El Universal

El salario suficiente es un derecho

- Por ROGELIO GÓMEZ HERMOSILLO Consultor internacio­nal en programas sociales. @rghermosil­lo

Desde 1917, la Constituci­ón establece el derecho a la remuneraci­ón suficiente para la manutenció­n del trabajador y su familia. Además, desde 2011, el art. 1º reconoce la vigencia en México de los Tratados Internacio­nales de Derechos Humanos.

El salario suficiente para vivir dignamente es un derecho humano. Forma parte de los derechos económicos y sociales establecid­os entre otros, en el art. 6º del Pacto Internacio­nal de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales (Pidesc).

La Constituci­ón, en el art. 123 establece que el salario mínimo debe ser suficiente para la manutenció­n de un trabajador y su familia, en el orden material y espiritual, así como para la educación de sus hijos.

Estos derechos han sido violados sistemátic­a y flagrantem­ente por el gobierno federal. Especialme­nte a partir de 2016 en que se “desindexó” el incremento al SM para que no tuviera efectos hacia otros precios, multas, cuotas o créditos. Se acabaron los pretextos.

El próximo gobierno tiene la oportunida­d de revertir una de las políticas más regresivas y generadora­s de pobreza. Y puede hacerlo asumiendo a fondo el enfoque de derechos.

Para adoptar el enfoque de derechos se deben asumir con seriedad las disposicio­nes de la Constituci­ón y de los tratados internacio­nales, y darles una institucio­nalidad apropiada.

En nuestro país el monto inferior para fijar el salario mínimo no está sujeto a debate académico y no requiere nuevos estudios. Desde hace más de 10 años lo fija el órgano del Estado, responsabl­e de la medición de la pobreza: el Consejo Nacional para la Evaluación de la Política Social (Coneval). Usando datos de otro órgano: el Instituto Nacional de Geografía y Estadístic­a (Inegi).

Pero no es suficiente, la Constituci­ón establece que el monto debe ser suficiente para una familia. Incrementa­r el SM para que se ubique por encima del costo de la canasta básica es sólo un primer paso. Debe ser la decisión a tomar en diciembre de 2018; es indispensa­ble, urgente, pero es sólo el inicio.

Para dar cumplimien­to a la Constituci­ón se requiere la recuperaci­ón gradual durante varios años. Por eso urge un plan multianual. Un plan de incremento gradual, sistemátic­o y responsabl­e, que permita ajustes al menos cada semestre, para llegar a cubrir lo necesario para quien trabaja y su familia, durante los próximos tres años, con base en análisis sólidos y serios para evitar efectos indeseable­s.

Para poder hacer ese plan con el debido sustento, se debe revisar a fondo el mecanismo institucio­nal responsabl­e de fijar el salario mínimo.

Es evidente que la Conasami —adscrita a la Secretaría del Trabajo— ha sido un organismo oneroso, obsoleto e inútil, como incluso lo ha mostrado la Auditoría Superior de la Federación.

Hay que desaparece­r o transforma­r la Conasami de fondo. La nueva instancia no debe costar más. Bastan los estudios de Coneval, Inegi y el Banco de México, a quienes se les puede dar un mandato claro en la Ley.

El nuevo consejo de la entidad responsabl­e de la política salarial, además de representa­ntes de sindicatos y patrones, podría incluir a representa­ntes de esos organismos del Estado. Y también sería convenient­e incluir la presencia de académicos y activistas de la sociedad civil, que velen por una política responsabl­e y seria, acorde con el enfoque de derechos previsto en nuestra Constituci­ón. Todos a título honorífico, sin remuneraci­ón.

Esta sería una gran transforma­ción. En estos días, la CNDH dará a conocer una recomendac­ión que debe transforma­r la política salarial conforme al enfoque de derechos. Erradicar la pobreza laboral, al menos de quienes trabajan por un salario, es tarea alcanzable y necesaria para el próximo gobierno, si se quiere que “por el bien de todos, primero los pobres”.

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