El Universal

CHAPO SOBORNABA A PGR E INTERPOL

• Cártel de Sinaloa daba 300 mil dólares al mes a autoridade­s, indica • “Pagos se hacían con dólares americanos”, dice hermano de El Mayo

- VÍCTOR SANCHO Enviado —elmundo@eluniversa­l.com.mx

Jesús El Rey Zambada dice que el Cártel de Sinaloa daba 300 mil dólares mensuales a autoridade­s.

Nueva York.— Jesús El Rey Zambada García continuó ayer desenmasca­rando el funcionami­ento del Cártel de Sinaloa, exponiendo ante un tribunal de Nueva York y la inquisidor­a mirada de Joaquín El Chapo Guzmán cómo se sobornaba a oficiales de la Procuradur­ía General de la República (PGR) e incluso de la Interpol.

El gobierno de Estados Unidos eligió a Zambada García como su primer testigo cooperante en la causa contra El Chapo Guzmán, para que pudiera contar cómo era la vida desde dentro de una organizaci­ón criminal, a la que entró en 1987 y se mantuvo hasta 2008, año de su arresto. En ese periodo estuvo al frente de varios de los sobornos, especialme­nte en la Ciudad de México, la plaza que aseguró que controlaba.

El gasto en autoridade­s gubernamen­tales del cártel ascendía a 300 mil dólares mensuales en la capital mexicana. “Se daba una parte al director de la PGR (…), otra a la Policía Federal de Caminos, al director de la Policía Judicial, municipal, autoridade­s de aeropuerto­s… y a la Interpol también”, aseguró El Rey.

Los sobornos para los altos mandos eran manejados directamen­te por los líderes del cártel, Guzmán e Ismael El Mayo Zambada, a través de abogados. “Pero yo manejaba el dinero”, confesó el testigo, recordando cómo, en una ocasión, le dijeron que entregara 500 mil dólares a un abogado para que éste a su vez se los diera “al director de la PGR”. El protocolo de sobornos era fácil y se hacía siempre con dinero, “especialme­nte dólares americanos”.

El punto de entrada eran policías conocidos “de años, que son de confianza”, que servían de anzuelo para introducir a nuevos policías para que trabajaran para el cártel. En la nómina también hay abogados y otros profesioni­stas.

Algunos casos. Entre los grandes sobornos realizados por El Rey estuvo el pago de 100 mil dólares, en 2004, a quien identificó como “el general Toledano”, una supuesta autoridad militar que trabajaba “especialme­nte en Chilpancin­go”. En esa ocasión Zambada quería hacer una descarga de cocaína colombiana en Guerrero y El Chapo le pasó el contacto del general, “un amigo”.

“El Chapo me dijo que fuera a verlo y que le diera 100 mil dólares de su parte”, relató el testigo. “Se los mandaba regalar, que le saludara y le abrazara, que le avisara que iba a trabajar en Guerrero”, añadió.

El trabajo de corrupción de las autoridade­s gubernamen­tales permitía al Cártel de Sinaloa controlar carreteras e incluso el Aeropuerto Internacio­nal de la Ciudad de México, tener detalles e informació­n de inteligenc­ia y ayuda para que el transporte de droga fuera seguro.

Esos contactos permitían a El Chapo y al cártel operar con tranquilid­ad en varios frentes. Uno de ellos fue la protección de Guzmán Loera tras su primera fuga de la cárcel, en 2001.

Después de coordinar su “rescate” con un helicópter­o, El Rey trasladó a El Chapo

desde un área remota de Querétaro hasta la Ciudad de México: un trayecto de dos horas y 45 minutos en el que él manejó, acompañado de su esposa Patty; el mismo día en que conoció por primera vez a Guzmán Loera en persona.

El Chapo se sentó en el asiento trasero de la unidad, escondido tras un periódico en el paso de las casetas de cobro para evitar que fuera identifica­do.

“En la Ciudad de México nos esperaba la policía que trabajaba para mí”, relató El Rey Zambada. El Chapo, al verlo, tuvo una “reacción natural, estaba preocupado”. “Es gente nuestra”, lo tranquiliz­ó El Rey hasta que lo llevó a la casa de El Mayo

en la colonia Reforma-Lomas de la Ciudad de México.

El contacto con autoridade­s también fue fundamenta­l para el asesinato, en manos del cártel, de Ramón Arellano Félix, en plena guerra entre los cárteles de Sinaloa yde Tijuana. “[El gobierno] sabía más o menos dónde estaba (…), pero mi hermano tenía informació­n más precisa”, relató

El Rey, dando ejemplo de cómo los téntaculos del cártel llegaban lejos gracias a los sobornos.

El asesinato de Ramón Arellano Félix, el 10 de febrero de 2002, fue un punto de inflexión en la vida de El Chapo Guzmán, según el testigo. “Si algo me da gusto es haber matado a Ramón Arellano”, le habría confesado el capo.

Está previsto que el próximo lunes El Rey Zambada continúe con su testimonio en el tribunal de Nueva York.

“Se daba una parte [de los sobornos] al director de la PGR (…), otra a la Policía Federal de Caminos, al director de la Policía Judicial, municipal, autoridade­s de aeropuerto­s… y a la Interpol también”

“El Chapo me dijo que fuera a verlo [al “general Toledano”] y que le diera 100 mil dólares de su parte (...) Se los mandaba regalar, que le saludara y le abrazara, que le avisara que iba a trabajar en Guerrero”

“El punto de entrada [para comenzar con los sobornos] eran policías conocidos, de años, que son de confianza [y servían de anzuelo para introducir a nuevos policías]”

“[El gobierno] sabía más o menos dónde estaba [Ramón Arellano Félix] (…), pero mi hermano tenía informació­n más precisa” JESÚS EL REY ZAMBADA Integrante del Cártel de Sinaloa

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En el tercer día de juicio contra El Chapo en una Corte de NY, Jesús Zambada describió cómo operaba el Cártel de Sinaloa. En la imagen, aspectos de la sesión.

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