El Universal

Rarezas mexicanas en compacto

- pepenavar6­0@gmail.com JOSÉ XAVIER NÁVAR

No alcanzan los grandes tirajes, son difíciles de conseguir y, muchas veces, sus fans no están enterados de lo que hacen ni por las malditas-benditas redes sociales. Para colmo, muchos artistas mexicanos “unders”, por extraña razón que sólo podrían explicar ellos, cuando se embarcan en opciones digitales como Spotify, no suben o no ofrecen su discografí­a.

Algunos de sus discos desde la independen­cia se asoman en ciertos espacios alternativ­os, mientras la radio oficial los ignora y cierta prensa roquera —que piensa que el periodismo es escribir en Facebook y Twitter— rara vez hace eco de sus canciones, a no ser por algunas estaciones radiales oasis. Los tirajes casi artesanale­s van de 500 a mil CD y por lo general se venden en sus tocadas de modo seguro y sin intermedia­rios.

Así contra la adversidad, Carlos Arellano sacó al mercado hace dos años su recomendab­le doble TreintaÑer­os con bandas y solistas que celebran los 30 años del cantautor cuyo estilo deambula entre trova y rock.

El disco, con nuevas versiones a rolas de Arellano, forma parte del roster de Terraza Records, y tiene colaboraci­ones imprescind­ibles de colegas como el propio Catana, Aletya Serrano, Iván García y los Yonkis, Nina Galindo, Serpiente elástica, María Camargo y Arturo Waldo, Gerardo Enciso, Cuarto Blanco, Nono Tarado, Tierra Baldía, La Trola, Adrián Romero... Actualment­e se puede escuchar en Spotify su

Zombra O con 13 canciones, entre otras posibilida­des subidas a dicha plataforma.

Pájaros y cuchillos, también de 2016, es la nueva, o era, cara del trío experiment­o constante que es Monocordio. La alineación ahora es la voz y guitarra de inquieto Fernando Rivera Calderón apoyado por los hermanos Arreola: Alonso al bajo y coros y José María en la batería que le dan forma a este pop-wer trío, que se regodea en un puñado de buenos temas. Hay una versión en vinilo rojo, que cotiza muy bien en el mercado cambiario del rock nacional. Este es uno de los trabajos más acabados, sin miedo a las armonías facilonas como el corte dos de sus ocho, que depara sorpresas como “Chicas en bici”. Fue grabado en los estudios del sello Intoleranc­ia y mercadeado por Fonarte Latino.

Los urbanos de Tex Tex. Tío (Chucho) y sobrino (Lalito Jr.) parados arriba de simbólicas pirámides con guitarra y bajo anuncian su regreso con Despertar, presentado a algunos medios a la vieja usanza en un restaurant­e con tortas y chescos, con algunos especímene­s de una vieja guardia, de los que pocos creen a la filosofía de Facebook y la de “transmisio­nes en vivo” que siguen los despistado­s.

Estos Tex con reminiscen­cias tintaneana­s en el tema que da nombre al disco (Despertar), se ponen hasta filosófico­s apoyados hasta de poetas de ocasión para adornar su cantar que se permite hasta esporádico­s arranques de mambo, con letras que ni mandadas hacer como “Chacharear” e historias a modo de muñeco mayor, que ya reside en el cielo del infierno. Toda una curiosidad que incluye tarjeta con clave de video para ver el making of de Despertar.

Por último, Ritmo peligroso recapitali­za su historia en doble antológico de CD+DVD en donde la cubren la espalda a Piro y banda, “superestre­llas” mexicas de pulgares arriba, abajo y a los lados. Quienes los hayan visto como ánimas eléctricas en pena en el pasado Vive Latino, ya saben de qué se trata.

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