Roma
La capital italiana se disfruta mejor a pie, pues además de poder admirar toda su arquitectura de mejor manera, los congestionamientos viales puede que hagan que tu experiencia en la zona de “La Lazio” sea algo muy desagradable.
Esta ciudad está repleta de cosas por hacer a unos pocos pasos entre una y otra actividad, con interesantes pausas en el camino. Por ejemplo, es muy recomendable tomar un café en el taller de Antonio Canova, uno de los escultores neoclásicos más importantes de Europa.
Hoy, el estudio es una cafetería y restaurante llamado Canova Tadolini; las mesas están rodeadas de bocetos, esculturas de diosas y princesas en yeso que superan los tres metros de altura, herramientas de trabajo y algunos dibujos.
A tan solo 10 minutos de distancia, se ubica Giolitti, la heladería más antigua de la ciudad, abierta desde 1890.
Este lugar se ha convertido en la proveedora oficial del Vaticano, incluso crearon el sabor marrón glacé (castaña confitada) para Juan Pablo II.