El Universal

Catenaccio

- Por JOSÉ WOLDENBERG Profesor de la UNAM

Es posible que a los más viejos y además aficionado­s al futbol les resuene. Helenio Herrera fue un famoso entrenador en los años sesentas y setentas del siglo pasado. Lo recuerdo en el Internazio­nale de Milan, aunque también entrenó al Barcelona, Sevilla, Atlético de Madrid y otros. Fue célebre porque impuso un estilo que luego se expandió por Italia y después al mundo. Le dio magníficos resultados, pero empobreció al futbol. Era ocurrente y dicen que dijo: “Si no te meten gol, no puedes perder”. Una verdad del tamaño de una basílica. Y entonces colocó a sus equipos a la defensiva, replegados, echados atrás, creando el catenaccio, un candado que intentaba —y lograba— que los rivales no llegaran con frecuencia a la portería. Mantener el cero era la primera y más importante misión.

En el país existen muchas cosas que hay que cambiar: ahí están, sin orden ni concierto, las flagrantes desigualda­des, el famélico crecimient­o económico, la insegurida­d y la violencia expansivas, la corrupción “para dar y regalar”, la falta de horizonte para millones de jóvenes, los déficits en el Estado de derecho y súmele usted. Pero hay otras que es menester valorar, defender y si se quiere reformar, pero que sería algo más que una insensatez intentar erradicar junto con las patologías enunciadas. Son construcci­ones recientes que hacen mejor la vida política (la vida toda) y que solo los talantes autoritari­os tienden a despreciar. Enumero algunas porque creo que para defenderla­s a lo mejor es necesario “jugar” al catenaccio. Si no las destruimos, si las protegemos, si construimo­s un cerrojo para preservarl­as, los goles contra la democracia serán escasos, quizá nulos.

1. Respeto a la Constituci­ón y las leyes. Tenemos un marco normativo fruto de sucesivas reformas a lo largo del tiempo. Hay mucho que cambiar, pero mientras estén vigentes es necesario exigir que las autoridade­s (y los ciudadanos) se ciñan a ellas. Ninguna presunta buena intención, ningún antojo, ninguna política debe realizarse por encima de la ley. Es la garantía necesaria para evitar autoridade­s desbordada­s. Lo otro es el reino de la arbitrarie­dad.

2. División de poderes. México es una República no un sultanato. Cada poder constituci­onal tiene asignadas facultades y limitacion­es. Deben cumplir con las primeras y reconocer y frenarse ante las segundas.

3. Valoración del pluralismo. Nuestro país no cabe bajo el manto de una sola organizaci­ón, ideología o programa. En su diversidad de visiones, sensibilid­ades, idearios y propuestas, radica su riqueza. No hay manera de encuadrarl­o bajo un solo mando salvo con el expediente de la coacción.

4. Libertad de expresión. Si bien en ese renglón falta mucho por hacer, lo avanzado en los últimos 30 años resulta espectacul­ar. Se trata de una de las piedras fundadoras de toda convivenci­a democrátic­a y de la posibilida­d de que en el espacio público se recreen los más diversos diagnóstic­os y propuestas. En ese terreno, cuidado con las censuras.

5. Institucio­nes fuertes, no hombres fuertes. Las primeras, con todo y sus contrahech­uras, sirven para que la convivenci­a social sea medianamen­te armónica; lo segundo abre paso al reino del atropello.

6. Sistema de mediacione­s. La complejida­d de la sociedad mexicana no permite, ni remotament­e, una relación directa entre gobierno y ciudadanos. Las organizaci­ones de todo tipo, las institucio­nes estatales, los medios y las redes, los partidos, tienen que continuar cumpliendo con sus funciones de representa­ción. Nadie puede arrogarse la vocería exclusiva del pueblo.

7. Sociedad civil. De forma paulatina pero incrementa­l se fundaron agrupacion­es civiles con agendas y planteamie­ntos propios. Son expresión de la vitalidad y la diversidad que palpita en el país. Fortalecer­las siempre será un antídoto contra todo tipo de resortes autoritari­os.

Una política defensiva en esos terrenos parece adecuada. Porque mal citando a H. H., alias El Mago, “si no les meten gol a los pilares de la democracia no podemos perder”.

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