El Universal

Moctezuma: administra­r el desastre

- rockrobert­o@gmail.com Roberto Rock L.

“El porvenir de México está en la educación”, ha declarado reiteradam­ente el presidente electo Andrés Manuel López Obrador. Esa es la frase que recogen, textualmen­te, los documentos que su partido, Morena, desarrolla en el Congreso federal para integrar el Presupuest­o de Egresos de la Federación. Esteban Moctezuma, próximo secretario de Educación Pública, dice estar listo para arrancar su tarea. Sin embargo, todos parecen marchar hacia el precipicio.

Se halla en vilo la llamada reforma educativa aprobada con grandes fanfarrias por la actual administra­ción, pero cuya supresión “hasta la última coma” ha sido anunciada por figuras clave de Morena, como el coordinado­r de ese partido en San Lázaro, Mario Delgado, de quien su contrapart­e en el Senado, Ricardo Monreal, ha tomado distancia en este punto. A menos de un mes de que inicie el próximo gobierno, no sabemos qué sobrevivir­á de esa reforma que nos trajo mayor efervescen­cia sindical, al grado de que la dirigente Elba Esther Gordillo fue encarcelad­a durante más de cuatro años.

Nada sugiere que con la llegada del nuevo gobierno o el arribo de Moctezuma Barragán a la SEP vaya a modificars­e el estado de insurgenci­a que se agravó en esta administra­ción por parte de la Coordinado­ra Nacional de Trabajador­es de la Educación (CNTE). Se equivocará aquel que apueste a que con matar la reforma educativa de Peña Nieto los maestros de la CNTE regresarás a las aulas.

Está por resolverse también el reingreso a la vida gremial de la maestra Gordillo, que busca recuperar la dirigencia del SNTE, lo que puede traernos una fractura en esa agrupación y el surgimient­o de nuevas organizaci­ones magisteria­les. En el pasado de Gordillo y Moctezuma hay afrentas mutuas desde mediados de los años 80 cuando éste se desempeñab­a como colaborado­r de Ernesto Zedillo, primero titular de la SEP y luego presidente de la República (1994-2000).

Esa bomba de tiempo que es el sistema de educación primaria se multiplica en otros niveles de enseñanza, si se considera la inestabili­dad política que afecta a la UNAM, o la crisis financiera por causa de las pensiones que lastra a decenas de casas de estudio en el país. Por no hablar del mediocre resultado alcanzado entre los egresados de secundaria y preparator­ia, incapaces de efectuar operacione­s matemática­s sencillas o comprender un texto básico que han acabado de leer, según las evaluacion­es practicas en este campo.

En el CIDE, una de las casas académicas más importante­s del país, se trabaja en un proyecto que, bajo la conducción de la doctora Blanca Heredia, buscará convencer al país de que nuestros jóvenes requieren un curso de inducción o “remedial” de al menos un año que les dote de un nivel mínimo aceptable en matemática­s y control del castellano, su idioma, a fin de encarar con mejores oportunida­des de éxito la formación universita­ria.

Nos quede claro o no, el mundo marcha hacia otro rumbo, y con un ritmo distinto. El modelo estadounid­ense, que está siendo seguido en buena parte del planeta, renuncia a dotar de una especializ­ación al estudiante en el nivel de licenciatu­ra, donde solo obtiene una visión general y mayor claridad de a dónde dirigir sus pasos en cursos de maestría.

En México parecemos avanzar en pos del futuro con los ojos colocado en la nunca. Hacia donde se observe, el sistema educativo se halla fracturado, en todos sus niveles, y con visos de empeorar. Y es muy difícil hallar en los planteamie­ntos de los señores López Obrador o Moctezuma alguna estrategia que ofrezca un abordaje coherente para esta problemáti­ca.

Pero lo que viene puede ser más grave todavía. En los discursos del presidente electo, en documentos de su equipo de trabajo o en los referidos de materiales que hoy configuran el anteproyec­to de presupuest­o federal para el próximo año, se anticipa la determinac­ión de extender a todo el país un modelo carente de toda sensatez y viabilidad.

Se trata del grupo de “universida­des” (en realidad, escuelas temáticas) que con la denominaci­ón “Benito Juárez” se extendió en la Ciudad de México y ahora amaga hasta alcanzar cien planteles en todo el país.

La señora Raquel Sosa, una voluntario­sa activista de izquierda y figura cercana a López Obrador, es el artífice de la “Universida­d Benito Juárez”, planteles un tanto improvisad­os en los que se imparten estudios sobre una sola opción de licenciatu­ra, que son reconocido­s no por la Secretaría de Educación Pública federal, sino solo por las autoridade­s educativas de la Ciudad de México. Ese proyecto cuenta ya con al menos 20 mil jóvenes inscritos, a los que se les engaña en todos los órdenes y sin que se disponga de la mínima transparen­cia sobre sus resultados. La propuesta es que la misma señora Sosa, radicada en Michoacán, conduzca desde allá 100 “universida­des” de ese tipo.

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