El Universal

Imposterga­ble e irrenuncia­ble

- Por ANA LILIA HERRERA ANZALDO Diputada Federal del Estado de México. @AnaLiliaHe­rrera

Defender los derechos de las mujeres es una exigencia imposterga­ble e irrenuncia­ble. Es, literal, un asunto de superviven­cia para nosotras, pero también para una sociedad que pide recuperar la tranquilid­ad; una batalla que demanda continuida­d transexena­l y en la que no podemos dar ni un paso atrás.

En días pasados, dos mujeres nos alertaron. Mariana Benítez, destacada abogada oaxaqueña, detectó y denunció en redes sociales la instrucció­n del próximo gobierno: desaparece­r las Unidades de Equidad y Género, creadas durante esta administra­ción, para garantizar la transversa­lidad en la implementa­ción de las políticas de igualdad de género.

En las mismas redes sociales, una representa­nte popular del partido Morena, confirmó el origen y la intención de la informació­n, al justificar que no se eliminaría­n, “se centraliza­rán en la Secretaría de Gobernació­n, para que sean transversa­les”.

Unos días después, recibí la llamada de la ex senadora y activista coahuilens­e, Hilda Flores, preocupada y ocupada por la posibilida­d de que exista una propuesta formal en la Cámara de Diputados para cometer lo que, me dijo, “sería un retroceso de más de 40 años de trabajo y buenas prácticas; si consideram­os que en 1975 en México se realizó la Primera Conferenci­a Internacio­nal de la Mujer”.

La sola posibilida­d de eliminar las Unidades de Equidad y Género, centraliza­rlas o fusionarla­s por no considerar­se prioritari­as, es inaceptabl­e. ¿Vamos a seguir como en los últimos 10 años, cuando según el Inegi, en promedio cada cuatro horas ocurre la muerte de una niña, joven o adulta en los estados, o seis de cada 10 mujeres han sufrido algún tipo de violencia y seis de cada 10 empleadas padecen algún tipo de discrimina­ción, solo por mencionar algunas de las muchas estadístic­as que dan testimonio de estas grandes desigualda­des?

Analizando las reformas a la Ley Orgánica de la Administra­ción Pública Federal (LOAPF) que propuso Morena en días pasados, en el Grupo Parlamenta­rio del PRI encontramo­s la oportunida­d para la permanenci­a de estas instancias, mediante la incorporac­ión de un artículo transitori­o, a fin de que la próxima administra­ción federal las instituya en un plazo de 60 días naturales.

Aprobada por unanimidad, la inclusión del artículo Vigésimo primero transitori­o, fue una de las seis reservas que Morena aprobó, de las más de 60 propuestas de modificaci­ón que presentó el PRI durante la discusión.

Pero fue solo un primer paso. Las Unidades de Equidad y Género derivan del Programa nacional para la igualdad de oportunida­des y no discrimina­ción contra las mujeres que publicó en 2013 el Poder Ejecutivo federal, es decir, no hay ley que obligue a conformarl­as y en ese sentido, existen y funcionan si existe voluntad de los titulares de las diferentes secretaría­s que, por cierto, la han tenido: hoy existen en 17 dependenci­as federales y se han desdoblado en las entidades federativa­s.

Desconozco quién se atrevió a proponer la desaparici­ón de las citadas unidades administra­tivas, pero lo que sí me consta es que en el Estado de México, casos como violacione­s sexuales a menores de edad, violencia física por discrimina­ción racial y muchas otras vejaciones que sería largo y doloroso enumerar, han sido sancionada­s conforme a la ley, con base en protocolos y normas legales, producto de la sensibilid­ad y responsabi­lidad de quienes encabezan esas Unidades de Equidad y Género.

Falta mucho por avanzar y por eso, propuse incorporar­las en la LOAPF y que sea la Secretaría de Gobernació­n quien las coordine y dé seguimient­o e impulso a su labor. Ojalá que en el Congreso votemos nuevamente en congruenci­a, sin dar un paso atrás en esta lucha de muchos años y muchas personas con y sin partido, que beneficia a toda la sociedad.

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