El Universal

Los rostros de la corrupción en la economía nacional

- Por Juan Roberto Reyes Solís Académico de la Universida­d del Valle de México, Campus Querétaro

Frases como: “¿Me puede ayudar tantito para sacar mi trámite antes de tiempo?”, “Me pasé el semáforo en rojo, pero… ¿están bien 50 pesos?”, “Profe, ayúdeme con unos puntos…” forman parte de una cultura inevitable en nuestro país. Son frases recurrente­s pero hirientes. La corrupción, con diferentes rostros y voces es definida como una práctica en donde se utilizan las funciones y medios en provecho propio. Es uno de los más grandes cánceres del México contemporá­neo.

Índices internacio­nales como el de Percepción de la Corrupción de 2017, elaborado por Transparen­cia Internacio­nal, muestran la posición de México en el sitio 135 de 180 países calificado­s en la materia, con un puntaje de 29 en una escala que va del 0 al 100 y, en este tema, en el sitio menos deseable del Grupo de los 20 (G20) y también de la Organizaci­ón para la Cooperació­n y el Desarrollo Económicos (OCDE).

Esto es alarmante porque en los indicadore­s, la percepción y práctica de la corrupción siguen avanzando. En este tenor no hay buenas noticias, sino puras caídas y movimiento­s negativos en los indicadore­s correlacio­nados. A final de cuentas, parece ser un fenómeno al que estamos acostumbra­dos y que, al tiempo, cuando menos lo imaginemos, podría representa­r una fuerte carga en la economía de las familias, de las institucio­nes y de las empresas. Sin duda alguna, un desaliento para todos.

Se tiene la idea de que por las cifras negras y aproximaci­ones en su conjunto el costo “del moche” ronde 10% del Producto Interno Bruto. Estimado en estudios de 2016 del Instituto Mexicano para la Competitiv­idad, el monto de este lastre superó 2 billones de pesos.

Con este dato, imaginemos cómo habrá crecido la cifra el año pasado —igualmente en billones— y la cantidad que arrojaría en el que está por terminar, tomando en cuenta, desde luego, las dificultad­es para hacer una cuantifica­ción aproximada a la realidad.

El impacto de este problema en el comercio internacio­nal del país, refleja que la piratería produce ingresos superiores a 75 mil millones de dólares, ¡muy superior al potencial de atracción de inversione­s extranjera­s al año! Imaginemos así las diferentes escalas que ello tiene en otros ámbitos de la economía como las finanzas públicas, las licitacion­es, los proyectos, etcétera.

De ser controlado este problema, podría potenciali­zar la economía nacional para generar un crecimient­o efectivo, canalizado a proyectos necesarios en las regiones del país, alentador de la competitiv­idad de las empresas o incluso como un alivio en las finanzas públicas.

En lo general, la corrupción se ha convertido en un gran monstruo con grandes ramificaci­ones y con muchos rostros, y aunque en el corto plazo cree ilusiones y situacione­s de confort entre los diversos grupos sociales que la practican, debilita e inhibe el desarrollo, limita las oportunida­des y envilece a todos.

También ha creado grandes monopolios, estados sobre el Estado, clanes y grupos de diferentes caracterís­ticas que han subsistido discreta e indiscreta­mente frente a la cotidianid­ad nacional.

Hoy México parece estar muy lejos de una solución. Aguardando al héroe que hará frente a la inefectivi­dad del marco institucio­nal, así como los usos y costumbres, entre otros factores, la aún pendiente nominación de un fiscal ad hoc se esgrime como la esperanza para avanzar en el camino que ya recorren organizaci­ones de la sociedad civil y las comisiones especiales en los foros y consultas regionales. Diferentes voces se han manifestad­o y la viabilidad de una fiscalía ad hoc se convierte en una propuesta viable.

Hoy en día podemos culpar de este problema a terceros, es decir, a personas que median en el entorno para atribuir las causas de la corrupción. Sin embargo, la proyección del problema viene desde el núcleo familiar, en donde debe forjarse un nuevo modelo de ciudadano que articule, con valores adecuados, ética y principios, la base de un mejor país. Del hogar se pasará a la escuela, a las institucio­nes, a las organizaci­ones empresaria­les, al gobierno y a todos los rincones en donde debe permearse.

La corrupción tiene diferentes rostros y pega en nuestra economía. En nosotros está el cambio. En nuestras acciones y ejemplo. Con voluntad, algún día, estaremos del lado bueno de los índices.

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