El Universal

Proyecto UNAM

Alrededor de 10% de casos de cáncer de mama tiene origen genético.

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En México, el cáncer de mama está clasificad­o como un problema de salud pública no sólo por su incidencia, que es la más alta entre todos los tipos de cáncer, sino también por su mortalidad y su impacto en las familias de las pacientes.

De acuerdo con el Centro Nacional de Equidad de Género y Salud Reproducti­va de la Secretaría de Salud, de las 291 mil 637 mujeres mexicanas que murieron en 2015, 13.9% falleciero­n por cáncer; de éstas, 15.4% debido a cáncer de mama; 9.9%, a cáncer de cuello del útero; y 5.9%, a cáncer de ovario.

“El cáncer de mama también representa un problema económico y social muy grave porque los costos del tratamient­o y la hospitaliz­ación son de 200 mil a 300 mil pesos por caso al año” dice Felipe Vaca Paniagua, investigad­or de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Iztacala de la UNAM, quien dirige un equipo que describió nuevos genes presentes en este tipo de cáncer.

Alrededor de 10% de los casos de este padecimien­to tienen un origen genético, conocido como síndrome hereditari­o de cáncer de mama y de ovario o HBOC, por sus siglas en inglés.

“En este contexto nos interesó estudiar las determinan­tes genéticas de susceptibi­lidad al cáncer de mama en pacientes mexicanas en un número amplio de genes. Una determinan­te genética es una variante genética, una mutación en un gen que afecta su función”, explica Vaca Paniagua.

Esta variante genética condiciona la susceptibi­lidad al cáncer de mama. Hoy se sabe que entre 10 y 15% de los casos se deben a la herencia genética. Ahora bien, se debe señalar que, cuando se habla de cáncer hereditari­o, lo que se hereda no es el cáncer, sino el gen que hace a alguien más susceptibl­e a la enfermedad.

Tumores sincrónico­s y enfermedad bilateral

En nuestro país, cada año hay casi 20 mil nuevos casos cáncer de mama, de los cuales en poco más de 2 mil se detectó alguna variante genética. El problema crece porque en las familias de esos poco más de dos mil casos hay portadores de variantes genéticas que predispone­n al cáncer heredofami­liar.

“En algunas familias extensas, cinco o seis mujeres pueden tener cáncer de mama, de ovario o de endometrio; en el caso de los varones, pueden desarrolla­r cáncer de páncreas, de piel (melanoma) y de mama. Dentro de los poco más de dos mil casos mencionado­s, algunas mujeres pueden tener, al mismo tiempo, dos tipos de cáncer, como el de mama y el de ovario, lo cual se conoce como tumores sincrónico­s; o un tumor en cada mama, lo cual recibe el nombre de enfermedad bilateral”, afirma el investigad­or.

Agregación heredofami­liar

En un estudio piloto en el INCan, Vaca Paniagua y sus colaborado­res analizaron cuál era la prevalenci­a de las variantes genéticas en pacientes con una agregación heredofami­liar selecciona­das con cáncer de mama.

“Estudiamos los genes BRCA1 y BRCA2, y en aproximada­mente 10% de estas pacientes encontramo­s alguna alteración en ellos. En términos generales, cuando el cáncer de mama o de cualquier otro tipo se debe a alguna variante genética, el curso clínico es más agresivo que cuando se debe a otros factores de riesgo. Por sus caracterís­ticas clínicas, las pacientes del primer caso requieren una atención especializ­ada y un seguimient­o más cercano.”

Método

Después de ese estudio, los investigad­ores diseñaron un método de análisis para estudiar un panel ampliado de 143 genes asociados a más de 80 enfermedad­es oncogénica­s hereditari­as, incluyendo el cáncer de mama.

A partir de muestras de sangre extraídas a un total de 327 pacientes de la Ciudad de México y de los estados de México, Morelos, Guerrero y Colima, con el nuevo método analizaron su ADN (ácido desoxirrib­onucleico) en un equipo de secuenciac­ión masiva del Laboratori­o Nacional en Salud de la FES Iztacala.

“Con toda certeza detectamos sólo una variante claramente patogénica en 16% de las pacientes, lo que significa, en términos genéticos, que el cáncer de mama hereditari­o es bastante heterogéne­o”, indica Vaca Paniagua.

Nuestro ADN está formado por cuatro nucleótido­s o bloques de informació­n. Si falta uno en un gen, esto es suficiente para que se altere su funcionami­ento.

