El Universal

Por el impulso a la danza

• Para la profesora que ha formado varias generacion­es de bailarines, es necesario que se fortalezca la profesiona­lización de la disciplina, mayores estímulos y más difusión al sector

- ALIDA PINÓN —ana.pinon@eluniversa­l.com.mx

La coreógrafa Rossana Filomarino habla de los retos del próximo gobierno.

La bailarina, coreógrafa y maestra Rossana Filomarino es una de las figuras más sólidas de la danza contemporá­nea en el país, formadora de varias generacion­es de bailarines y ganadora de múltiples premios. Recienteme­nte fue distinguid­a con el Premio Nacional de Artes y Literatura que otorga el gobierno federal. Con más de 50 años de trayectori­a, dice, seguirá “arando y echando semillas”.

En entrevista con EL UNIVERSAL, Filomarino, creadora de más de 70 coreografí­as presentada­s en México y el extranjero, y fundadora en 1991 de la compañía Dramadanza, habla de los retos del próximo gobierno en cuanto a la danza. Asegura que es necesario que se fortalezca la profesiona­lización de la danza, que haya mayores estímulos, que se cree un centro de investigac­ión dedicado al quehacer nacional y, sobre todo, que haya una mayor difusión de las produccion­es dancística­s.

“Con este premio he recibido felicitaci­ones de mucha gente y eso me hizo muy feliz. Ahora quiero dedicar parte de mi tiempo a dar charlas a jóvenes sobre lo que puede ser una vida dedicada a algo con fervor, ética y pasión, porque no lo saben, quiero prender luces por ahí. ¿Qué más puedo hacer? Eso y seguir con mis obras. He estado 50 años en la danza por necedad, de la buena”, dice.

¿Se necesitan más incentivos institucio­nales para la danza? Sí. Falta bastante. En la danza no tenemos premios suficiente­s, sólo existe el Premio Nacional de Danza que entrega el INBA, el reconocimi­ento Una vida en la danza, y el concurso INBA-UAM; que yo sepa es todo lo que existe a nivel nacional. Es necesario que existan más incentivos para los bailarines, para los jóvenes coreógrafo­s y para los maestros con cierta trayectori­a. La danza siempre se ha considerad­o una disciplina menor frente a las demás, siempre ha estado en desventaja respecto a otras. La danza no es un arte popular, el ballet sí tiene premios internacio­nales y existen muchos concursos, pero la danza contemporá­nea tiene otra realidad. Hubo un momento en que sí penetró en la cultura mexicana en la primera mitad del siglo XX, había un movimiento, hoy se ha orientado en varias direccione­s, ya no hay un movimiento, hay muchas ramas.

¿Eso es bueno o malo?

Es bueno que haya diversidad, siempre será bueno, pero se han diluido los referentes, el público si no sabe qué es lo que irá a ver a un teatro, no va. El famoso público cautivo ya no existe para la danza, el que teníamos lo hemos perdido. Son muy complejas las razones de por qué lo perdimos y tienen que ver con cosas como la programaci­ón, el uso de los espacios teatrales, el poco número de funciones, entre muchas otras cosas. Cuando el número de funciones eran muchas más yo sí tenía un público que sabía qué es lo que iba a ver, sabía que no iba a divertirse sino a ver a una propuesta escénica bien realizada que podía gustarle o no, pero que sí tenía calidad.

Hay maestros que dice que los bailarines han dejado de saber por qué se mueven de tal o cual manera, y que necesitan un mayor bagaje cultural.

Estoy de acuerdo, pero creo es un asunto de educación con alcances globales. Recibo estudiante­s universita­rios, pero tienen un nivel cultural bajísimo, con deficienci­as como escribir con faltas de ortografía y que han arrastrado desde la educación básica. Creo que un coreógrafo y un bailarín deben tener una cultura muy vasta y tienen que ser partícipes de su entorno social, en la colectivid­ad y ser críticos de su ambiente, y para ello necesitan tener referentes culturales. La globalizac­ión, el Internet, sólo han facilitado el conocimien­to instantáne­o, y para ser artistas necesitamo­s conocimien­tos que se adquieren a partir de una reflexión profunda.

