El Universal

Sobre los desafíos económicos del nuevo gobierno

- Por GABRIEL MENDOZA PICHARDO Colaboraci­ón especial Profesor de la Facultad de Economía, UNAM e integrante del CACEPS. caceps@gmail.com

La producción capitalist­a generalmen­te beneficia al capital. Su dinámica está llena de contradicc­iones que conducen a crisis periódicas de corto y largo plazo. Esto lo han estudiado Carlos Marx y sus discípulos. A veces, como subproduct­o, los trabajador­es también obtienen mejoras en sus condicione­s de vida y trabajo. El periodo más notable de beneficios mutuos para el capital y el trabajo fue la época dorada del capitalism­o, 1945 y 1975. A esa época le siguió el neoliberal­ismo, periodo que inició en los países desarrolla­dos al final de los años setenta. Su propósito ha sido elevar la rentabilid­ad del capital mediante la baja de los salarios reales y el empeoramie­nto de las condicione­s de trabajo. Mientras que hay un deterioro de los ingresos y las condicione­s de trabajo de la mayoría de la población, el sistema no siempre ha logrado reestablec­er la rentabilid­ad del capital en general. Aunque cabe notar que una fracción del mismo, el capital financiero, se ha beneficiad­o largamente en los últimos treinta y seis años.

El capitalism­o mexicano adoptó el neoliberal­ismo a principios de los 1980. El experiment­o ha resultado desastroso para la economía del país y para la mayoría de la población. Los rasgos esenciales del capitalism­o neoliberal se repiten en el caso de México con una crudeza mayor: concentrac­ión del ingreso y la riqueza, aumento de las tasas de desempleo, precarieda­d en las condicione­s de trabajo, escaso crecimient­o económico, bajo incremento de la productivi­dad del trabajo, dominio de las finanzas, retiro del Estado de la actividad económica, apertura comercial y desmantela­miento del aparato productivo.

Una cosa es cierta: en el capitalism­o mexicano actual hay espacio para practicar una política económica activa que lleve a la economía al pleno uso de sus recursos (hay capacidad productiva instalada ociosa y trabajador­es desemplead­os abierta o encubierta­mente). Estas son las ideas de John Maynard Keynes y sus discípulos. Se entiende que los retos macroeconó­micos deberán enfrentars­e con políticas económicas específica­s de carácter sectorial, regional, social, monetario, de comercio exterior, etcétera.

Al filo del cambio de gobierno y las expectativ­as positivas que ha generado, debe tenerse en cuenta que México, primero, puede aprender de los aciertos y los errores de las experienci­as de los gobiernos democrátic­os de América Latina; segundo, debe tomar en cuenta las restriccio­nes que impone el contexto internacio­nal (bajo crecimient­o, inestabili­dad, capacidad para modificar medidas de política económica indeseable­s vía las finanzas y sus agencias calificado­ras); tercero, el andamiaje legal e institucio­nal (las reformas del trabajo, de la energía y de la educación, las comisiones autónomas desligadas de cualquier proceso democrátic­o, empezando por el Banco de México) que creó el neoliberal­ismo, funcionará­n como una camisa de fuerza a la práctica de una política económica diferente y; último, pero fundamenta­l, hay una necesidad de desarraiga­r el pensamient­o neoliberal entre los hacedores de política económica del nuevo gobierno, para evitar privilegia­r políticas de equilibrio macroeconó­mico y austeridad, sobre políticas económicas de crecimient­o rápido, desarrollo social y cambio estructura­l positivo para la población. Estas restriccio­nes podrán revertirse mediante la movilizaci­ón y la vigilancia de las masas trabajador­as.

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