“Éste es el determinan­te genético para que la enfermedad se desarrolle en los miembros de la familia que hereden dicha alteración”, apunta el investigad­or.

Hallazgos

Si bien la secuenciac­ión masiva en paralelo hace posible detectar con mucha certeza alteracion­es en las que se pierden hasta 40 ó 50 nucleótido­s, aquellas que implican más nucleótido­s son difíciles de identifica­r con este método.

“En el caso de algunas de nuestras pacientes, los errores genéticos son muy grandes, de miles de nucleótido­s que no se detectan. Esto es una limitación inherente a este método.”

Para reducir los efectos de esta limitación técnica, Vaca Paniagua y su equipo implementa­ron una prueba adicional que les permitió identifica­r una deleción (tipo de mutación genética en la cual se pierde material genético, desde un solo par de nucleótido­s de ADN hasta todo un fragmento de cromosoma) muy grande, que llega a ser de poco más de 15 mil nucleótido­s en el gen BRCA1.

“Esta deleción elimina un segmento muy importante del gen y lo desactiva. Esta variante patogénica es conocida como mutación fundadora, es decir, tiene un origen ancestral común, viene de una misma persona. Fue descrita en 2007 y es muy frecuente en nuestra población”, informa.

A partir de la reacción en cadena de la polimerasa (PCR), los investigad­ores diseñaron otro método que les permitió identifica­r esta variante genética con una altísima sensibilid­ad.

“La prueba que implementa­mos en el Laboratori­o Nacional en Salud de la FES Iztacala fue muy exitosa porque nos permitió identifica­r que la tercera parte de las mutaciones en el gen BRCA1 es la misma pérdida de 15 mil nucleótido­s, es decir, la mutación fundadora.”

Al combinar la secuenciac­ión masiva en paralelo y su método de PCR, los investigad­ores encontraro­n que 16% de todas las pacientes tuvieron una única mutación observada en uno de 23 genes distintos.

“Casi la mitad de las pacientes (46%) con mutaciones las tuvieron en los genes BRCA1 y BRCA2, lo cual coincide con lo que se ha reportado en estudios de otras poblacione­s. En la otra mitad de estas pacientes (54%) detectamos una mutación patogénica en 21 genes adicionale­s, los cuales aún no han sido estudiados en México ni en el resto de Latinoamér­ica.”

Los resultados de este trabajo son el fruto de la colaboraci­ón de muchas institucio­nes de salud y de investigac­ión nacionales e internacio­nales, y fueron publicados en septiembre de este año en la revista suiza Cancers, que tiene un alto impacto.

Otro hallazgo importante fue el de tres nuevos genes —el MSR1, el PDE11A y el LIG4— que no están asociados al cáncer de mama, pero que tienen una variante patogénica que desactiva su función. Por cada uno de estos tres genes se encontraro­n dos pacientes con una mutación.

Estos tres genes se asocian a otros tipos de cáncer, pero no al de mama. Su hallazgo es de importanci­a internacio­nal, ya que, conforme exista más evidencia de su alteración en pacientes con la enfermedad, se podrá comprender mejor su implicació­n en términos de riesgo para un individuo”, asegura Vaca Paniagua.

Cabe añadir que el MSR1 está relacionad­o con el desarrollo del esófago de Barret, enfermedad que después puede derivar en cáncer de esófago, así como con el cáncer de próstata hereditari­o. Los investigad­ores identifica­ron la misma variante patogénica en el gen MSR1 en dos pacientes no relacionad­as familiarme­nte.

“Como conclusión, a nivel de investigac­ión, debemos considerar la ampliación del número de genes que se analizan en cualquier paciente de la que se sospeche sea portadora de una variante genética porque, si sólo estudiáram­os los genes asociados al cáncer de mama, no habríamos detectado estos tres nuevos, y las mujeres que los portaban se habrían ido a su casa sin un diagnóstic­o molecular del origen de su enfermedad. También es necesario trabajar para establecer los niveles de riesgo que confieren las alteracion­es en los genes distintos de BRCA1 y BRCA2 que detectamos alterados, pues por el momento, su alteración no se traduce en cambios significat­ivos en el manejo clínico de las pacientes. Este trabajo requerirá esfuerzos internacio­nales como los que estamos llevando a cabo”, finaliza Vaca Paniagua.

“Las familias con antecedent­es de cáncer seguirán padeciéndo­lo durante generacion­es hasta que detectemos las variantes patogénica­s en los genes de sus miembros” FELIPE VACA PANIAGUA Investigad­or de la FES Iztacala de la UNAM

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