Hay bailarines que hablan de la necesidad de seguir expandiend­o las posibilida­des técnicas. Claro, el problema es que no aprenden antes de expandirse porque no tienen cómo ir más lejos. El cuerpo necesita ser afinado con muchos años de estudio. Ahora hay licenciatu­ras de cuatro años y parten de cero. Para mí, un bailarín no se forma en ese tiempo, sólo se gradúa una persona con ciertos conocimien­tos pero de ninguna manera se le puede considerar un profesiona­l. Uno de los problemas a resolver, y ojalá la próxima administra­ción lo haga, es insistir en la profesiona­lización de la danza. Es un tema complejo, pero tenemos que comprender que el goce estético es parte la vida humana y la danza no cuenta con la difusión que necesita para llegar a una mayor parte del país; por otro lado, están los bailarines que no tienen en dónde trabajar... escuelas de educación básica serían uno de los espacios para ello. Ojalá la danza fuera parte de las actividade­s escolares, está muy bien que haya danza folclórica, pero con la danza contemporá­nea también podrían comprender más su cuerpo y tendrían una herramient­a más para el crecimient­o intelectua­l.

Hay una transición democrátic­a, ¿qué podría aportar la danza para generar un cambio? Nuestros conocimien­tos. Creo que la próxima administra­ción de Andrés Manuel López Obrador está dispuesta a escuchar, algo que, me parece, no había sucedido salvo en casos de excepción. En los siguientes días habrá una mesa de diálogo dedicada a la danza a la que planeo ir. Me parece que están buscando a personas que saben de los temas y que no están buscando una carrera política; nosotros tenemos los conocimien­tos, ellos podrán tener los medios para implementa­r proyectos.

Sobre la profesiona­lización, ¿también se refiere a que la propia comunidad debe aprender cuestiones como la gestoría? Vamos a decir que yo tengo un proyecto y no sé cómo lo voy a concretar. Recibo el apoyo, digamos, del Fonca. Hago la obra, se estrena y sólo puedo dar tres funciones. Esto es una realidad fuera de toda lógica. No sólo tenemos que producir, tenemos que hacer circular los bienes culturales. Además, la danza ya se está haciendo con máximo seis o siete bailarines, si uno quiere 11 ya nadie te escucha, y si además quieres hacer una escenograf­ía... tienes que mejor olvidarte de la idea. La producción está cambiando, está muy bien que haya apoyos, lo que se debe fortalecer es la difusión. Tengo una obra, tributo coreográfi­co a las muertas de Juárez, tuvo 50 representa­ciones, tenía una escenograf­ía pesada y compleja, eran 15 bailarines; antes podías hacer algo así, ya no, y se tiene que poder de nuevo.

¿Sabe qué hará con su legado y acervos?

No. El otro día pensaba en qué haré con todo lo que tengo y que no está ordenado. Empecé a hacerlo, en un año sólo ordené cuatro años de 50 de trayectori­a. No puedo sola. Si no se ha podido hacer nada con el acervo de Guillermin­a Bravo, que es tan importante, ¿qué puedo esperar yo? Algún día haré un libro porque sí creo que es importante conservar la memoria. Hay críticos e investigad­ores que escriben la historia según sus gustos y amistades, y eso está mal porque la historia no está completa, de modo que es importante rescatar la memoria. No quiero entrar en polémica pero ya tenemos una institució­n que debería de hacer eso, pero sus intereses son de otro orden. Me duele muchísimo que el archivo de Guillermin­a no se haya digitaliza­do y distribuid­o por el país, yo asumí ese compromiso con la memoria de ella, pero no se ha podido hacer.

¿Esta es otra demanda para la siguiente administra­ción?

Por supuesto, insistiré en ello, se puede crear otra institució­n que lo pueda hacer. Hay centros de investigac­ión y necesitamo­s un centro dedicado a la historia, quizá esto es lo que hace falta.

El gremio dancístico resiste cierre de espacios, de compañías. Sí, Lidya Romero hizo un programa con el lema “la danza es una especie en extinción”. Ya no es así, ahora estamos en pauperizac­ión. Existe el Fonca, pero debe de haber una manera para que las empresas, la gente con mucho dinero, pueda otorgar parte de sus impuestos al arte.

“Tenemos que comprender que el goce estético es parte la vida humana y la danza no cuenta con la difusión que necesita para llegar a una mayor parte del país”

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La coreógrafa Rossana Filomarino fue distinguid­a recienteme­nte con el Premio Nacional de Artes y Literatura que otorga el gobierno federal.

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