles es una realidad, y todo parece indicar, que la marea de carrocerías elevadas del piso será la constante en, por lo menos, una década por todo el mundo. Una de las marcas que más ha esperado para agregarse a la creciente tendencia es SEAT. Sin embargo, su paciencia les ha servido para conocer cuáles son las preferencias de los consumidores y, en ese sentido, entregar productos con pocas áreas de mejora.
El segundo crossover en agregarse a la filas del catálogo de SEAT se denomina Arona. Este modelo toma prestado su nombre de una región al sur de Tenerife, parte de las Islas Canarias.
Este crossover y el modelo de mejores ventas de la marca en nuestro país (Ibiza) guardan más similitudes que solo la naturaleza de su ubicación geográfica. Ambos modelos son similares en dimensiones, emplean el mismo mecanismo motor y equipamiento interior.
Sin embargo, la diferenciación entre ambos productos radica en el perfil del público al que planean atacar y que, a pesar de mi desagrado personal al crecimiento en la popularidad de las SUVs, debo decir que me haría preferir una Arona sobre un Ibiza.
Inicialmente, el diseño de la Arona rompe con lo uniforme de estas carrocerías al presentar trazos diferentes a lo acostumbrado en cada pliegue de la estructura del coche. El techo y la parte media del auto se dividen por un corte en el poste C que, por si fuera poco, se remata con el desenfado de presentar dos tonos de pintura.
En ese mismo sentido, el diseño y la “osadía” visual de SEAT está presente en el interior. El equipo de la marca española ha dejado de lado las ideas convencionales de “cómo se debe ver un auto por dentro” y ha incorporado en Arona materiales y colores que no son encontrados en la descafeinada competencia.
El panorama visual puertas adentro es protagonizado por un gran inserto de plástico blanco que cubre el tablero de lado a lado y enmarca la pantalla de infoentretenimiento de ocho pulgadas. El material que lo compone tiene una terminación mate que evita reflejos del sol y que, además, brinda un aspecto atractivo.
Uno de los aspectos a revisar entre los interesados en la SUV es que éste tenga las capacidades de conectividad con teléfonos celulares y protocolariamente, la versión tope de gama incorpora la más reciente actualización de las plataformas Apple CarPlay y Android Auto
Ante su agradable diseño y virtudes de conveniencia práctica en el interior, cabe la pregunta más importante: ¿cómo se maneja el auto?
Contrario a sus características únicas, Arona usa de una fórmula comprobada por todo el consorcio de Volkswagen: la plataforma MQB. Juvenil en cada rincón.
En ese sentido, este modelo se beneficia de una maniobrabilidad privilegiada, una firmeza suficiente y la agradable sensación de que nos encontramos en un modelo bien hecho.
Hace uso del motor de 1.6 litros y cuatro cilindros que genera 110 caballos de fuerza y 114 libras-pie de torque. Está acoplado a la transmisión del diseño de los crossovers subcompactos.
automática de seis velocidades.
El mecanismo le sienta bien al pequeño crossover en su uso urbano. Es eficiente y funciona de manera solvente en las aceleraciones requeridas en pronunciadas pendientes o rebases súbitos. En la autopista, Seat Arona encuentra más limitantes en sus capacidades.
Esto no significa que padezca de una potencia insuficiente, pero sí nos deja pensando que le sentaría de maravilla la incorporación de uno de los motores turbo del catálogo de la compañía (como el del Ibiza FR).
Dentro de las incoroporaciones presentes y futuras en las carrocerías elevadas de parte de la marca española, el SEAT Arona es la mejor muestra de por qué la marca se reservó a participar en el segmento de los crossovers, o SUV compactas, desde un inicio.
Hoy, este modelo es el ejemplar que mejor reúne criterios como diseño, eficiencia y tecnología con la justa medida de todo lo que un cliente de este perfil puede exigir por el precio que la marca pide por él.