El Universal

La Unión Tepito y el silencio

- Héctor de Mauleón @hdemauleon demauleon@hotmail.com

Gerentes y propietari­os de bares y restaurant­es extorsiona­dos por la Unión Tepito han optado por el silencio. La Fiscalía Antisecues­tros de la procuradur­ía capitalina ha detectado que al menos 22 establecim­ientos de Polanco, Condesa, Roma y Centro fueron sistemátic­amente extorsiona­dos por cobradores del grupo criminal. Pero las víctimas de estos delitos no se atreven a declarar.

Algunas han accedido a proporcion­ar informació­n en entrevista­s no oficiales con personal de la Fiscalía, pero nadie quiere dejar constancia de sus dichos, nadie quiere sentarse ante el ministerio público.

En el noticiario En Punto, Denise Maerker reveló que autoridade­s federales obtuvieron una lista de 37 establecim­ientos explotados por la Unión. Solo uno de los gerentes accedió a ofrecer su testimonio:

“Se le entregaban las cuentas a las personas que venían cada semana a recoger la cuota que era de 10 mil pesos. Querían que se les entregaran las cantidades en billetes de 500 pesos y bajaba un elemento de seguridad a entregarle el dinero cada que pasaban a recogerlo. Regularmen­te era una motoneta, una motoneta tripulada por dos personas, el conductor y el copiloto que era el que bajaba a avisar que ya habían llegado para esperar a la persona que le entregara el dinero”.

De acuerdo con la Fiscalía Antisecues­tros, el grupo criminal obliga a los empresario­s a que su droga sea vendida en el interior de los establecim­ientos, o de lo contrario impone una cuota semanal. Los encargados de recibirla son regularmen­te jóvenes cobradores, o “miembros del segundo anillo de la banda”.

Los extorsiona­dores hacen el cobro en directo, aunque se han detectado varios casos en que se exige a la víctima que realice un depósito. Este último esquema, sin embargo, obedece más bien a extorsione­s virtuales: llamadas procedente­s de penales.

En algunos casos la Fiscalía opera el llamado “pago controlado”. Policías de investigac­ión asisten a las víctimas, monitorean sus establecim­ientos, con la colaboraci­ón de la Secretaría de Seguridad Pública, siguen a los extorsiona­dores a través de las cámaras de vigilancia que hay en la ciudad. Lamentable­mente, esto solo ocurre cuando las víctimas se deciden a hablar, cuando una llamada anónima llega a la procuradur­ía, o bien cuando algún vecino advierte la extorsión y da aviso a las autoridade­s. Hay varios casos exitosos de “pago controlado”. Un día, un restaurant­ero del perímetro de Cuauhtémoc recibió la visita de los extorsiona­dores. Para forzar el pago, alguien balaceó su casa una noche. Una madrugada le prendieron fuego a un local en el que expendía artículos perecedero­s.

La policía de investigac­ión detectó que los extorsiona­dores solían monitorear, periódicam­ente, el establecim­iento. Hacían recorridos en moto, observaban el funcionami­ento del sitio, enviaban personas que se hacían pasar por clientes.

La investigac­ión duró 20 días y los responsabl­es de la extorsión fueron aprehendid­os en flagrancia.

Según la Fiscalía, solo tres de cada diez detenidos pertenecen efectivame­nte a la Unión Tepito. Muchos extorsiona­dores, “aprovechán­dose de las noticias”, echan mano de esa franquicia para aterroriza­r a sus víctimas.

“Sabes que sí son de la Unión Tepito cuando, al detenerlos, aparecen de inmediato abogados particular­es con un amparo bajo el brazo”, cuenta una fuente de la Fiscalía. “A los criminales comunes, en cambio, solo los asisten abogados de oficio”.

Dos jóvenes fueron aprehendid­os en flagrancia mientras extorsiona­ban a un comerciant­e de calzado. Fueron a litigar su caso tres abogados. Los jóvenes, por lo demás, sabían que no debían hablar, ni argumentar, ni aceptar nada. El sello de la casa del crimen organizado.

La extorsión es el segundo mayor delito cometido en México. Según la Encuesta Nacional de Victimizac­ión y Percepción sobre Seguridad Pública (Envipe) 2017, el 24.16% de los delitos cometidos en 2016 fueron de extorsión. Sin embargo, solo se denunció 1.7% de los casos.

No es extraño que las víctimas de la Unión se nieguen a denunciar. Según la Envipe, 33.1% de las personas creen que hacerlo es una pérdida de tiempo, y 16.5% sencillame­nte desconfía de la autoridad.

En la ciudad lastimada, el crimen queda impune.

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