La figura, el personaje: Stan Lee
“It should only be one word. A ‘comicbook”. Stan Lee.
Acontecimientos significativos, como la pérdida de un ícono social, nos regresan a la mesa de reflexión para analizar dónde estamos parados. La realidad es que uno de los que forjaron la cultura Geek y empezaron a armar una de las hoy múltiples subculturas que conviven en una gran sociedad, fue Stanley Martin “Playwright” Lieber, quien después se cambiaría su nombre de pila a su nombre de pluma. Stan, la persona que ayudó a escribir el lenguaje de la cultura popular (Pop Culture) en los Estados Unidos y gran parte de occidente.
Stan, en su medida y desde su trinchera, salvó a los rechazados que en vez de ir a practicar béisbol, fútbol americano o fútbol soccer encontraban refugio en batallas imaginarias hechas historieta.
Lo conocimos en persona por sus cameos, sus graciosas respuestas en eventos; pero lo conocimos mejor como quien ayudó a crear superhéroes dispuestos a dar todo por tener superpoderes. El chico torpe de Manhattan (ciudad natal de Stan), que podía caerse de una bicicleta y tartamudear ante sus amores de la prepa, con quienes siempre quedaba mal por luchar contra monstruos de arena o con tentáculos mecánicos. Una persona detrás de la melancolía del superhéroe que no podía ocultar su forma de piedra; o el que tenía que controlar su enojo para no lastimar a los que lo rodeaban al manifestar su ira verde.
Lee dijo en 2006: “No es que cuando eres poderoso tienes vulnerabilidad. Es que si escribes sobre un personaje poderoso, a menos que le des vulnerabilidad, no creo que sea tan interesante para el lector. Sin su talón, ni siquiera conocerías el nombre de Aquiles hoy”.
En las historietas y películas de Marvel el sentido está en los personajes que muestran una de las bellezas más notorias de lo que podría ser un arte iniciado por su generación. No se trataba de llenar cajitas con personajes diciendo frases pegajosas mientras descontaban a un malo; tenían que dar más; se trataba de la historia detrás, de pasar de la psicología a la apología del superhéroe.
En la historia del personaje, Lee también hizo sus movimientos personales, no se quedó detrás del #ruidoblanco como muchos otros, estilo Kirby o Ditkod, grandes, sí, pero no tan notorios como él. Si bien Lee nunca se vio como un personaje digno de una historia (nunca consumió drogas, vivió con su esposa más de 50 años y no fue hasta después de los 90 años que tuvo una historia turbia alrededor suyo), se supo reinventar. Pasó de ser el joven que llenaba los tinteros de los ilustradores en los treinta, a disfrutar hacer sus cameos en cada película de Marvel y compartir el escenario con las estrellas más grandes en las convenciones de cómics. Logró dejar muy en claro que el nerd se había vuelto el alfa en el mundo del entretenimiento.
“El mundo puede cambiar y evolucionar, pero lo único que nunca cambiará es el modo en que contamos nuestras historias de heroísmo. Esas historias tienen espacio para todos, independientemente de su raza, género, religión o color de piel.” Tal vez no sea mala idea regalarnos eso de fin de año: una actitud heroica ante la incertidumbre, el caos del tránsito, las problemáticas que empezamos a vivir más de cerca respecto a migración, escasez de recursos, cambios drásticos en el clima. Nos tenemos a nosotros y a nuestra imaginación envuelta en sueños pintados en hojas de historieta.