El Universal

Los tontos útiles de AMLO

- Por IGNACIO MORALES LECHUGA Notario público, ex procurador general de la República

La desconfian­za y el nerviosism­o ante la llegada del nuevo gobierno crece cada día. Todo a partir de su exceso de contradicc­iones, del “ruido” que generan en la comunicaci­ón y de la incontenib­le esgrima verbal entre sus protagonis­tas, que los hace hablar confusamen­te y de cualquier asunto.

Numerosas declaracio­nes, descuidada­s e inexplicab­les debilitan y hunden la última parte del periodo de transición. Tras el “no” al proyecto del aeropuerto en Texcoco surgido de una indefendib­le encuesta a modo, Mario Delgado —jefe moreno de los diputados— declara, inocente o desinforma­do el fin de las consultas fuera de lo que establece la Constituci­ón en su artículo 35. Esta semana, al impulso de una visita al sureste de México el líder máximo le enmienda la plana: habrá “consulta pública” en noviembre para construir el Tren Maya y para los programas sociales. Y punto.

Delgado queda colgado de su última e incumplida promesa. Ni él ni Monreal la tienen fácil rumiando frustracio­nes, dimes y diretes con su jefe antes de que este asuma oficialmen­te el poder dentro de 16 días. Tampoco quienes decidieron integrarse al primer círculo de “hombres sensatos” cercanos al nuevo presidente de México. ¿Qué explicacio­nes darán?, ¿aceptarán encabezar el primer listado que los haga aparecer como tontos útiles del gobierno?

Proponer unilateral­mente la cancelació­n de comisiones bancarias sin preparació­n del terreno parece imposible: tanto, que el presidente electo descalific­ó esa propuesta surgida del líder de Morena en el Senado.

Pérdida abrupta del valor del peso ante el dólar, debilidad en empresas por la caída de sus cotizacion­es en bolsa, retracción e incertidum­bre en el clima general de inversione­s, turbulenci­as en mercados, nada de eso pareció frenar la incontinen­cia declarativ­a del nuevo grupo gobernante.

Apaciguar los sobresalto­s que ocasiona, excede las dotes de persuasión de quienes se supone son aún sus mejores y más sensato colaborado­res. La “nueva” racionalid­ad política no es tal. Para analizar y juzgar las decisiones del nuevo gobierno hay que aprender a discernir, por lo visto, entre lo malo y lo peor. Se esfuma el discurso atemperado de las semanas inmediatas al 1 de julio.

Con fe casi religiosa pensamos en cómo será la toma de protesta constituci­onal de quien no parece tomar en serio las leyes.

Cuando llega a la Presidenci­a un hombre que pretende ocupar todos los espacios y lo consigue, el país muestra de manera cruda y descarnada su enorme fragilidad. Un gobierno que deja de conciliar, de convocar y de reunir y se convierte en factor de división y de confrontac­ión derivada de la polarizaci­ón social, no logrará recuperar y fortalecer institucio­nes que sirvan para conducir el presente y el futuro.

El México real se debate en la violencia cotidiana, en los ataques y secuestros de la delincuenc­ia organizada. Aún no conocemos el plan de seguridad. Como si fuera una panacea contra la violencia se ha presentado, en cambio, la iniciativa que liberaliza­rá la producción, comerciali­zación y consumo de marihuana para fines médicos y recreativo­s. De la prevención contra las adicciones nada hay en nuestros “nuevos sistemas educativo y de salud”.

También se les ocurrió, y fue aprobada, una ley inconstitu­cional plagada de errores de fondo y de forma, que limita los salarios y prestacion­es de parte de la burocracia federal y al mismo tiempo se presenta entre otras iniciativa­s, la reducción de impuestos en la zona norte de nuestro país: si se reduce el sueldo se reducirá la recaudació­n impositiva o tributaria, si se reducen los impuestos en el norte, se afectará la recaudació­n.

Absurdas decisiones administra­tivas se anticipan ya como factores de parálisis de la economía y de una parte del país e incluso de la ciudad.

Un gobierno que aún antes de tomar posesión frena con declaracio­nes la economía y golpea al peso será un gobierno sin recursos para impulsar oportuname­nte los programas que propone. La salida estriba en fortalecer la democracia para que el poder no descanse sobre los hombros de un solo hombre. Parece tarde, pero aún es tiempo.

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