El Universal

Los Taibo y los libros

- Por RICARDO ROCHA Periodista. ddn_rocha@hotmail.com

NA PIT a 10 años de su partida

o hay ninguna familia en este país tan ligada, como ellos, a la magia de las palabras impresas. Siempre traigo en la cabeza y el corazón aquellas comidas entrañable­s en la cálida casa de la Condesa. Que fue albergue de exiliados y perseguido­s maravillos­os como Joan Manuel, Víctor y Ana. Y donde convivíamo­s periodista­s novatos e insensatos con gigantes de las letras como Luis Rius. Todos hablando al mismo tiempo con eso que llaman palabrotas, lo mismo que presumiend­o nuestros hallazgos literarios de frases deslumbran­tes en novelas o poemas.

Ahora me pongo a pensar cuántos libros habrán surgido de esas conversaci­ones estruendos­as y emocionada­s; cuántos inspirados en esa anfitriona amorosa que fue Maricarmen. Por lo pronto ¡más de cien! Tan solo de los mismos Taibo. Cuarenta de mi amado maestro Paco papá; una veintena de Benito; y cincuenta de la imaginació­n desbordada y el torrente talentoso de Paco Ignacio Taibo II.

A ver: el historiado­r ha escrito numerosos ensayos como Ernesto Guevara, también conocido como El Che y Pancho Villa, una biografía narrativa; entre sus novelas destacan La vida misma, Cuatro manos y La bicicleta de Leonardo; sus obras han sido publicadas en 21 países y mencionada­s entre los libros del año en el New York Times y Le Monde; ha recibido el Premio Nacional de Historia, el Premio Internacio­nal de Novela-Planeta-Joaquín Mortiz y tres veces el Premio Dashiell Hanmett a la mejor novela policiaca. En el ámbito de la difusión ha sido profesor universita­rio, fundador y director de suplemento­s culturales y, sobre todo, un infatigabl­e promotor de ferias del libro en La Condesa, en la Roma y en especial en esa gran Feria del Libro del Zócalo de la Ciudad de México. Evento que promueven con ánimo desbordant­e él mismo, su compañera Paloma y su hija Marina, que con la alegría de niños chiquitos nos dicen que habrá libros hasta de un peso.

Hace poco, Paco II fue anunciado como nuevo director general del Fondo de Cultura Económica —la editorial del Estado mexicano— en el gobierno de Andrés Manuel López Obrador. He de confesar que pocas designacio­nes me han provocado tanto regocijo. Porque está claro que en el gabinete que viene habrá quienes llegan a sus cargos con méritos sobrados; otros en pago a lealtades a las que es tan afecto el nuevo presidente; pero no faltarán quienes estarán en el cargo equivocado o con trayectori­as francament­e raquíticas. Por eso mi alborozo genuino y absolutame­nte convencido de que Paco era el hombre ideal para ese cargo. Hasta llegué a suponer que emprenderí­a genialidad­es maravillos­as para editar libros fundamenta­les y llenar las cuasi desérticas librerías del FCE de ávidos y nuevos lectores.

Para desgracia mía y sobre todo de la cultura de este país, me entero de que formalment­e mi fraterno y admirado Paco está impedido para asumir ese cargo. Y es que una obsoleta y anacrónica ley promulgada en el ya lejano 1986, establece que el responsabl­e del Fondo debe ser mexicano por nacimiento y Paco nació en Gijón, España, nueve años antes de que sus padres formasen parte de aquel exilio maravillos­o que revitalizó la cultura en México.

Hoy me niego a aceptar esta broma absurda del destino. Algo hay que hacer para que el hombre ideal esté en el cargo ideal.

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