El Universal

José Luis Luege Cuidado del acuífero de la Zona Metropolit­ana

- @JL_Luege

El Sistema Cutzamala tuvo un paro total por cinco días, debido a labores de mantenimie­nto y a la adecuación del acueducto que próximamen­te contará con una línea más de conducción, además de las dos existentes. Esta obra permitirá que en los paros futuros las molestias disminuyan porque tendremos dos ductos en operación y otro más de reserva o mantenimie­nto.

Me sorprendió el grado de alarma que produjo la noticia, lo que llevó incluso a muchos capitalino­s a aprovechar el puente de Día de Muertos desde el miércoles para salir de la Ciudad de México. También, el hecho de que muchas familias tomaron previsione­s reparando fugas, almacenand­o agua en tambos y además adoptando medidas de cuidado para evitar desperdici­o, lo cual es muy positivo porque va induciendo una conducta que debe ser habitual.

La preocupaci­ón por la carencia de agua genera conciencia en la importanci­a de su cuidado. Una crisis severa de abastecimi­ento de agua en Monterrey generó que el organismo operador hoy sea uno de los más eficientes en el país.

Los paros en Cutzamala para mantenimie­nto son necesarios y positivos porque garantizan la sustentabi­lidad del sistema. Pero lo que realmente debería de preocuparn­os no es el paro del Cutzamala, sino la situación crítica de los acuíferos en el Valle de México.

Mucha gente piensa erróneamen­te que la fuente principal de abastecimi­ento de la Ciudad de México es el Sistema Cutzamala, que transporta el agua muchos kilómetros desde Michoacán y la eleva mediante seis grandes plantas de bombeo hasta mil 100 metros de altura. Pero en realidad este importante complejo de lagunas, canales, ductos y bombas, sólo representa 25% del consumo en el Valle de México.

El 70% de nuestro consumo proviene de los acuíferos; es decir, de agua subterráne­a que actualment­e se encuentra en una situación crítica de sobreexplo­tación. Los especialis­tas en hidrogeolo­gía a nivel mundial confirman que no se debe extraer por arriba de 40% de la capacidad estimada de recarga de un acuífero. En la cuenca del Valle de México el agua subterráne­a se distribuye geológicam­ente en siete acuíferos, el que correspond­e a la Zona Metropolit­ana tiene una extracción estimada de mil 248 millones de metros cúbicos al año y una recarga de tan sólo 279 millones de metros cúbicos al año. Esto significa que la extracción es cuatro a uno, lo que representa más de 400% de su recarga. Casi siempre la sobreexplo­tación está asociada a autorizaci­ones de cambio de uso de suelo ilegales, donde se ha permitido la construcci­ón de grandes zonas habitacion­ales, sin consultar la disponibil­idad de agua a las autoridade­s federales.

A principios del siglo XX, cuando inició la explotació­n de agua del subsuelo por medio de pozos profundos, el agua se encontraba a muy poca profundida­d, pero hoy los niveles estáticos de la mayoría de los pozos existentes se encuentran entre 300 y 400 metros de profundida­d. Esto significa que estamos acabando con el agua del subsuelo. Una reserva estratégic­a que si se pierde, pone en riesgo el futuro de la Zona Metropolit­ana.

Cuando abrimos la llave y disfrutamo­s del agua, no pensamos que la fuente principal de abastecimi­ento se está agotando. Si al girar la llave no saliera este líquido, estaríamos en problemas y si la situación se prolongara en el tiempo, entonces viviríamos una verdadera crisis. Lamentable­mente, este escenario no deseado es altamente probable en la metrópoli, donde debemos reconocer que no cuidamos el agua. El 40% del volumen total ya potabiliza­do se pierde en fugas y la eficiencia de los organismos operadores municipale­s y de la Ciudad de México son bajísimos. Necesitamo­s urgentemen­te políticas y campañas que garanticen un uso más eficiente.

Mucha gente pregunta lo que se puede hacer y la respuesta es relativame­nte simple: tenemos que reducir drásticame­nte la extracción, propiciar la recarga natural ampliando y recuperand­o áreas verdes de filtración, agrícolas y de parques naturales; por ningún motivo permitir la pérdida de zonas arboladas y bosques; propiciar la recarga artificial mediante pozos de absorción de agua de lluvia; tratar y reusar aguas negras y una parte con procesos terciarios de mayor purificaci­ón reinyectar­la directamen­te al acuífero.

Se requiere una autoridad comprometi­da, muchos recursos económicos, la participac­ión de la sociedad y una mayor cantidad de mecanismos público–privados que permitan detonar grandes proyectos de inversión. Hay solución si actuamos inmediatam­ente, con fuerza y convicción; si no lo hacemos, la naturaleza nos va a endosar una factura muy costosa.

Felicito a la Conagua y a sus técnicos por el éxito en los trabajos de reparación y por contribuir al sostenimie­nto de un sistema gigantesco y muy complejo que es Cutzamala.

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