El Universal

La Frontera que sueña, un concierto para todos

• Alrededor de 300 músicos tocaron en Plaza Bicentenar­io • El recital fue en honor a los migrantes que pasan por Tijuana

- GABRIELA MARTÍNEZ Correspons­al —estados@universal.com.mx

Tijuana.— Johony tiene más de 60 años, fue deportado a Tijuana hace unos 10, pero aún mantiene el acento de quien pasó casi una vida en Estados Unidos. Hoy, por primera vez, escuchó un concierto en honor suyo y de quienes intentaron cruzar la frontera: los que murieron, los que cruzaron y los que apenas van en camino.

Según cuenta, nunca había escuchado el sonido en vivo de un violín. Tampoco sabía lo que era una orquesta, sólo las conocía gracias a la televisión, nunca pensó en ir a un concierto porque creía que era impagable.

Pero Johony, como cientos de personas que pasaron ayer por la Plaza Bicentenar­io —situada en el centro en Tijuana, justo donde está la catedral de la ciudad— tuvo la oportunida­d de escuchar a unos 300 músicos de todas las edades, pertenecie­ntes al Centro de Artes Musicales (CAM). Algunos son integrante­s de la Orquesta Sinfónica de Baja California, la Orquesta Do-re-mi comunidad y la Orquesta Red Cerro Colorado.

El concierto fue en honor de los migrantes: La Frontera que sueña. En el marco de la edición 12 del festival binacional Interzona, como una de las actividade­s para este año, se unieron esfuerzos con el CAM para llevar la música a las comunidade­s que por años fueron marginadas de la cultura.

“Es lo que la gente necesita”, dice Johony mientras sostiene una bolsa de plástico con la cena de esa noche:

“Todos somos Tijuana. Nosotros entendimos que la música clásica no puede estar encerrada en los teatros y que el problema del gusto era un problema de acceso” ALMA DELIA ABREGO Directora del CAM

una barrita de pan y queso. “¿Usted cree que yo hubiera pagado 600 o 900 pesos por un concierto?, a veces es lo que gano en una semana”.

Además de los músicos y los espectador­es, “el personaje central de este concierto es el lugar”, explicó Alma Delia Abrego, directora del CAM. El escenario es la cotidianid­ad: una plaza donde está la catedral, donde se encuentra la señora que vende elotes y el que vende chapurrado, los que todos los días se levantan a trabajar, una especie de espacio convertido en refugio de indigentes, prostituta­s y migrantes, que a veces se esconden de la policía para no ser detenidos, pero también a donde miles de familias acuden a misa.

“Todos somos Tijuana. Nosotros nos dimos cuenta de que la música clásica no puede estar encerrada en los teatros y que el problema del gusto era un problema de acceso, porque ahora resulta que con [el programa] Redes 2025 hay 21 polígonos de violencia y pobreza con los que trabajamos y han salido unos talentos de esas colonias tan difíciles”, detalló.

Abrego explica que el programa tiene como objetivo principal la formación de mejores ciudadanos, apostándol­e a la prevención de delito a través del arte con niños y niñas de las áreas marginadas, que son formados dentro de la música para integrar orquestas y coros.

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Para el recital se unieron unos 300 músicos del Centro de Artes Musicales y de las orquestas Sinfónica de BC, Do-re-mi comunidad y Red Cerro Colorado.

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